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ANÁLISIS

La victoria de una narrativa

DAVID REDOLI MORCHÓN es sociólogo y presidente de la Asociación de Comunicación Política

Dos simpatizantes del PP celebran la victoria de Mariano Rajoy el 26-J en la calle Génova

DAVID REDOLI MORCHÓN

Los mensajes políticos son, en esencia, mensajes mediáticos. Y, por lo tanto, para que un mensaje relacionado con la política pueda ser transmitido a través de los medios de comunicación, tiene que expresarse en el lenguaje específico de los medios. Durante el tiempo que ha durado la campaña electoral del 26-J hemos visto varias metáforas: sillas, sillones, casas, muebles, bandas musicales, teatros... todas ellas diseñadas para ayudar a desplegar sobre el escenario político dos narrativas esenciales: el cambio o la continuidad . Y ha ganado el relato de la continuidad.

La continuidad del PP, a pesar de los numerosos escándalos de corrupción, de una legislatura áspera y de un liderazgo muy cuestionado, se ha traducido en 137 escaños y en más de siete millones y medio de votos. Son números incuestionables dado el contexto actual. Su legitimidad para reclamar apoyos parlamentarios para configurar un gobierno es innegable. La explicación más plausible a este resultado es la inteligente (aunque peligrosa) estrategia de polarización desplegada tanto por el PP como por Unidos Podemos, principalmente. Ambas formaciones apostaron por introducir en campaña un factor emocional: el miedo. Unos, a lo nuevo, a lo desconocido. Otros, a la continuidad de lo ya conocido y testado. Ha ganado el miedo a lo desconocido .

La inteligencia, la razón, son cuestiones esenciales para la lucha política. Pero no lo son todo. Los resultados de estas elecciones deben leerse tanto en clave racional como emocional , porque no se puede ganar ninguna batalla política (aunque se tenga razón en los contenidos) que no entienda las conductas, el estado anímico y las actitudes de los ciudadanos.

Y no perdamos de vista otra realidad: existe otra legitimidad en este tablero , una realidad más fragmentada e ideológicamente heterogénea que portaba la bandera del cambio (PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos). Juntos suman más de 13 millones de votos y 188 diputados. El 26-J es, por tanto, la victoria de una narrativa (continuidad, representada por el PP) pero con la presencia de una legitimidad distinta, representada por una fuerte pulsión social de cambio.

No debe haber otras terceras elecciones , por lo que los cuatro partidos dominantes en el hemiciclo deberán ponerse de acuerdo para conjugar ambas narrativas con ambas legitimidades. Surge la duda sobre si escucharemos algún discurso de dimisión. No voy a señalar a nadie. Pero algún líder debería planteárselo , por no haber cubierto las expectativas generadas . Dimitir forma parte de las reglas del juego democrático. Y estas elecciones han puesto fin a algunas narrativas de forma anticipada.

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