E-25M

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Griñán seguirá al frente de la Junta con el apoyo de IU

La campaña de perfil bajo del PP no movilizó a sus votantes, mientras que el mensaje del miedo a los recortes sociales fue amortizado por IU

Día 26/03/2012 - 13.19h
efe

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El PP nunca pensó que el día que lograría su primera victoria en las elecciones de Andalucía iba a resultar tan decepcionante. La formación que preside Javier Arenas logró un triunfo histórico, pero muy por debajo de las expectativas que había generado su formación y que habían apuntado las encuestas. El PP aspiraba a gobernar y quedó lejos de la barrera de la mayoría absoluta, a cinco escaños, mientras que el socialista José Antonio Griñán aparece reforzado pese a la derrota, con Izquierda Unida a las puertas de entrar por primera vez en el Gobierno andaluz.

El desgaste de treinta años de gobierno, el mayor escándalo de la historia democrática de Andalucía y la división abierta en el PSOE no han bastado para que el PP de Javier Arenas pueda gobernar en Andalucía. El desplome de votos del PSOE, contundente, sólo favorece a una IU beneficiada por la baja participación y que parece haber amortizado electoralmente los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy, enarbolados por la izquierda andaluza como principal —y casi único— argumento electoral.

Triste victoria

Objetivamente, la jornada electoral registró un triunfo histórico del PP, que logró sus mejores resultados en Andalucía —50 diputados—, y un fracaso del PSOE, que obtiene su representación más baja —47 diputados, tan sólo comparable a los 49 que logró en 1994—. Cualquiera que comprobase el ambiente en las sedes de ambos partidos, sin embargo, pensaría que las cifras habían sido a la inversa: en la sede popular se vivía un funeral y en la socialista una fiesta.

¿Por qué? Las expectativas del PP superaban con mucho el listón de un triunfo que todos daban ya por seguro. Ninguna de las múltiples encuestas publicadas en los últimos meses daba al PP una ventaja inferior a los siete puntos, pero a la hora de la verdad los populares apenas han superado en un punto a los socialistas. En cuanto a la traslación de escaños, la incógnita se situaba en la barrera de los 55 diputados que daban la mayoría absoluta, una cifra que parece una quimera tras los 50 obtenidos finalmente en las urnas.

La contundencia de los sondeos hizo que los populares diseñaran una campaña electoral de perfil bajo, en la que Javier Arenas rehuyó en todo momento el cuerpo a cuerpo, renunciando incluso al debate televisado. La ausencia de tensión parece haber desmovilizado a sus votantes, ya que el PP ni siquiera logró igualar el número de votos obtenido en 2008.

El PSOE, por su parte, acudía a la cita con las urnas consciente de que el 25-M iba a fijar su suelo electoral. Atenazado por la corrupción, sesgado por la crisis interna, con un candidato poco carismático, con la mayores cifras de paro de Europa y con los 300.000 funcionarios de la propia Junta de Andalucía en pie de guerra por la reordenación del sector público, es difícil imaginar un escenario peor para los intereses socialistas. Ciertamente, los socialistas sufrieron un varapalo electoral más que considerable —600.000 votos menos que en 2008 y pérdida de nueve diputados—, pero la felicidad por conservar la Junta de Andalucía borraba anoche cualquier lectura crítica en los dirigentes socialistas.

Consciente de lo complicado de defender la gestión del PSOE, Griñán confió sus opciones a la denuncia de los recortes sociales que implantaría Arenas si lograse gobernar. Un mensaje que caló en el electorado, pero que fue amortizado exclusivamente por Izquierda Unida. El incremento del 4 por ciento de sus votos le permitió, gracias a la baja participación, doblar su representación en el Parlamento (de 6 a 12 diputados) y ofrecer a los socialistas los ocho votos que necesitan para que Griñán pueda continuar como presidente andaluz.

Arenas ofrece diálogo

Las comparecencias de anoche reflejaban que la alegría iba por barrios. El presidente del PP andaluz y candidato a la Presidencia de la Junta, Javier Arenas, se asomó al balcón de la sede de su partido para mostrar su satisfacción por que su partido haya ganado las elecciones andaluzas, aunque su expresión distaba mucho de ser eufórica. Jaleado por los ministros de Hacienda y Administración Pública, Cristóbal Montoro, y la de Empleo, Fátima Báñez, y por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, Arenas prometió «diálogo» para garantizar «la estabilidad y la gobernabilidad» de la comunidad andaluza.

«Hasta aquí hemos llegado. Hemos ganado las elecciones. Seremos el partido del diálogo. Es el momento en que Andalucía exige más diálogo y aquí estaremos desde el principio hasta el final para garantizar la estabilidad y la gobernabilidad de Andalucía», afirmó Arenas.

Con una expresión mucho más alegre que la que ha llevado durante toda la campaña electoral, el candidato del PSOE a la Junta, José Antonio Griñán, apareció en el hotel en el que se había recluido su partido entre una salva de aplausos, pese a haber perdido nueve diputados respecto a la candidatura de Manuel Chaves de 2008. Griñán se comprometió a poner todo el empeño y el esfuerzo en conseguir que Andalucía tenga un gobierno «estable» durante los próximos cuatro años. El presidente andaluz sacó pecho y argumentó que «no era optimismo, lo he venido diciendo y ha quedado claro que hemos dado la vuelta a la encuestas».

Constantemente interrumpido por los aplausos y sin admitir preguntas de los periodistas, el candidato recordó que ningún partido ha sacado mayoría suficiente para gobernar y que esto obligará al entendimiento entre las distintas fuerzas. «Hoy ha sido un gran día para un gran partido que se crece en los momentos de dificultades y no se arruga», abundó el dirigente socialista, que queda ahora como único presidente autonómico de su partido y como contrafuerte visible a Alfredo Pérez Rubalcaba, al que no apoyó en el último congreso federal.

IU guarda las llaves

Con todo, la mayor euforia se vivía en la sede de IU, donde nadie esperaba doblar su representación de seis a doce diputados. El coordinador general en Andalucía, Diego Valderas, apareció sereno y aseguró con euforia contenida que se abre «un nuevo tiempo político» en el que su coalición «no defraudará». Rodeado por dirigentes y militantes de la coalición, el líder de izquierdas señaló satisfecho que «hemos logrado derrotar al bipartidismo».

«Las urnas han hablado democráticamente y nos toca obedecerlas», indicó Valderas quien, ante la inminente negociación con el PSOE que se espera, repitió que no quiere «hablar de sillones sino de políticas».

El futuro de Andalucía dependerá de la negociación que abra el PSOE con una IU liderada por Valderas y el dirigente agrario Juan Manuel Sánchez Gordillo, diputado por Sevilla.

Griñán seguirá al frente de la Junta con el apoyo de IU
Gráfico de la participación en Andalucía y Asturias

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