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El negocio de los fármacos a la carta

La biofarmacéutica Oryzon focaliza su actividad en la medicina personalizada

Miguel Ruiz de Arcaute

Con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, el desarrollo de los nuevos fármacos ha cambiado. De la búsqueda y comercialización de principios genéricos, ideados para combatir enfermedades de manera ordinaria, algo así como «matar moscas a cañonazos», hasta llegar a la medicina personalizada, adaptada a las características de cada individuo. Es a lo que se dedica la epigenética, prometedor sector en el campo de la biotecnología en el que empiezan a despuntar empresas españolas.

Situado en Cornellá de Llobregat (Barcelona), y con oficinas en Cambridge y Massachusetts, se halla uno de los pesos pesados de esta rama. Fundada en 2000, la empresa catalana Oryzon Genomics se afana en la misión de identificar biomarcadores genéticos y proteicos con utilidad médica en enfermedades graves. Concretamente, se centra en el desarrollo de soluciones terapéuticas en el campo oncológico y de los trastornos neurodegenerativos. Hasta ahora, ha desarrollado dos compuestos que se encuentran ya en fase clínica, es decir, evaluando su eficacia en seres humanos. Se trata de una molécula para el tratamiento de la leucemia aguda y otra para el tratamiento del Alzheimer. Una vez superada esta fase, Oryzon busca establecer acuerdos con compañías farmacéuticas para lograr la aprobación de las agencias regulatorias y llevar los medicamentos a los pacientes.

El contrato

Es el caso de su acuerdo con la multinacional farmacéutica Roche, que en 2014 adquirió los derechos de ORY-1001, su molécula para tratar la leucemia aguda. El contrato llegaba en un momento clave, cuando el grifo de la financiación se acercaba al límite, y supuso el mayor jalón en su trayectoria. Este acuerdo les granjeó una inversión de 15 millones, que podría alcanzar los 500 en caso de que la molécula pudiera ser comercializada tras completar la fase clínica. Una realidad que podría hacerse tangible en cuatro o cinco años, confían en Oryzon.

Su otra creación, la molécula ORY-2001, cuenta desde enero con el visto bueno para empezar a ser testada en humanos tras los resultados satisfactorios en ratones. «El elemento diferenciador de ORY-2001 es que no se centra en mejorar los síntomas, como se había hecho hasta ahora, sino en detener la progresión de la enfermedad», apuntan. Además de Alzheimer, la molécula tiene la capacidad de actuar en otras enfermedades del sistema nervioso central como el Parkinson, Huntington y otras demencias. Aunque la firma ha logrado cerrar hace pocas semanas una ronda de financiación por 27,8 millones, en Oryzon se reconoce que las peculiaridades del sector hacen que los ingresos de la compañía sean oscilantes. En palabras de su director general, Carlos Buesa, «se trata de una empresa con un modelo de negocio a medio y largo plazo, y que no puede ofrecer resultados cada tres meses». Buesa, que se lamenta de las dificultades de inversión que sufren las empresas de I+D, espera que la situación mejore después de que esta semana la farmacéutica catalana Reig Jofre haya completado la adquisición de su división de diagnóstico. Con ello, Oryzon se refuerza financieramente, consolida su enfoque estratégico y se centra en el campo de la epigenética.

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