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¿Por qué Grecia no debe, y «no puede», salir del Euro?

La probable victoria de Syriza en las elecciones del próximo 25 de enero ha resucitado el drama griego y la crisis de Europa

¿Por qué Grecia no debe, y «no puede», salir del Euro? efe

luis p. arechederra

Los focos de la vieja y debilitada Europa apuntan de nuevo a Grecia. El país —la cuna de la democracia occidental— no puede pagar su inmensa deuda. Su prima de riesgo sobrepasa los 1.000 puntos. El paro se mantiene superior al 25%. Y la población sigue asfixiada por los recortes. Ahora, la convocatoria de elecciones para el próximo domingo 25 de enero ha abierto un nuevo capítulo en este drama. El temor a la probable victoria de Syriza, el partido radical de izquierdas que propone una quita de la deuda y aparcar la austeridad, inquieta a las voces más ortodoxas del continente.

La prensa alemana ha aireado que el Gobierno de Merkel considera un escenario en el que Grecia salga del Euro, un trayecto desconocido que ningún país ha recorrido. Al instante, las principales Bolsas europeas y la cotización del Euro cayeron. Ayer, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde , advirtió a Grecia: «Una deuda es una deuda y supone un contrato». ¿Puede Grecia caminar sola? ¿Es un farol de Alemania? ¿Estamos ante el fracaso del proyecto europeo? ¿Decidirán estas elecciones nuestro futuro?

—¿Puede un país abandonar la moneda única?

—Aunque la política podría crear nuevos cauces, esta opción no existe en las normas europeas vigentes. Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, explica que el Tratado de Maastrich de 1992 —el que llevó a la creación del Euro—, incluidas las reformas que hizo el Tratado de Lisboa de 2009, «ni prevé ni permite la decisión unilateral de un Estado miembro de dejar» la moneda única. Es más, salvo Reino Unido y Dinamarca, todos «los demás estados de la UE tienen la obligación de irse sumando» cuando reúnan los requisitos exigidos: una inflación baja y estable, un tipo de cambio estable y unas finanzas públicas saneadas. El euro nació en 1999.

—¿Por qué vuelve Grecia al primer plano informativo?

—El primer ministro griego, Antonis Samaras , convocó elecciones anticipadas para el próximo 25 de enero porque el Parlamento no ha sido capaz de formar el Gobierno que debe aprobar los ajustes que exige la Troika a cambio de otro tramo de rescate. Las encuestas dan como ganador a Syriza, la formación radical de izquierdas que quiere renegociar las condiciones del rescate. Syriza no ha proclamado en ningún momento que quiera a Grecia fuera del Euro. Su líder, Alexis Tsipras, ha prometido el fin de la austeridad, una quita de gran parte de la deuda y un aplazamiento del resto hasta que el crecimiento permita pagar. Este horizonte inquieta a los defensores de los ajustes fiscales.

—¿Está la salida de Grecia del Euro sobre la mesa?

—La prensa germana publicó hace unas semanas que el Gobierno alemán contempla esta opción. Merkel no lo ha reconocido. La Comisión Europea y el Eurogrupo han contestado que no está en la agenda. Ignacio Molina, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid, afirma que en Alemania «hay muchos agentes que quieren influir para que no gane Syriza» porque no quieren «ni plantearse» que se suavicen las condiciones del rescate. El analista no atribuye esta intención al Gobierno de Merkel, sino a muchos actores , como el Bundesbank, el Tribunal Constitucional alemán o la propia prensa alemana. «Todo lo que sea proyectar que Grecia se juega salir del Euro les viene bien».

Santiago Carbó, Catedrático de Economía de la Bangor University e investigador de Funcas, considera que esta cuestión se ha convertido en un arma estratégica entre dos partes. La posición griega, que asume los excesos del pasado pero considera que tienen poco oxígeno para empujar a su economía; y la posición alemana, para quien pagar la deuda es sagrado. Ambas partes juegan un partida de póquer. Las dos tendrán que hacer concesiones.

—¿Qué le sucedería a Grecia si sale del Euro?

—Volvería a una moneda local con muy poco valor. Carbó afirma que al país «se le cerrarían los mercados y su estrangulamiento financiero agravaría» la situación económica. Añade que sus deudas permanecerían en euros y Grecia entraría en suspensión de pagos. José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi para España, matiza que habría que tomar «medidas de choque para evitar ese pánico financiero». Mantener al país en la UE y aportarle una línea de crédito, apunta, «limitaría el daño a corto plazo». Mangas, quien opina que el sistema financiero del país quebraría porque la población trataría de retener sus euros, cree que su salida del Euro provocaría su «retirada forzada» de la UE. Aunque no se pueda expulsar a un Estado miembro, la retirada está prevista en el artículo 54 del Tratado de la UE. Retirarse de una organización internacional —como la UE— es al final un derecho inherente a todo Estado miembro, señala la catedrática de Derecho Internacional Público.

—¿Cómo afectaría esto al resto de la Unión Europea?

—La UE está más protegida ahora que en 2012 por cortafuegos como la unión bancaria. La prueba, razona Molina, es que estas noticias han elevado la prima de riesgo de Grecia, pero no las italiana, portuguesa y española. Muchos acreedores han provisionado la deuda griega en sus manos, explica Carbó. No hay duda, eso sí, de que el Euro «se debilitaría». El economista americano Barry Eichengreen cree que sería como «un Lehman Brothers al cuadrado». Campuzano opina que el BCE combatiría el impacto con compras de deuda soberana.

—¿Puede Grecia pagar su inmensa deuda?

—El país heleno, que tiene una deuda que supone el 174% del PIB, creció en 2014 después de seis años en caída libre. Aún así, su crecimiento fue muy débil. Grecia se alzó un 0,7% en el tercer trimestre de 2014, después de avanzar un 0,8% y un 0,3% en los anteriores. Técnicamente, por tanto, ha dejado atrás la recesión. Los expertos asumen que Grecia necesita más tiempo y mejores condiciones para devolver la deuda, que está en manos de la Troika y de los gobiernos europeos en un 80%. Esto no será posible hasta que la actividad coja carrerilla. Molina señala que el país tendría que crecer «con tasas chinas» para pagar. Las quitas serán necesarias. «Las quitas se están negociando de forma progresiva porque Grecia necesita más espacio para recompenerse lentamente», explica Carbó. Su rescate, hasta ahora, ha necesitado más de 200.000 millones. El FMI ha suspendido las negociaciones sobre el siguiente tramo hasta que haya Gobierno.

—¿Han vencido las tesis que defienden la austeridad a ultranza?

—El profesor Molina argumenta que existe «un consenso intelectual» de que hay que repensar cómo se gestiona la austeridad aplicada en Europa. Cita como ejemplos las posiciones de Jean-Claude Juncker, el nuevo presidente de la Comisión Europea, que ha lanzado un plan de inversiones; o del BCE, que tiene listo un plan de compra de deuda soberana «a la americana», algo impensable hace unos meses por las reticencias alemanas. Carbó coincide en que, a pesar de que a los «planes de partida irreales que se impusieron a Grecia» se les ha dotado después de algo de realismo, siguen siendo recetas muy duras para el país. La austeridad fue demasiado lejos.

—¿Sería la salida de Grecia del Euro el fracaso del proyecto político europeo?

—Mangas responde que sería una «grave crisis por sus efectos mediáticos», pero no sería un fracaso. Argumenta que Grecia es un país poco comprometido con el avance europeo y que no destruiría un «proceso de largo aliento, sólido, exitoso e imprescindible para la paz de Europa y del mundo». Molina explica que existen dos teorías en los círculos académicos. Para unos, la salida de Grecia sería el fracaso de Europa por «falta de solidaridad» y el posible contagio: «podría salir cualquiera». Para otros, sería bueno porque reforzaría a los demás, «al demostrar que no vale todo en el Euro». Él considera que no se puede dejar a Grecia atrás.

«Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho», afirmó Robert Schuman, uno de los padres de la UE, el 9 de mayo de 1950.

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