Cayo Lara Moya

Valoración

Según nuestros lectores

Comunista de orígenes

Manchego. Trabajador. Del campo. De ahí viene el hombre que lidera la coalición Izquierda Unida (IU) y que está llamado a liderar en el Congreso el renacer de un partido que ahora puede aglutinar el voto de una izquierda decepcionada con el PSOE y el de muchos de los simpatizantes del movimiento 15M y/o reticentes del bipartidismo. Cayo Lara Moya (Argamasilla de Alba, Ciudad Real, 1952) es coordinador general de IU desde noviembre de 2008, siete meses después de aquellas elecciones generales en la que la coalición de izquierdas obtuvo el peor resultado de su historia: dos diputados, uno por Madrid y otro por Barcelona. Fue entonces cuando Gaspar Llamazares cedió su puesto a este hombre que lideraba el grupo del Partido Comunista y que en 2007 ya encabezó la candidatura de la coalición a la Junta de Castilla-La Mancha. Sin embargo, su liderazgo ha sido cuestionado hasta por el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, quien dijo que al coordinador general le hacen el mismo caso en el partido que «a la Cipriana en los títeres».

De profesión agricultor y sindicalista en los campos de Ciudad Real, Lara se siente orgulloso de sus orígenes -cuando visitó la Academia de Cine, contó cómo en su pueblo se pagaba «un huevo de gallina» para poder ver una película-. Sin formación universitaria, quizá el peor momento de su vida política fue cuando en las pasadas elecciones autonómicas la dirección federal del partido se enfrentó a la regional de Extremadura: las bases del partido en la región habían decidido abstenerse en la investidura del candidato más votado, el popular José Antonio Monago, cuando días antes de los comicios, Lara había dicho precisamente en Cáceres que ellos nunca apoyarían al PP para que gobernase en un ayuntamiento o una comunidad autónoma.

Directo y campechano
Como hombre trabajador que viene desde abajo, su discurso y su forma de ser es directa, campechana, sin los grandes circunloquios de otros políticos. Ha batallado con fiereza contra el bipartidismo, clamando por una reforma de la ley electoral que dé a su partido su verdadera representación en el Parlamento -recientemente mostró su descontento por que el debate electoral del 7 de noviembre sea solo entre los grandes partidos-.

Difícilmente, por no decir imposible, veremos a Cayo Lara llevando una corbata; ni siquiera se la puso cuando se reunió con el Rey en el Palacio de la Zarzuela.

Cuando falleció Berlanga confesó que una de sus películas favoritas del director era la sátira sobre el franquismo «La escopeta nacional». Y, aunque desconocemos sus lecturas, sabemos que le regaló a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, el libro «¡Indignaos!», de Stéphane Hessel.

En su cuenta de Twitter quiso dejar constancia de su presencia en la manifestación del «15O». De ahí no salió tan escaldado como cuando varios miembros del movimiento 15-M lo rociaron con agua durante la protesta por un desalojo al que Lara se había acercado como (según sus propias palabras) una persona más y no como dirigente de IU en busca de la imagen. A pesar de que los indignados rechazan su adscripción a cualquier formación política actual, es evidente que Lara puede raspar votos en un grupo que no se ve reflejado en ninguno de los dos grandes partidos nacionales.