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Gato por liebre

Lorenzo Amor, presidente de ATA, asegura que pagar en función de los ingresos supondría más cotizaciones para la mayoría de los autónomos

Muchos sabemos que hay gato encerrado en la propuesta de adecuar cotizaciones a ingresos reales y, por tanto, muchos sabemos también que vender la medida a millones de autónomos, haciéndoles pensar que les va a suponer una rebaja en las cotizaciones, es darles gato por liebre. La propuesta, que encuentra reflejo en la mayoría de los programas de aquellos partidos que en estos momentos buscan conformar Gobierno, y que de forma recurrente se convierte en «trending topic» en las redes sociales, no es nueva. Ha sido debatida en múltiples ocasiones en la Comisión del Pacto de Toledo, hace dos legislaturas y bajo un gobierno socialista que hoy la rescata como propuesta, y entonces su estudio concluyó en un «mejor no tocar». Pese a ello en el imaginario social, reforzado por los mensajes de algunos partidos políticos y de «pseudo expertos» online, la medida se presenta como «la solución» a los elevados costes que asumen los autónomos. Empecemos por tanto a destripar el gato, para mostrar lo que realmente esconde, pues si decidiésemos comérnoslo, al menos hagámoslo con conocimiento del hecho.

El Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) es deficitario. En 2014 se recaudaron 10.820 millones en este régimen y se abonaron pensiones contributivas por importe de 15.955 millones. No sería de justicia no tener en cuenta el hecho de que el historial deficitario del RETA empieza con la incorporación del SETA (Régimen Especial Agrario), que acarreaba historias de baja cotización y ha desequilibrado de forma importante el balance del RETA, y necesitará de algunos años para compensarlas. De las altas de pensiones con complementos a mínimos registradas en septiembre de 2015, el 27,5% correspondían al RETA. Y ello tiene mucho que ver con que, según los datos de Seguridad Social de diciembre de 2015, del 1.959.613 de autónomos personas físicas (no societarias), el 86,13%, cotizaba por la base mínima y sólo el 0,01% en la máxima. También con que la base media de cotización en el RETA en 2014 sea un 40% a la del Régimen General (1.038,61 euros frente a 1.725,68), y por tanto la cuantía de las pensiones sea un 40% de media inferior a la de los asalariados. No podemos obviar que los costes de Seguridad Social no pueden, ni deben, ser una amenaza a la sostenibilidad del negocio de los autónomos, y eso es algo que pasa, y mucho.

Todos, especialmente políticos y legisladores, deben entender que la idiosincrasia de un autónomo no tiene que ver con la de un asalariado. Sus ingresos son inciertos y variables en el tiempo y, por tanto, tiene poco sentido que sus obligaciones con la Seguridad Social sí lo sean. Lo más lógico es mantener la voluntariedad en la elección de la base de cotización y progresar aún más en la periodicidad del cambio de base (actualmente dos veces por año) y en su agilidad administrativa, para permitir al autónomo adaptar sus cotizaciones a sus ingresos variables. Pero lo que se está planteando es otra cosa, es la eliminación de esa voluntariedad y la capacidad del autónomo de elegir y adaptar su cobertura a los ingresos variables que durante el año le genera su actividad.

En un sistema en el que la cuota sea progresiva a los ingresos, es el Estado el que fijará las cotizaciones, sin tener una variable sólida sobre la que determinar los ingresos reales de los autónomos, que sólo ellos conocen. Así, la primera gran incógnita es cómo se determinan esos ingresos y su periodo de referencia. Si fuesen los del ejercicio anterior, el autónomo se vería obligado a pagar unas cotizaciones sobre unos ingresos que no tienen por qué darse de la misma forma en el ejercicio siguiente. La segunda gran incógnita es si se trataría de rendimientos íntegros o rendimientos netos (ingresos menos gastos y descontadas ya las cotizaciones a la Seguridad Social).

Y la tercera gran incógnita es cómo se establecerían los ingresos de los autónomos en módulos, que por definición vienen fijados en base a criterios objetivos, o los de los familiares colaboradores, que recordemos es un colectivo que entre ambos suman cerca de 700.000 autónomos (496.000 en estimación objetiva y 189.000 colaboradores familiares), tampoco queda muy claro que ingresos se les pueden computar al 1.206.000 de autónomos societarios, ¿los de la sociedad? Es decir, que por ahora la medida podría sólo aplicarse al 1.590.000 autónomos en estimación directa. Dentro de los mismos, en torno al 32% tendría unos rendimientos netos reducidos anuales por debajo de la base mínima anual del RETA, 10.717,2 euros y el 68% estaría por encima. Es decir, que estaríamos hablando de un 32% que sobrecotiza y un 68% que infracotiza con el sistema actual.

Pero pocos «gurús» políticos han tenido en cuenta que de los que sobrecotizan, al menos el 15% no tiene obligación de hacerlo y no lo hacen, al estar por debajo del SMI. Y es que existe una sentencia del Supremo de 29 de octubre de 1997, conforme a la cual, si la retribución obtenida no alcanzara dicha cuantía del SMI, no cabe considerar la actividad como habitual y, por lo tanto, no sería precisa el alta en el RETA.

Todo ello, nos lleva a concluir que la adecuación de las cotizaciones a los ingresos sólo beneficiaría a un 15% de los autónomos que sobrecotizan y perjudicaría al menos al 80% de los autónomos que infracotizan en relación a sus ingresos. Que los que perciben menos paguen menos y los que reciben más paguen más, es lo más justo, pero hay que decírselo, porque ahora la mayoría de los autónomos creen que se les van a rebajar las cotizaciones, cuando seguramente se encuentren con que pagarían entre unos 60 y 70 euros más al mes de lo que pagan actualmente. La otra verdad velada es que se propone una cuota de 45 euros para los autónomos que estén por debajo del SMI, cuando ahora muchos de ellos pagan cero eruos, pues no tienen obligación de cotizar al no desarrollar una actividad por cuenta propia habitualmente.

Las implicaciones reales de una cuota en función de los ingresos es una subida del importe de la misma para la gran mayoría de los autónomos y no en una bajada como se busca vender. Pero lo que es aún más grave es que la bondad de la propuesta podría ir incluso a hacer pagar al que menos tiene, que es lo contrario de lo que la inspiró. Así que, sí, hay que afrontar la realidad y equilibrar el RETA para que sea sostenible y proteja en condiciones a los autónomos, pero antes de comernos el gato, al menos entremos en cocina y preparémoslo de modo que nos sepa a liebre y, sobre todo, que no se nos atragante.

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