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opinión

Leer este artículo lleva más de ocho segundos

Carlos Balado, subdirector general y director del área de comunicación, marca y relaciones corporativas de Banco Popular

Leer este artículo lleva más de ocho segundos ABC

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La atención, y no la información, es hoy en día el recurso más escaso en muchos ámbitos y se refleja de modo particular en la economía.

Esta es además una tendencia creciente. Si bien es cierto que 30 segundos de interacción son suficientes para saber si hemos conectado adecuadamente con otra persona, la capacidad de atención en un foco se ha ido reduciendo de forma progresiva en esta última década.

En Estados Unidos, los trabajos realizados por el National Center for Biotechnologic Information ponen de manifiesto dos hechos. El primero, que existe una «generación silenciosa», en la que internet está omnipresente, que tiene más conocimientos que las anteriores en esa materia, está más preparada para comprender y utilizar las innovaciones que van apareciendo y su capacidad de atención centrada en un asunto concreto se mantiene una media de ocho segundos. En el año 2000 el lapso medio de atención llegaba a 12 segundos.

En definitiva, en este grupo de edad la capacidad de atención disminuye a una velocidad, al menos, inquietante.

El segundo aspecto destacable es que esa generación comparte otra peculiaridad: un claro déficit de habilidades interpersonales.

Si damos por sentado que ambos hechos son ciertos, cosa esta que no hay por qué dudar, estamos ante un fenómeno de nuevas dimensiones: una población que se está adaptando a procesar más información en menos tiempo y obligando a que se le suministre hechos y datos en dosis mínimas.

Dicho con mayor concreción, mensajes cortos, predominio de los iconos y los símbolos sobre los textos y con preferencia por la imagen en movimiento más que por el texto escrito. Casi como en el medioevo y previo a la creación de la imprenta.

Puesto que el uso de internet es prácticamente universal e inter clases , es posible llegar a una conclusión similar a la anterior, aunque menos empírica, respecto de otras generaciones de mayor edad. Captar y retener la atención es, a día de hoy, una tarea muy complicada que exige una comunicación rápida. Ahora bien, será difícil que resulte, al mismo tiempo, precisa y profunda.

La actividad económica está muy afectada ya por esa dificultad para retener la atención y, quizás, donde más se refleja este hecho es en el consumo.

¿Cuánto dura lo nuevo? ¿Cuánto tiempo se mantiene el interés por la novedad? ¿horas? ¿segundos? Parece que muy poco. La vida activa de cualquier producto o servicio es víctima de una atención efímera, y en el caso de las relaciones personales y sociales, mejor sería que ese fenómeno, de casi inmediata caducidad de cualquier propuesta, no fuese contagioso.

Al margen de la valoración particular que pueda merecer este contexto altamente tecnológico, lo cierto es que la economía está determinada por el hecho de que la atención es escasa y dispersa y tiende a serlo más aun, con repercusiones en diferentes ámbitos, desde la formación de las personas, a las decisiones de compra, pasando por la capacitación para los empleos.

Dada la situación del mercado laboral en nuestro país, los efectos de esta tendencia no parecen muy favorables. La tasa de desempleo estructural o tasa de desempleo no aceleradora de la inflación, es decir aquella que existe independientemente de la evolución del ciclo económico, es de las más altas de los países desarrollados. De cada 100 personas en edad de trabajar casi 18 no reúnen las capacitaciones que requiere el mercado.

Sin duda, la tecnología mejora la productividad por empleado y su crecimiento ayudará a la mayor competitividad del país y, por consiguiente, a reducir el desempleo, pero realmente la gestión más difícil de la vida laboral y comercial va a estar en que la escasa atención no sea considerara una «externalidad negativa» o efecto colateral del avance tecnológico, poco importante del desarrollo económico y que, por tanto, se renuncie a exigir más reflexión que rapidez.

La economía se mueve por la rapidez, pero la reflexión es imprescindible para obtener resultados, o como decía Gracián, «los sabios suelen pecar de lentos, porque una mirada atenta obliga a detenerse». La sabiduría es sin duda una buena aspiración, pero mientras tanto, será una buena habilidad competitiva del mercado laboral la capacidad de no perder la atención.

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