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La economía venezolana no madura

La caída del precio del petróleo amenaza a un país en recesión y con una inflación del 60%. El Gobierno ha aprobado un nuevo tipo de cambio con devaluación del 69%

La economía venezolana no madura reuters

javier tahiri

El río Orinoco, arteria de agua que atraviesa el corazón de Venezuela, representa las dos caras de la economía del país. A lo largo de 650 kilómetros, su inmenso caudal esconde las mayores reservas petrolíferas del planeta. Sin embargo, bajo tierra, el maná que brota de este tesoro subterráneo es crudo extrapesado , con azufre y de difícil refino. Crudo agrio le llaman. Ello provoca una situación agridulce: Venezuela destina el 40% de sus exportaciones de petróleo a Estados Unidos para poder tratarlo y consumirlo, según datos de la Agencia de la Energía norteamericana (EIA por sus siglas en inglés).

En los últimos meses, el oro negro ha generado nuevas incertidumbres para el país. El barril de Brent ha caído un 40% desde junio por el aumento de la producción de Arabia Saudí, hasta los 60 dólares. El hundimiento del precio afecta a Venezuela por ser uno de los principales productores de petróleo del mundo. Los ingresos relacionados suponen más del 90% de las divisas que recibe el país iberoamericano y la mitad de su presupuesto.

«Los ingresos petrolíferos del año pasado fueron de 30.000 millones de dólares, la mitad que el año anterior», asegura desde Caracas Luis Vicente León, presidente de Datanálisis. A menor precio del petróleo, menos ingresos por exportarlo, por lo que se reduce la liquidez del país, pudiendo agravar el desabastecimiento de algunos productos.

La calidad de su oro negro provocó que hace unos meses Caracas comenzara a importar petróleo. A pesar de ser el país con las mayores reservas de oro negro del mundo, Venezuela compra crudo ligero para mezclarlo con el magma pesado de la franja del Orinoco y así poder utilizarlo. «Venezuela debe responder aumentando su producción, permitiendo que operen petroleras internacionales que puedan refinar el crudo pesado», afirma Luis Vicente León.

Porque la extracción petrolera no ha variado a pesar de los vaivenes de precio y se mantiene en 3 millones de barriles diarios, según la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Paradójicamente, BP calcula que el consumo de petróleo por parte de los venezolanos aumentó un 50% entre 2003 y 2013 , espoleado por los subsidios que recibe la población para poder adquirir carburante.

Estos dos lados de la economía se trasladan a la calle. En teoría, el país tiene varios tipos de cambio. La gama de valores va desde los 6,3 a los 52,1 bolívares que puede equivaler un dólar. Sin embargo, en el mercado negro se pagan unos 200 bolívares por cada «billete verde». La semana pasada el Gobierno aprobó un tipo de cambio más que devalúa la moneda un 69%, ya que un dólar se cambia por 170 bolívares en el nuevo baremo para intentar erradicar el mercado paralelo. Una moneda con varias caras.

«Esta es la razón del desabastecimiento de algunos productos, el control de precio y del cambio», explica por correo electrónico Ricardo Hausmann, exministro de Planificación de Venezuela entre 1992 y 1993 y ahora catedrático en la Universidad de Harvard.

Todo ello en un país con una inflación que en 2015 ya vuela por encima del 60%. En un artículo publicado el pasado mes de octubre, los economistas Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart calcularon que, ajustado a la inflación, el Producto Interior Bruto per cápita del país era un 2% inferior al de 1970, a pesar de que desde entonces el precio del petróleo se haya multiplicado por diez.

«Es necesario unificar todos los tipos de cambio pero probablemente generaría más inflación. Hiperinflación», describe a ABC Roberto Rigobon, catedrático venezolano del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). «El problema de Venezuela no es el tipo de cambio sino el cambio del tipo», ironiza por su parte Ricardo Hausmann, en referencia a Maduro.

Caída de la actividad

Este cóctel de problemas ha desembocado en que el país haya entrado en recesión en el tercer trimestre de 2014, como admitió el propio presidente Nicolás Maduro el pasado mes de diciembre. Venezuela ha enlazado tres trimestres de contracción de la actividad, con caídas del PIB del -4,8%, un -4,9% y un -2,3% respectivamente. «La economía venezolana está pasando por un momento similar al de una economía de guerra después de perderla. Escasez, inflación, crimen, corrupción, desempleo, déficit fiscal y un enorme deterioro institucional», lamenta Rigobon.

La incertidumbre se traslada a los mercados. Venezuela paga un 12% por colocar bonos de deuda a 6 años, uno de los intereses más altos del planeta. Mientras las dudas crecen, las reservas extranjeras han disminuido hasta los 22.058 millones de dólares en enero, cifra que contrasta ante los más de 38.000 millones que albergaba hace dos años, según datos del Banco Central de Venezuela.

Ante este escenario, el mes pasado Nicolás Maduro se reunió con su homólogo chino, Li Xinping y arrancó un compromiso del gigante asiático para invertir 20.000 millones de dólares en los próximos años. Venezuela se beneficia de otros 50.000 millones de dólares en créditos del régimen chino.

Parte de los créditos que recibe de Pekín los paga con petróleo, para satisfacer la voracidad de recursos del gigante asiático. China es uno de los tres mayores compradores de crudo de Venezuela: en 2011 adquiría un 10% de su producción y desde entonces, como destaca la EIA, su apetito por el oro negro de Caracas ha ido en aumento.

«Los acuerdos con China parecen ser los únicos que quedan disponibles ante la escasez de ingresos y la desconfianza de los mercados internacionales por el riesgo de impago. Además no parece muy probable que el Gobierno reciba asistencia del Fondo Monetario Internacional en caso de necesitarlo, porque políticamente sería difícil de vender. Y los aliados clásicos como Rusia están con problemas financieros críticos también», analiza Luis Vicente León.

Las dudas se disparan de cara a las próximas elecciones parlamentarias. «En octubre Venezuela debe hacer frente a vencimientos de 11.000 millones de dólares. El país podría no pagar, no por falta de recursos sino porque no le convenga. Incluso el Gobierno podría utilizarlo políticamente (declarar la independencia de Wall Street) de cara a las elecciones parlamentarias de noviembre», sentencia Rigobon. En Venezuela la economía ya no es propia.

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