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La montaña de deuda, una losa que amenaza la recuperación

En menos de una década, los compromisos de pago pedientes han pasado de suponer el 35% del PIB a rondar el 100% y sumar de 1,1 billones

El Banco Central Europeo ha decidido esta semana no incrementar más el volumen mensual de compras de deuda pública y privada en la zona del euro, un paso más en la normalización de su política monetaria. EFE

MARIBEL NÚÑEZ/FERNANDO PÉREZ

Más que a una piedra en el camino, la recuperación de la economía española se enfrenta a una gigantesca roca... de deuda pública. España es el país que más crece de la Unión Europea, alrededor del 3% anual, y el que más empleo crea (partiendo de la base que es el segundo que más parados tiene), y la senda del déficit público parece algo más encarrilada que hace un tiempo. Sin embargo, hay una serie de problemas en el horizonte que amenazan la consolidación de la recuperación económica, y el de la deuda pública no es precisamente menor. No hay que perder de vista que la historia ha demostrado que el origen de algunas crisis económicas está en el exceso de deuda acumulada, tanto en empresas, familias como en los propios Estados.

El problema tiene un origen y una génesis claros: la caída de la actividad y el desplome del empleo durante la gran crisis hundieron la recaudación fiscal. El incremento del gasto en prestaciones y la factura del rescate bancario hicieron el resto. El déficit se disparó y el saco de la deuda comenzó a engordar. En el año 2007, España debía el 35,6% de su PIB. Desde ese año la escalada ha sido impresionante, tipo Tourmalet, hasta alcanzar el récord del 100,4% en el año 2014 y desde entonces sigue ahí más o menos, décima arriba o abajo. La cuestión no es baladí. A pesar de que la reactivación económica permitirá afrontar los pagos inmediatos con cierta holgura, no hay que perder de vista que de las arcas públicas saldrán este año 32.271 millones de euros destinados sola y exclusivamente a pagar tanto la financiación como el principal de la montaña de deuda pública que tiene este país.

De las arcas públicas saldrán este años 32.271 millones de euros para financiar y pagar la deuda pública española

Desde el Gobierno se insiste en que la deuda ha iniciado la senda descendente ya que, según la última actualización del Plan de Estabilidad ésta irá bajando pero muy despacio. En concreto la previsión de la Moncloa es que este año cierre en el 99% el PIB, baje al 97,7% en 2018 y al 95,4% en 2019. De momento, el último dato mensual disponible, del mes de mayo, vuelve a situar el porcentaje al límite del 100%, y el montante total de la deuda en la desalentadora cifra de 1.124.961 millones de euros. No parece que la buena coyuntura económica se esté aprovechando para rebajar significativamente el peso de la deuda. La política de tipos congelados del BCE contiene los riesgos asociados a este fuerte endedudamiento, pero el inevitable giro en la política monetaria o el advenimiento de otra nueva etapa de inestabilidad económica podrían desatar una auténtica tormenta.

Los organismos internacionales no dejan de alertar de los peligros de esta montaña de deuda. El Fondo Monetario Internacional aseguraba en su informe de esta misma semana sobre España que «pese a los logros realizados por la economía española en estos años todavía quedan algunos retos que es necesario afrontar plenamente para contrarrestar la ralentización del crecimiento que se espera a medio plazo, y para lograr mayor resistencia. La deuda pública y el desempleo estructural permanecen elevados y el envejecimiento de la población genera presiones fiscales».

Momento propicio

Además, añade que «la coyuntura económica propicia hace que el presente sea un buen momento para reducir aún más las vulnerabilidades fiscales. La elevada tasa de deuda pública de España, que ronda el 100% del PIB, deja poco margen a la política fiscal para responder a turbulencias. Mantener el ritmo gradual de ajuste establecido para 2017, hasta alcanzar el equilibrio presupuestario estructural, permitiría reconstruir las reservas fiscales con mayor rapidez, al acelerar la reducción de la deuda». Lo anterior se traduce en que la institución con sede en Washington desaconseja vivamente, aunque en las palabras exactas no se pueda percibir así, cualquier bajada de impuestos, tal y como planea hacer el Gobierno por la exigencia de Ciudadanos para darle su apoyo en el trámite parlamentario de los Presupuestos Generales del Estado de 2018.

En este sentido, el FMI aconseja aplicar un IVA normal a muchos productos que tienen en España un tipo reducido y que provoca que «la recaudación en España en relación con el PIB sigue siendo significativamente inferior a de la otros países europeos(..). Reducir las ineficiencias del sistema tributario podría ayudar a reducir tanto el déficit como la deuda públicos».

Los expertos instan a aprovechar el ciclo expansivo y la política monetaria del BCE para soltar lastre y afrontar futuras crisis en una situación de menor vulnerabilidad

No hay más alternativas para vaciar la pesada mochila: o se suben impuestos o se reduce el gasto. Rafael Pampillón, economista de IE Business School, considera que, teniendo en cuenta que «llevamos cuarenta años diciendo que hay que rebajar el gasto y no parece que haya manera», una de las «grandes tareas pendientes del Gobierno es una reforma fiscal en profundidad. Debería haberla afrontado cuando tenía mayoría. Ahora es más difícil tomar decisiones». Pampillón coincide con el FMIen que subir el IVA es la vía más rápida para aumentar la recaudación.

Lo que dice Bruselas

El discurso de la Comisión Europea es similar al del FMI. En su informe de esta primavera, se aseguraba que «el elevado nivel de deuda, tanto pública como privada, es un reflejo de los compromisos externos del país al tiempo que le expone a los cambios de los sentimientos del mercado». Pero la cosa no queda ahí, ya que la Comisión añade que «la reducción paulatina prevista de la deuda pública hasta, según nuestro cálculos, el 98,5%del PIB en 2018, es fruto fundamentalmente del crecimiento económico nominal del PIB, por lo que es fundamental que el país continúe con la senda iniciada de consolidación fiscal con el objetivo de reducir tanto el déficit como la deuda públicos».

Bruselas reconoce el esfuerzo hecho por familias y empresas no financieras españolas para reducir su elevado apalancamiento estos años. Según sus cálculos, a finales de 2016 «el stock total de deuda del sector privado llegaba al 163% del PIB, de los que 64,4 puntos correspondían a familias y los otros 99 a las empresas no financieras. Sin embargo, este 163% del PIB de esta deuda privada es 53 puntos inferior al récord registrado en el segundo trimestre de 2010 fruto sobre todo de que la progresiva amortización del stock de crédito y, más recientemente, de la robustez del crecimiento». Por sectores, Bruselas detecta «desendeudamiento sobre todo en la construcción e inmobiliario, fruto de que los bancos están moviendo sus préstamos hacia empresas y sectores con mejor salud financiera». Con todo la Comisión concluye que «a pesar de la progresiva reducción de la deuda hacia la media de la Eurozona, el nivel de deuda privada continúa elevado en España, sobre todo en el caso de las familias».

No hay recetas mágicas más allá de atajar el déficit con más ingresos fiscales o reduciendo el gasto

Este diagnóstico es compartido también desde España. Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y miembro de Funcas, asegura que « la deuda de familias y empresas se ha reducido en España en 482.000 millones de euros desde 2010, equivalente a 50 puntos en términos de PIB. Desde 2008 solo en intereses pagados empresas y familias han reducido en 83.000 millones de euros la carga de su deuda». Maudos añade que «a pesar de esta reducción el endeudamiento sigue siendo muy superior a la media de la UE, de 13,4 puntos porcentuales, lo que implica que aún hay un desapalancamiento pendiente que condiciona la recuperación, entre otras cosas, del crédito bancario y que supone también un freno al consumo y a la inversión. Este sobreendeudamento relativo respecto a la media europea se produce sobre todo en las empresas, donde el ratio deuda/PIB es 10,9 puntos porcentuales superior en España, mientras que en las familias la distancia es de solo 2,5 puntos porcentales».

La herencia a los hijos

Maudos, que defiende a capa y espada que cualquier análisis sobre la deuda tiene que basarse no en el PIB sino en la renta disponible, explica que «el exceso de endeudamiento es un dato preocupante que hace más vulnerables a empresas y familias ante un endurecimiento en el acceso a la financiación , lo que a la larga impacta en la inversión y consumo. Pero más preocupante si cabe es que el coste financiero y la amortización del principal sea excesivo en comparación con la capacidad de pago, o lo que es lo mismo, con la renta bruta disponible para hacer frente a la carga de la deuda. En cualquier caso para que el coste de la financiación de la deuda siga bajando es necesario continuar el desapalancamiento y que los tipos de interés se mantengan en niveles razonables ya que, de lo contrario, volverá a empeorar la vulnerabilidad financiera».

Las arcas públicas tendrán que destinar este año 32.271 millones de euros al pago de intereses

Por su parte I gnacio de la Torre, socio y economista jefe de Arcano Partners, cree que «la única solución para bajar la deuda pública es reducir el déficit, en la medida en que éste bajase se reduciría la deuda y sin duda nuestros hijos nos lo agradecerían pero, claro, le costaría votos al Gobierno de turno. En el fondo es una decisión moral». «Estamos en un país en el que nos gusta gastar el 42% del PIB e ingresamos solo el 38%. Esos cuatro puntos nos los tenemos que comer con déficit. Si seguimos en unos niveles del 100% de deuda sobre el PIB es porque ambos están creciendo al mismo ritmo, y esto hay que resolverlo. No podemos ser uno de los países europeos con mayor deuda con la actuales tasas de crecimiento y ritmo de creación de empleo», coincide el profesor Pampillón. En cuanto a la rémora que supone tener que pagar la financiación de la deuda De la Torre cree que «según suban los tipos de interés, que subirán, la factura de pagar la deuda irá subiendo de un 3% del PIB a cifras superiores y el dinero tendrá que salir de otras partidas como pensiones, educación o sanidad y por eso hablo de que dejar a la siguiente generación 100 puntos de PIB de deuda es una estafa moral, algo que ya advirtió Hamilton hace más de dos siglos». «Debemos tomar medidas ahora para reducir la deuda, porque si se produce una nueva crisis, convendría estar preparados para tener más margen para endeudarte. La situación actual recuerda un poco a las crisis de las hipotecas subprime. Se endeudaban a tipos de interés muy bajos gracias a políticas muy expansivas, pero de repente subieron los tipos y, claro, había que pagar», asegura Pampillón

En relación al umbral razonable de deuda pública que debe tener un país, y que el Tratado de Maastricht fija en el 60% del PIB en el caso de los países que tienen el euro, el economista de Arcano coincide en que «lo ideal es que sea inferior al 60%. Un estado de bienestar lo es no sólo por repartir horizontalmente, entre nosotros, sino también si es sostenible verticalmente hacia las siguientes generaciones, de modo que todo esto nos debería hacer meditar sobre las consecuencias de nuestros actos». Si no se le pone freno, la gigantesca bola de deuda amenaza con aplastar el futuro de la economía española.

Mínimos históricos

La buena noticia en el oscuro panorama que supone tener una deuda pública del 100% del PIB es que los costes de financiación están siendo bajos fruto de los mínimos en que está el precio oficial del dinero. El Tesoro tiene previsto emitir en el conjunto de este año 35.000 millones de euros, fruto de una emisión bruta a medio y largo plazo de 122.904 millones de euros tras cubrir vencimientos de 87.904 millones. En total el Tesoro espera emitir 220.017 millones de euros de deuda, ligeramente inferior a la de 2016. En el conjunto del año pasado, y por tercer año consecutivo, se han registrado mínimos históricos tanto en el coste medio de las nuevas emisiones (0,61%) como en el coste medio de la deuda en circulación (2,77%). Según el Tesoro «estos mínimos históricos en los costes de emisión han sido posibles incluso en el marco de una estrategia plurianual potenciadora de la emisión de tramos más largos de la curva. La vida media de la emisión a medio y largo plazo ha sido de 11,5 años, cifra muy superior a la registrada en 2015, que fue de 9,1 años, y más del dole de la de 2012. Este patrón de emisiones ha contribuido a alargar la vida media de la cartera de deuda en circulación, desde los 6,20 años de 2013 hasta los 6,81 años en 2016, reduciendo el riesgo de refinanciación de la Deuda ante una posible subida de tipos».

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