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terrorismo

«Agur», Gesto por la Paz

La coordinadora pacifista, nacida en los «años de plomo» con el objetivo de movilizar a una sociedad atemorizada, decide este sábado en una asamblea si se disuelve definitivamente

j. pagola

Gesto por la Paz decide este sábado en asamblea si se disuelve o no, al considerar sus responsables que, tras la decisión de ETA de cesar la activividad terrorista, los objetivos por los que nació en mayo de 1986 están ya en gran parte cumplidos.

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Han sido 27 años de activismo pacifista; batallando en calles y plazas del País Vasco y Navarra para deslegitimar el terrorismo en una sociedad que, en el mejor de los casos, miraba hacia otro lado, por miedo, cuando no espoleaba a los pistoleros con gritos que han quedado ya grabados en la memoria histórica: «ETA, mátalos», «ETA, herria zurekin» (ETA, el pueblo está contigo). Gesto por la Paz es la gesta de un puñado de héroes, solos ante el peligro. Es la historia de aquellos grupos de cuatro, cinco o seis personas que, al día siguiente de un atentado, se «concentraban» en la plaza mayor de pueblos como Oyarzun, Lezo, Rentería, Ordicia. En silencio, pero con la cabeza bien alta, ante la mirada desafiante de la mayoría dominante de Batasuna. Protestaban siempre con la misma dignidad, tanto si la víctima era guardia civil, policía, como si se trataba de un empresario o el propietario de un bar. Gracias a estos artesanos de la paz nació Gesto. Aquel lejano 1986, «años de plomo», ETA asesinó a 42 personas. Inocentes a quienes después esa mayoría dominante remataba con un tiro de gracia dirigido a su memoria: «algo habrá hecho», calumniaban los cobardes.

Se extiende la rebelión cívica

De cuatro, cinco o seis personas se pasó pronto a quince, veinte, treinta... valientes. Y de Oyarzun, Lezo, Rentería y Ordicia, las concentraciones se extendieron a San Sebastián, Bilbao, Vitoria, Durango, Hernani, Llodio... También a Navarra. Y ese «Gesto» por la paz fue imitado después por otros «gestos», movimientos empeñados en erradicar de las tierras vascas y navarras cualquier intento de justificar el crimen. Gesto por la Paz fue uno de los colectivos que promovió el emblemático «lazo azul» con el que los ciudadanos de bien exigieron la libertad inmediata y sin condiciones, primero, del empresario Julio Iglesias Zamora y, después, del resto de personas que fueron secuestrados por ETA. En 1993 recibió el Premio Príncipe de Asturias.

El incremento de aquellas protestas, ya masivas, incomodó a ETA-Batasuna que, como represalia, ideó las contramanifestaciones desde las que se insultaba, amenazaba y agredía a los pacifistas. Se visualizaba por fin, gracias a los pioneros de Gesto por la Paz, una sociedad vasca cada vez más rebelde contra la tiranía del terror. Una sociedad que, con la fuerza de la razón, plantaba cara a la razón de las piedras y cócteles molotov. Sin embargo, paradojas, esa proliferación de plataformas, muchas auspiciadas por partidos políticos e instituciones, provocó que en los últimos años Gesto por la Paz fuera perdiendo cierto protagonismo. Probablemente este sábado decida su disolución. «Agur», Gesto por la Paz y «eskerrik asko» (muchas gracias)

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