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formación & empleo

En tierra de programadores

Bilbao acoge el único campus europeo del DigiPen Institute of Technology, un «templo» para desarrolladores y diseñadores de la industria del videojuegos

En tierra de programadores

lucía dorronsoro

Hace más de veinticinco años, el cofundador de Nintendo, Claude Comair , creó la primera universidad del mundo centrada en el desarrollo de videojuegos, el Instituto Tecnológico de DigiPen . Tras una primera incursión en Canadá, este arquitecto e ingeniero medioambiental de origen libanés trasladó su «sueño» académico a Redmond (Estados Unidos), una ciudad situada en el borde este del área metropolitana de Seattle, muy conocida por acoger también las sedes de Microsoft y Nintendo of America. Otro burbujeante «valle tecnológico», florecido en la tierra de las oportunidades, desde donde comenzó a impartirse en 1996 el primer Grado en Videojuegos y Programación del mundo.

Comair había alimentado desde sus años como profesor invitado en la Universidad de Osaka (Japón), allá por 1983, la idea de preparar un «cuerpo de élite» de nuevos profesionales, capaces de nutrir una industria cada vez más potente como la del videojuego y sus múltiples aplicaciones. Una industria para la que además existía y existe una enorme carencia de perfiles adecuadamente formados , y que, junto a la realidad virtual y el Big Data, está definida como uno de los grandes yacimientos de empleo cualificado , que crecerá aún más en los próximos años.

Cuando el ministro José Manuel Soria habla con voz de español de la necesidad de recuperar la industria como motor del crecimiento sabe que ese plan de reindustrialización, para ser competitivo, pasa necesariamente por Europa. Eso no quita que las iniciativas, al menos alguna de ellas, partan de España. Y que la industria de la que podemos estar hablando sea precisamente la del videojuego.

En 2010, y con una España en horas bajas de cara a su reputación internacional, arrancó en Bilbao el primer y único campus europeo del DigiPen Institute of Technology. Lo hizo con dos grados universitarios -uno en Programación de Videojuegos y otro en Bellas Artes con especialidad en Arte Digital y Animación-, para un total de diez alumnos. «Una promoción que ya está trabajando», comenta Ignacio de Otalora, director ejecutivo de DigiPen Bilbao, quien asegura que «ya hay empresas esperando a que termine la siguiente».

La cifra, aunque pequeña, sigue la línea de las estadísticas de contratación del campus de Estados Unidos o del que fundaron antes que el español en Singapur, en 2008.

Otalora recuerda cómo se inició una negociación que, contra todo pronóstico, fue más directa de lo que esperaban. Y que partía precisamente de la misma idea de reindustrializar una región, con la vista puesto en aquellos sectores e industrias que se mueven en paralelo a la revolución digital.

Correo recibido

«Empezamos a mover el tema -continúa- desde la Cámara de Comercio de Bilbao con un primer correo que enviamos directamente a Claude Comair. Uno piensa que alguien que se mueve a tan alto nivel no responde personalmente sus mail, pero para nuestra sorpresa lo hizo».

La casualidad quiso que el señor Comair estuviera por aquel entonces organizando su primera visita a España. Un viaje privado, por placer, a Marbella. «Y ese cruce de caminos hizo que se fijara una primera reunión en Málaga para poder explicarle en persona por qué nos interesaba llevar a Bilbao su universidad en aquel momento. Y sobre todo, por qué podía interesarle a él apostar por España en lugar de por cualquier otro país de Europa », recuerda Otalora.

«Conseguimos traer a Europa una iniciativa que ha sido primicia mundial: la primera universidad del mundo que puso en marcha una formación de este tipo. Eso ya es un hito», defiende el directivo, quien no se olvida de lo difícil que fue arrancar el proyecto en el contexto de crisis económica, desconfianza y mala imagen internacional en el que se movía el país. «Sin embargo -destaca- , el diálogo con Comair siempre ha sido fluido y muy constructivo». Puede deberse a que «en su propia experiencia, en la trayectoria profesional de alguien que empieza a desarrollar un sector mucho antes de que la mayoría entienda de qué está hablando, ha debido encontrarse muchas barreras, obstáculos, muchas caras de incredulidad... Hoy él hace justo lo contrario. Está abierto a cualquier idea por descabellada que pueda parecer», reflexiona Otalora.

Una ardua tarea

En el campo de los videojuegos hace falta todavía un gran trabajo de sensibilización. «Muchos padres no son conscientes de lo complejo y exigente que es realizar un videojuego o una animación, creen que se trata de una titulación sencilla porque tiene una parte muy lúdica. Pero detrás de ese juego, se esconden horas y horas de trabajo de programadores con conocimientos en algoritmos matemáticos, inteligencia artifical, leyes físicas...».

De hecho, muchas de las salidas profesionales de estos alumnos «están en sectores tan complejos como el de la neurología, la aeronaútica, la optometría, las telecomunicaciones... Y por supuesto, también el cine , la animación y los videojuegos», concluye.

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