Hazte premium Hazte premium

Buscando un puesto de trabajo

ABC, en la piel de un parado: «¿Es fácil encontrar un empleo de verano?»

«¿Hay posibilidades de que me llamen? Acabamos de echar a 445 personas; prueba más adelante». Es una de las reacciones con que topamos en nuestro experimento tratando de echar nuestro currículo en más de treinta establecimientos de Madrid

ABC, en la piel de un parado: «¿Es fácil encontrar un empleo de verano?» m. n. m.

M. Nieves Mira

Una tarde cualquiera de un mes de junio en que la crisis económica aún pesa sobre los españoles. Hace poco que se han conocido los datos de personas en paro correspondientes al mes de mayo de 2015. Son todavía 4.215.031 . Varios miembros del Ejecutivo liderado por Mariano Rajoy consideran que se está en la buena tónica . ABC decide probar suerte, salir a la calle para comprobar si con la época estival –donde habitualmente se eleva el número de contratos temporales y los empleos– es fácil encontrar trabajo. Aunque sea temporal. Más de una treintena de establecimientos de Madrid aguardan nuestra dura travesía.

Por delante, una calurosa tarde, una carpeta llena de currículos (graduada, de 23 años) y los nervios de quien suplica, puerta a puerta, cualquier tipo de trabajo que salga.

La zona de Avenida de América de Madrid, con un gran número de oficinas, tiendas, cafeterías, supermercados e incluso hoteles, parece idónea para intentarlo: me vale cualquier cosa. No empiezo con mal pie. Un matrimonio de mediana edad busca a alguien para que se encargue de su pequeño quiosco los sábados y los domingos.

– ¿No habría posibilidad de una jornada completa? ¿O media jornada, pero de lunes a viernes?, pregunto

– Ahora mismo nos apañamos bien nosotros. Pero llámanos si no encuentras otra cosa.

Y claro, el «que tengas suerte» de rigor. Creo que nunca me han deseado tanta fortuna como hoy, el día de mi simulación de estar en paro. Justo enfrente, en una perfumería, la dependienta no puede contener una risa nerviosa al ojear mi currículo.

– ¿Qué pasa?, pregunto curiosa.

– Madre mía. Yo es que veo los currículos y se me cae la cara de vergüenza, al suelo. ¿Incorporación inmediata, verdad? Yo se lo dejo por aquí a mi jefe. Y que tengas suerte.

Con más vergüenza que otra cosa, salgo rápido y pruebo en varias cafeterías que atienden a aquellos que solo están de paso. Los pocos trabajadores que hay parecen tener mecanizado lo de recoger currículos. «Yo lo dejo aquí y ya mi jefe que vea». Nadie me dice nada, a pesar de mi insistencia, de si, ahora que el verano acecha, contratarán a alguien aunque sea para sustituir a quienes se van de vacaciones. Una dependienta suelta un bufido nervioso, pero evita cualquier valoración. ¿Tendrán vacaciones?

En Juteco, una de las grandes marcas de perfumería de nuestro país, no recogen currículos en mano, «por el tema de la ley de protección de datos», me dice el encargado, y me anima a introducir mis datos en su página web.

– ¿Pero crees que hay posibilidades de que me llamen?

– Por ahora está difícil. Tanto que acabamos de echar a 445 personas a la calle con un ERE [entre Bodybell y Juteco]. Prueba más adelante.

Pero decido insistir en un Bodybell que hay algunas calles más abajo. «Ahora mismo no sé. Tú, por si acaso, échalo. A ver si hay suerte, que nunca se sabe», me dice una de las trabajadoras a quien pregunto si hay algún tipo de movimiento de personal últimamente.

En un hotel de la cadena AC, compruebo lo que cuesta para quien está detrás del mostrador romper las ilusiones de quien entra con ganas de trabajar .

– ¿Te puedo dejar mi currículo?

– Sí claro, pero a través de nuestra web (me extiende una tarjeta y me rodea con un círculo la dirección). Entras aquí y rellenas tus datos. No se tarda nada.

– ¿Y estáis buscando a alguien?

– Ahora mismo no. Lo siento, contesta muy sonriente.

Los empleados, habituados en recoger CV, tienen el proceso mecanizado

Por si es cosa del tipo de comercio, entro también en varios supermercados que hay por la zona . En un Carrefour Express en el que aparentemente solo trabaja una persona –y se encarga de la caja–, una copia de mi currículo acaba en un montón al lado de un ordenador que debe tener más de una década. Tengo que insistir para saber si servirá de algo entregárselo. «De momento no, no te voy a engañar. Pero bueno, tú déjamelo aquí y yo lo bajo a la oficina. Suerte», contesta el cajero-encargado.

Con más suerte que nunca en los bolsillos, pero sin ninguna esperanza de que haya servido para algo esta tarde de búsqueda de empleo activa, enciendo el ordenador. Y pruebo también a través de internet, donde hay ofertas que superan los cinco mil aspirantes inscritos. Me atrevo a pinchar en una para un puesto de azafata en una sucursal bancaria: de lunes a viernes, 22 horas y media, 459,89 euros brutos (12 pagas). Y mi currículo se pierde ahora también en la Red.

Quince días después y tras más de treinta comercios recorridos, el móvil sigue sin sonar . Tampoco hay nada en el buzón. La suerte aún no ha llegado.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación