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Caucus «made in Spain»: ¿sería viable España con 17 sistemas electorales, uno por comunidad?

Si nuestro país hubiera elegido presidente el pasado 20 de diciembre con el sistema electoral estadounidense, el PP habría sacado cerca de 200 escaños al segundo partido

F.J. Calero

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Estados Unidos es la nación de las grandes ideas . Exportaron al mundo desde la producción en cadena «fordista» a la hamburguesa Big Mac, utilizada incluso por la prestigiosa revista británica « The Economist » como vara de medir para comparar el poder adquisitivo de los territorios donde se extiende el imperio McDonald's. Los norteamericanos también idearon el Black Friday o el Cyber Monday para los días de consumo a lo grande. En cambio, en política todavía se resiste esta exportación masiva más allá de las técnicas de campaña y el marketing de sus candidatos. A la elección del presidente de Estados Unidos se le llama carrera por la Casa Blanca, que dura casi un año y es uno de los procesos más largos y caros del mundo. Es algo único.

Este 15 marzo se celebra el tercer Supermartes , donde cinco estados y un territorio de la nación eligen los delegados de Partido Demócrata y Republicano. Hillary Clinton y Donald Trump lideran de momento la carrera de estos partidos, respectivamente. Florida, Illinois y Ohio son los más decisivos de esta jornada, aunque todavía falta para que los dos favoritos consigan la mayoría absoluta en las primarias y se acabe el show al menos hasta el 8 de noviembre de 2016 , cuando tendrán lugar las 58as elecciones presidenciales.

¿Podría importarse el sistema estadounidense?

La carrera electoral estadounidense tiene tres grandes etapas. Desde febrero hasta julio los partidos eligen a su candidato y se hace por estados. El sistema electoral de Estados Unidos es indirecto: el presidente y vicepresidente son elegidos por un Colegio Electoral, configurado por lo que votan los ciudadanos.

«Estados Unidos no tiene como tal un sistema electoral sino 50, uno por cada estado», explica a ABC Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra y experto en política estadounidense. Ahora mismo, por los republicanos, Trump tiene 460 delegados , por 370 de Cruz, 163 de Rubio y 63 de Kasich. Por el lado demócrata, Clinton ha conseguido 1.235, contando con los superdelegados o altos cargos del partido, mientras que Sanders se queda de momento con 580. El candidato republicano necesitaría hasta 1.237 para la nominación y el demócrata 2.283. En Ohio puede ganar su actual gobernador, John Kasich, por el Partido Republicano. Apoyado por el progresista «The NY Times», el más moderado en liza está a la cola de la carrera republicana, pero es el claro favorito para conquistar este estado, que es el espejo ideal electoral y social del país. Desde las presidenciales de 1964, quien vence en Ohio acaba siendo presidente de Estados Unidos. En España, un grupo de once sociólogos y politólogos ha encontrado su propio Ohio en España con « Aragón es nuestro Ohio » (Malpaso ediciones), puesto que quien vence en esta comunidad, llega a La Moncloa desde 1977.

La segunda fase ya sería la campaña electoral propiamente dicha en la que los estadounidenses votan por los electores o compromisarios que los representarán en el Colegio Electoral. Este órgano lo componen 538 electores, por lo que se necesita una mayoría de 270 votos para ganar los comicios. Cada estado y el Distrito de Columbia tienen representación en el Colegio Electoral. La mayoría de los estados tiene un sistema en el que el ganador se lleva el total de los electores, sin importar la diferencia por la que se imponga. Maine y Nebraska tienen un sistema de representación proporcional.

Esta elección tendrá lugar el martes siguiente al primer lunes de noviembre (el 8). «Es el día que todos votan y no es directa, sino que votan a estos 538 compromisarios », agrega el profesor. Concluidas las elecciones, los electores se reunirán el primer lunes, después del segundo miércoles de diciembre en cada estado (19 de diciembre) para votar al presidente y vicepresidente.

El diputado del Congreso por Murcia Teodoro García Egea analizó hace dos meses en ABC qué hubiese ocurrido si España hubiera elegido el pasado 20 diciembre a su presidente con el sistema electoral estadounidense. El reparto que dibujó fue el siguiente:

PP: 242

PSOE: 43

PODEMOS: 45

Convergencia: 10

PNV: 8

Como se ha visto con los cálculos por el sistema mayoritario, el Partido Popular habría ganado de calle las elecciones, con Podemos segundo por haber sido primera fuerza en Cataluña. «No tiene mucho sentido importar este sistema, puesto que hay peticiones para una mayor proporcionalidad no hacia un sistema mayoritario. Es muy distinto. Y el sistema norteamericano tiene esa lógica por el tamaño del país», explica Virgili.

El reputado instituto Pew Research Center destaca que la participación en las últimas presidenciales estadounidenses fue una de las más bajas de los países de la OCDE con un 53,6%, es decir 129 millones de votantes de un total de 241. Muy lejos del 87,2% belga y el 82,6% de Suecia. En España fue del 73% el pasado 20 de diciembre.

«La participación en Estados Unidos es muy baja. Se explica porque votan un martes, que no es fiesta, tienen que registrarse y en cada estado normalmente se sabe quién va a ganar: si en California lo sondeos apuntan a una victoria aplastante de los demócratas, para qué van a hacer el esfuerzo los republicanos de ir a votar», argumenta el profesor de la Universidad de Navarra. El histórico de voto es relativo, están los estados cambiantes y los que han votado siempre lo mismo.

En España ayudaría a desincentivar el voto, dada la larga carrera electoral que empezaría por las primarias de cada partido. «Luego hay muchas peculiaridades como que ni los delegados ni compromisarios tienen el voto vinculado. Es decir, si Trump no llega a la convención de julio con mayoría absoluta, los representantes de los rivales pueden ponerse en su contra», agrega. En la historia del país sólo 10 compromisarios han sido desleales, cambiando los votos de su partido y la decisión popular del estado. Sin embargo, la situación nunca modificó el resultado de una elección, según recoge la Guía Práctica de las elecciones de EE.UU. 2016, de The Hispanic Council .

De esta forma, que los tuyos vayan a votar es un factor decisivo en Estados Unidos. «Es muy importante la movilización. Las de Bush y Obama fueron campañas de mucha persuasión y movilización. Trump atrae el voto del cabreo, del anti establishment, de blancos que han perdido trabajos por la globalización», subraya Virgili.

En los últimos años ha habido varias oleadas de intentar cambiar el sistema electoral para hacerlo más proporcional y sobre todo más accesible a todos. Las últimas de Obama estuvieron marcadas por las protestas en contra de las trabas en los estados republicanos para el registro. «Muchos latinos tienen dos y hasta tres trabajos así que cumplir los requisitos del registro es muy difícil, por ello, aunque el voto latino es decisivo, este no alcanza a la gran mayoría de esta minoría». No hay un voto latino homogéneo, el cubano tradicionalmente ha sido más conservador que el mexicano.

«Sería muy costoso»

Si cada comunidad autónoma pudiera elegir por asambleas entre vecinos ( caucus ), donde el voto no es secreto, o primarias organizadas por cada partido «se ganaría en democracía interna. Pero sería muy costoso por cada región. Serían entonces primarias abiertas pero con registro de cada votante y a qué partido es afín. Podrían votar no solo afiliados, sino simpatizantes e incluso votantes de otro partido», apunta.

Para Rubén Herrero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense, «el proceso norteamericano es más transparente y el electorado participa realmente en los procesos electorales que afectan a sus principales cargos públicos. Los elegidos defienden constantemente su cargo. En España no hay cultura de participación (involucrarse, donar, etc) pero podría hacerse cambiando la ley electoral, algo impensable, en tal dirección hoy en día».

El sistema estadounidense se complicaría aún más en caso de que a las presidenciales llegaran tres candidatos con opciones reales de victoria y no dos como ocurre normalmente. Se ha especulado durante meses la candidatura independiente del exalcalde de Nueva York y empresario Michael Bloomberg «para hacer frente a dos candidatos extremistas» como serían Trump y Sanders. Finalmente se ha retirado por temor a quitarle voto al candidato moderado, en este caso Clinton. ¿Qué ocurre si ninguno consigue los 270 compromisarios necesarios? Se pasa a la elección subsidiaria del presidente, en la que la Cámara baja estadounidense (Representantes) elige al presidente entre los tres más votados (en esta hipotético caso Clinton, Trump y Bloomberg). Pero sería por cada estado y en el que todos los representantes tienen que optar por un solo candidato. En 1992, otro magnate, Ross Perot , se presentó y terminó tercero con un 20%, aunque no obtuvo ningún compromisario porque no ganó en ningún estado.

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