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Esta primavera en El Corte Inglés

La propiedad de la compañía es la que debe escoger la persona más capacitada para dirigir la firma

Ramón Pérez-Maura

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Empresas sistémicas pueden ser también aquellas que al margen de sus resultados se identifican automáticamente con un país. Y, en ese sentido, El Corte Inglés fue una de las primeras empresas sistémicas de España. Era y es una referencia internacional en su sector, como «Harrods» o las «Galeries Lafayette» lo son en el Reino Unido o en Francia. Y en esta hora la firma española afronta una crisis que puede resultar muy dañina y poco o nada tiene que ver con el modelo de negocio. Ni siquiera es una disputa por la propiedad. Es una simple pelea familiar en la que el control de la compañía no está en juego por una sencilla razón: las hijas de Isidoro Álvarez controlan el 70 por ciento de la compañía, los hermanos de don Isidoro un ocho por ciento cada uno, y Dimas Gimeno, actual presidente de la compañía, tiene un doce por ciento. Es evidente dónde quiso el gran Isidoro Álvarez que residiera la propiedad de la compañía: en sus hijas, a las que nombró herederas universales. El resto de los beneficiados, entre los que también estuvieron las secretarias que tuvo a lo largo de su vida, fueron simples legatarios. Nada más y nada menos.

Tras morir Isidoro Álvarez en septiembre de 2014 su testamento se ejecutó sin problemas relevantes y durante dos años reinó la paz familiar. Pero la gestión de Dimas Gimeno empezó a ser cuestionada desde el seno de la compañía y de la propiedad, que es quien tiene todo el derecho a hacerlo. Fue por ello que meses atrás se decidió de forma unánime en el consejo de la compañía quitar las funciones ejecutivas a Dimas Gimeno y nombrar dos consejeros delegados. Él mismo como presidente votó a favor de que se le retirasen esas funciones. Pero a partir de ahí se desató el terremoto familiar. Es evidente que cualquier alto ejecutivo y accionista de una compañía tiene derecho a defender sus posiciones, pero el reloj corre y se le agota el plazo máximo para convocar un consejo de administración. Cita que quiere evitar porque sabe que perderá su cargo. Pero en la vida hay cálices que no se pueden apartar. Mientras llega ese momento, Gimeno no está ayudando ni a su compañía ni a la imagen del empresariado español.

Es inútil que el actual presidente insista en que Isidoro Álvarez le quiso a él como heredero. La propiedad de la compañía es la que debe escoger la persona más capacitada para dirigir la firma. Y no siempre tiene por qué estar en el ámbito familiar. Preservar una propiedad familiar suele ser elemento de éxito. Empeñarse en mantener la gestión de un negocio en el entorno familiar puede ser la vía más segura hacia el precipicio. Esta pelea familiar no tiene sentido. El limpio nombre de El Corte Inglés no se merece más polémica. Y a la propiedad de la compañía corresponde designar sus gestores.

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