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El impresionante botín de reservas que esconde el Ártico

Rusia, Estados Unidos y China se preparan para el asalto. La nueva guerra fría se «cuece» a 50 grados bajo cero en el Polo Norte

El impresionante botín de reservas que esconde el Ártico efe

Fernando Goitia

En el lecho marino del Polo Norte , a 4261 metros de profundidad, reposa una bandera rusa de titanio. Lleva ahí desde agosto de 2007, cuando dos batiscafos rusos descendieron hasta ese lugar, extendieron un brazo robótico y como hicieran los astronautas estadounidenses en la Luna 38 años antes plantaron el pabellón de su país. En su interior viajaba Artur Chilingarov, explorador, miembro de la Academia de las Ciencias de Rusia y diputado de la Duma. «El Ártico es ruso, el Polo Norte es una extensión territorial de Rusia», clamó de regreso en Moscú, honrado por un sonriente Vladimir Putin, que aprovechó la ocasión para lanzar un aviso a navegantes: «Seguiremos el ritmo de ampliación de nuestra presencia en el Ártico».

El Ártico y el Polo Norte, sin embargo, no son rusos. A día de hoy, la jurisdicción de cada uno de los cinco países ribereños del océano Ártico Canadá, Dinamarca, Noruega, los Estados Unidos y Rusia apenas se extiende hasta 200 millas [370 kilómetros] más allá de su costa, la línea que establece el Derecho del Mar como límite de su jurisdicción. Desde allí hasta el Polo, nadie puede explotar los recursos del Ártico. Se trata de aguas internacionales. Al menos, de momento.

Solo en recursos energéticos, bajo el Ártico descansan el 22% de las reservas de petróleo 90.000 millones de barriles, lo que convertiría a la región, tomada de forma conjunta, en el octavo productor mundial y más del 30% de las de gas, según estimaciones de la Administración de Información Energética de los EE.UU. Por no mencionar otros tesoros inexplorados como uranio, níquel, cobre, oro, diamantes...Azuzadas por la reducción de la masa helada de Groenlandia 10.000 millones de toneladas cúbicas menos cada año y el deshielo del océano, las reclamaciones territoriales de los cinco vecinos árticos, más allá de sus respectivas 200 millas, se han sucedido en la última década. Exigiendo, incluso, como Rusia, Canadá y Dinamarca, la propiedad sobre el propio Polo Norte.

El problema es que muchas de estas peticiones se solapan. Rusia, Canadá y Dinamarca se adjudican una cordillera marina, la cresta de Lomonósov, que cruza el Ártico de Siberia a Groenlandia pasando por el Polo. Una resolución de la ONU a favor de cualquiera de ellos crearía, una delicada situación. A Rusia, por ejemplo, el país con más costa glacial casi la mitad del total, no le sentaría nada bien renunciar, en favor de daneses o canadienses, firmes aliados de Washington, a los más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados que reclama en una zona «con un potencial no inferior a los 10.000 millones de barriles de crudo», según el Ministerio de Recursos Naturales ruso.

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