Enoturismo, otra innovación de la que bebe España para ser líder turístico mundial

Con anterioridad a esta fecha las bodegas no permitían la entrada de visitantes a las instalaciones limitando el acceso de estos a una experiencia única y coartándose de un modelo de negocio complementario a la producción y venta de vino. «Entonces, casi todas las bodegas estaban cerradas al público, sólo se podían visitar si había una relación comercial. Importadores, distribuidores, restaurantes…. Sólo ellos tenían acceso a lo más importante del vino, a la cercanía de conocer todos sus procesos. Nosotros fuimos pioneros en acercar el vino al público», asegura Santiago Vivanco.

En los diez años que han transcurrido desde entonces el enoturismo se ha situado como un reclamo de ocio y formación para nacionales y extranjeros, generando una gran afluencia de turistas y creando nuevos puestos de trabajo. Solo en la bodega Vivanco, en los diez años de su existencia tras ser inaugurada por el entonces Rey Juan Carlos I, se han registrado más de 1.000.000 de visitas de todo tipo de nacionalidades. Santiago Vivanco asegura que el enoturismo aporta un valor añadido incalculable para las bodegas pues «es la mejor manera de diferenciarse y de que te conozcan».

Mas aún, cuando Vivanco presentó a Deloitte el proyecto para calcular su viabilidad, tanto la consultora como el propio gobierno autonómico infravaloraron la demanda que este iba a tener.

En términos generales, el número total de visitantes registrados en las bodegas españolas (que forman parte de las rutas integradas en Rutas del Vino de España) ascendió a 1.689.209 personas en el conjunto del año 2013, según el informe anual que elabora Acevin, la Asociación española de Ciudades del Vino. La cifra refleja la tendencia al alza de este tipo de turismo pues supone un aumento del 18,08% respecto a 2012.

Este nicho del turismo también es fuerte creador de empleo, pues según un informe elaborado por turismodevino.com, en 10 años el enoturismo generará 50.000 puestos de trabajo en España .

No solo el enoturismo, el vino en general también estimula otros ámbitos del mercado de trabajo como los «sumilleres». Estos expertos en la materia son los que «dan prestigio a los caldos y hacen que se sienta realizado el cliente, que sigue confiando en nuestras recomendaciones», según ha asegurado el presidente de la Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres (UAES), Pablo Martín Martín, en una entrevista a EFE. El sector cuenta con más de 4.000 profesionales y Martín Martín asegura que apenas existe paro entre los sumilleres.

Asimismo, las rutas del vino son un fuerte tirón para las regiones que las acogen mejorando la afluencia de turistas y reinvirtiendo beneficios en la zona.

En el ranking de las rutas más visitadas, el informe elaborado por Acevin, sobresalen la Ruta del Vino y el Cava de Penedès Enoturisme (Barcelona) y las Rutas del Vino y el Brandy del Marco de Jerez (Cádiz). Junto a ellas, despuntan las rutas de Ribera del Duero, Rioja Alavesa, Rioja Alta y Rías Baixas también no tienen cifras relevantes.

En cuanto a la distribución temporal a lo largo del año, otoño y primavera siguen siendo las temporadas preferidas para realizar enoturismo. Los meses de octubre (con 200.103 turistas) y septiembre (187.981 visitantes) son los más fructíferos en la llegada de visitantes, seguidos muy de cerca de mayo y junio con 178.869 y 160.196 turistas respectivamente. Respecto al perfil de los visitantes, la demanda enoturística en España sigue siendo mayoritariamente nacional, si bien se observa que, muy poco a poco, la internacional va creciendo, con los mercados alemán y británico como principales emisores. En relación a la procedencia de los visitantes nacionales, destaca el mercado catalán, llegando al 24,55% del total. En segunda posición estaría la Comunidad Valenciana, con un 15,88%.

El sector trata de ser uno de los principales ganchos para el turismo de lujo y estímulo de la movilidad nacional pero en algunas regiones como La Rioja, la carencia de grandes instalaciones hoteleras dificulta la atracción de la clientela mas selecta. «También se reclama la capacidad de atender en varios idiomas, algo que en las casas rurales es dificil encontrar» asegura Santiago Vivanco en referencia a las deficiencias que pueden existir para atraer a turistas extranjeros.

Aunque el turismo del vino es mucho más que visitar bodegas, lo cierto es que en la mayor parte de los viajes y estancias en rutas del vino, siempre suele estar presente la visita a una o varias instalaciones bodegueras.

El vino se ha convertido en algo más que una simple bebida alcohólica ofreciendo experiencias culturales, artísticas, históricas, rurales... en definitiva se perfila como un producto turístico capaz de estimular todos los sentidos.

Para el turista que visita una bodega es la posibilidad de conocer el proceso de producción del vino, sus raíces históricas y culturales, sus vínculos con la familia que lo produce... Para los propietarios de las rutas enoturísticas, esta actividad supone incrementar el atractivo de los lugares geográficos donde se orientan y como no, mejorar sus ventas y darse a conocer.

Asi, el enoturismo o turismo del vino es uno de los productos más complejos que ofrece este sector, por su estructura, gestión y comercialización. El enoturismo requiere la creación de las llamadas «rutas del vino» que implican la colaboración y coexistencia de los ámbitos públicos (administración turística, medio rural, local, provincial y regional) y el sector privado (turístico y vitivinícola) para que la actividad funcione correctamente.

El concepto «Ruta del Vino» consiste en la integración bajo un mismo concepto temático de los recursos y servicios turísticos de interés, existentes y potenciales, de una zona vitivinícola, con el fin de construir un producto desde la identidad propia del destino, de facilitar la comercialización conjunta de toda la zona y de garantizar el nivel de satisfacción de la demanda, impulsando así el desarrollo económico-social integral de la misma. Si en el destino se respira cultura vitivinícola, es que el maridaje ha sido perfecto.

El impulso al sector vitivinícola que realizó la bodega Vivanco es uno de los motivos por los que ha sido considerada por la UNESCO como el mejor museo de vino del mundo en su categoría.

No cabe duda de que las posibilidades que ofrece el Museo del Vino de Vivanco merecen este reconocimiento. Lejos de como pueda pensarse, no se trata de una colección de botellas propias ni un museo de la propia bodega. El museo ofrece dos colecciones irrepetibles que muestran la historia y el vínculo entre el hombre y el vino a través de la cultura, la escritura y la pintura y mediante 3500 sacacorchos (la mayor colección del mundo) procedentes de todo el mundo.

Vivanco abrió al público la parte del vino que estaba reservada al sector privado y se ha perfilado, según Acevin, como el mejor establecimiento enoturístico de España.

Esta categoría reconocida se debe a otros factores además de su museo. La filosofía de «respeto» al vino y la ambición por mostrar su relación con el hombre a lo largo de la historia son la piedra angular de su actividad vitivinícola en general.

En Vivanco ponen a disposición de los visitantes 9000 metros cuadrados de instalaciones (entre el museo, los jardines y la bodega) además de numerosas actividades, entre ellas talleres para niños, un proyecto pionero en España así como la posibilidad de participar en la vendimia.