Soluciones Sáenz de Santamaría, S.A.

ana i. sánchez

20/11/2012
Actualizado a las 14:12h.

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La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría , conoce hasta el último papel que se mueve dentro del Gobierno antes de que llegue al Consejo de Ministros. Es la mano derecha del presidente del Gobierno, «se entienden a la perfección», asegura uno de sus compañeros de Ejecutivo. Una relación gestada a base de trabajo y años de confianza. Sáenz de Santamaría fue asesora de Mariano Rajoy desde que éste era ministro del Interior en el Gobierno de José María Aznar . Por eso, ahora pocas cosas le han sorprendido de La Moncloa.

El funcionamiento de los Consejos de Ministros se lo conocía de memoria de años preparando junto a Rajoy los cónclaves que dirigía Aznar. Índices amarillos, rojos... ella misma le fue explicando a su equipo, en los primeros días, en que consistía el proceso. Cuando llegó a La Moncloa, algo sí le sorprendió. El primer día de trabajo como número dos del Gobierno se dirigió al antiguo despacho de Rajoy en el edificio que tradicionalmente ocupaban los vicepresidentes, donde había estado en sus útlimos años de asesora en La Moncloa. Después, se enteró de que le correspondía ocupar el nuevo inmueble de la vicepresidencia primera. Un edificio de varias plantas que la ex número dos de Rodríguez Zapatero , María Teresa Fernández de la Vega , ordenó construir en medio del complejo presidencial para dedicarlo exclusivamente a instalar su nuevo despacho -aquel que amuebló gastando 63.800 euros- y todos los servicios que le daban apoyo. De aquellos barros, estos lodos.

Tras las elecciones del 20-N que hoy cumplen su primer aniversario, Sáenz de Santamaría es la mujer que más poder ha acumulado a su edad (41 años). Es la coordinadora de todos los ministros, la organizadora de todos los Consejos de Ministros y la «desatascadora» oficial por antonomasia. Cuando algo se encalla es la vicepresidencia la que logra sacarle adelante con eficiencia. Por sus manos pasó la reforma energética cuando los ministros de Industria, José Manuel Soria , y Hacienda, Cristóbal Montoro , fueron incapaces de ponerse de acuerdo en quién tenía poder para decir qué, y el único acuerdo alcanzado entre el Gobierno y el PSOE en lo que va de legislatura salió de sus manos. La renovación de los órganos constitucionales, pactada con la vicesecretaria general socialista, Elena Valenciano .

Y aunque su figura de vicepresidencia primera no alcanzaba la economía, Rajoy hace de vicepresidente económico y lleva personalmente las negociaciones con los socios europeos, Sáenz de Santamaría está demostrando que, sin ser economista, puede pilotar la derivada doméstica de esta difícil área. Trabajó codo con codo con los ministros de Empleo, Fátima Báñez , y Hacienda, Cristóbal Montoro, durante este verano para sacar adelante el Plan Prepara, el famoso programa para renovar los 400 euros a los parados que se quedan sin prestación incluyendo un aumento hasta los 450 euros al mes para aquellos con cargas familiares y el recorte del subsidio a desempleados con soporte familiar.

El segundo plan nacional de reformas que el Gobierno envió a la Comisión Europea también lo cogió en sus manos y lo coordinó junto al director de la Oficina Económica, Álvaro Nadal . Las nuevas medidas de desahucios han tenido detrás el impulso de la también única portavoz. Ahora, tiene entre manos la reforma más importante que Rajoy tiene pendiente: las administraciones públicas. Una revolución de competencias, organismos, y modos de funcionamientos en el Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos para eliminar el gasto innecesario y elevar la eficiencia que, además, supone un empeño personal de Rajoy. Corresponde al ministerio de Hacienda, pero el ministerio de Presidencia que ella también encabeza coordina los trabajos de la nueva comisión para la reforma de las administraciones públicas.

Sáenz de Santamaría acumula en todo este año el mayor número de comparecencias públicas de entre los miembros del Gobierno de Mariano Rajoy. La mayor parte de los miércoles contesta a las preguntas de control al Gobierno en el Congreso y cada viernes se pone delante de las cámaras para explicar no ya las medidas de su departamento sino las de todo el Ejecutivo, las más duras anunciadas en lo que va de democracia. Desde el rescate hasta ETA pasando por tragedias como la de Madrid Arena, conflictos como el catalán o polémicas con los candidatos de Estados Unidos. Le toca dar la cara en todo momento y, a diferencia de muchos de sus compañeros, ha logrado hacerlo sin crear una polémica. Es exigente y perfeccionista «porque lo es y mucho consigo mismo y pide lo mismo a los demás», explica un miembro del Gobierno. Mujer joven, segura de sí misma, inteligente «y hasta guapa» dice uno de sus compañeros. La vicepresidenta ofrece una imagen nueva , refrescante, no vista antes en los gobiernos anteriores ni fácil de encontrar en Europa. Es la mejor baza del Gobierno de Rajoy de puertas para adentro y de puertas para afuera.

La conciliación con este cargo no es fácil. «Las jornadas de trabajo son inmensas, pero ayuda mucho cuando ves que tu jefa, en este caso la vicepresidenta, trabaja las mismas horas que tú o más», comenta uno de sus colaboradores. Sáenz de Santamaría suele llegar al despacho entre las ocho y las ocho y media de la mañana y no tiene hora de salida. Como la mayoría de los madrileños, no vive cerca de su trabajo y tiene que atravesar la ciudad para ir y volver al despacho, con lo que el sacrificio suma y sigue. Intenta estar en su casa a la hora de cenar, aunque muchas veces no lo consigue, y reservar los fines de semana para estar con su familia , su marido y su hijo Iván que acaba de cumplir un año. Con todo, dejar una responsabilidad tan grande tras las puertas del despacho no es fácil. Cuenta ella misma que parte de los escasos días de vacaciones que tuvo el pasado verano los pasó atendiendo la crisis de los incendios con el teléfono en una mano y con su hijo en el otro brazo.

Es, más que nunca, Soluciones Sáenz de Santamaría S.A.

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