El tamaño sí importa... las grandes «telecos» mueven ficha
El miedo a que las operadoras de EE.UU. y Asia se adelanten obliga a las europeas a concentrarse para poder competir mejor
maría jesús pérez
Era inevitable. Y, además, se veía venir. La operación de compra cerrada por la que Vodafone se ha hecho con el control de Ono no ha sido más que el pistoletazo de salida definitivo para que la carrera por la consolidación del sector, tanto ... a nivel doméstico, en España, como global, en Europa, sea un hecho.
Y es que en el último año más que nunca los factores que empujan en favor de una consolidación europea siguen presionando al sector hacia la concentración: un mercado muy fragmentado –con más de 150 operadores frente a los cuatro que compiten en Estados Unidos, los tres de China o los tres de Japón–; la necesidad de abordar inversiones multimillonarias para desplegar redes de fibra óptica y de 4G; y una dinámica de guerra de precios y presión regulatoria en las tarifas mayoristas que está recortando los precios y los márgenes.
Por ello, los expertos del sector confían en que las economías de escala de grupos más grandes, unidas a las ventajas de la menor competencia en cada mercado local, favorecerán la consolidación tanto entre grupos europeos como dentro de cada mercado, para mejorar las cuentas de las operadoras supervivientes.
Se trata pues, de conseguir un tamaño ajustado, pero mayor que el actual, para protegerse de compras procedentes, sobre todo, del otro lado del Atlántico –Estados Unidos–, mientras los mercados locales se recuperan y los internacionales siguen creciendo. De hecho, tanto Vodafone como Telefónica esta última parte la tienen bien asimilada, y están en ello. Las dos grandes «telecos» europeas tienen presencia en países con gran potencial en África y América Latina, pero con beneficios todavía en fase de desarrollo.
Sin embargo, hace ya casi un año el susto llegó. El rumor de la posible operación de compra sobre Telefónica por parte del gigante americano puso sobre la mesa de golpe y porrazo la posibilidad de que operadoras no europeas se lanzasen sobre las mejor gestionadas en Europa e ir comiendo mercado al resto de menor tamaño. Verídica o no, la operación no fructificó. Pero solo dos meses después, vino la confirmación de lo que se podía estar cociendo: la norteamericana Verizon compraba la participación del 45% que la británica Vodafone mantenía en el capital de Verizon Wireless, líder del mercado móvil de EE.UU.
Pronto las alarmas empezaron a saltar entre los grandes directivos de las operadoras europeas con la firme convicción de hacer frente común a los posibles invasores, no solo procedentes del mundo de la telefonía, sino también de los nuevos agentes que quieren competir en el sector, al calor del negocio de internet pero comiendo parte de la tarta por natura de las telecos.
La posible consolidación en Europa, ampliamente esperada, capitaneada por los cuatro actores europeos con capacidad para abordar un proceso de esta magnitud –la española Telefónica, la británica Vodafone, la alemana Deutsche Telekom y la francesa Orange, sin obviar a la sueca TeliaSonera y a la noruega Telenor– volvía a renacer. Una consolidación tanto entre grupos europeos como dentro de cada mercado, para mejorar las cuentas de las operadoras supervivientes, que proporcionaría una mejor preparación ante posibles envites llegados de fuera de las fronteras del Viejo Continente.
El presidente de Telefónica, César Alierta, lo explicaba recientemente : «Pese a un esfuerzo inversor superior de las telecos europeas, estamos perdiendo el liderazgo en los despliegues de banda ancha ultrarrápida (4G y fibra) y en innovación, dificultando el desarrollo de los servicios digitales. Una clara desventaja frente a otras regiones en cuanto al impacto de las TIC en el crecimiento económico y la productividad».
Y es que uno de los factores clave que ha determinado esta situación de desventaja ha sido la regulación del sector europeo, que ha estado muy enfocada en precios, en lugar de fomentar la inversión y la innovación. «En un sector donde la escala es clave –añade Alierta–, destaca la alta fragmentación del mercado europeo frente a la concentración de otros mercados, como el americano o el chino. Además, en nuestro sector surgen nuevos agentes, como las empresas de internet, que compiten con reglas, o mejor dicho, ausencia de reglas, que les favorecen. Estos hechos evidencian la necesidad de cambiar las reglas en Europa para mejorar la competitividad».
En España, ¿solo dos?
Y mientras se buscan o no sinergias y complementación de negocios, en España también se tiende a la concentración, con el objetivo de que queden a lo sumo ¿dos actores «Las operadoras en España –explica Ricardo Pérez, profesor y director académico del Master in Management en Digital Business de IE Business School– han visto cómo sus ingresos más rentables, los de voz, disminuyen a un nivel muy rápido en los últimos años. Son los más rentables porque pueden ofrecerse sobre redes ya obsoletas y totalmente amortizadas. Sin embargo los nuevos servicios tanto móviles como fijos, que requieren sobre todo datos a alta velocidad, necesitan fuertes inversiones en infraestructura, sin que el cliente esté dispuesto a pagar precios mucho más altos, pero sí a pedir más y más velocidad para consumir más contenido, sobre todo audiovisual».
No es de extrañar pues que Vodafone, que necesitaba como agua de mayo reforzar su banda ancha fija frente a Telefónica –centrada desde hace meses en imponerse al resto de la competencia con ofertas combinadas fijo y móvil y en la aceleración de su red de fibra óptica–, se hiciera finalmente con Ono, primera compañía de cable en nuestro mercado. Con la compra , Vodafone, que ha sufrido una fuerte pérdida de clientes móviles, ingresos y ebitda en los últimos tres años, pretende reequilibrar sus fuerzas con Telefónica, y se asegura el acceso a 7,2 millones de hogares a los que el grupo de cable llega con infraestructura propia. «Las telecomunicaciones en España deben entenderse como un negocio rentable en unas pocas ciudades donde se concentra la población (eje mediterráneo, eje atlántico, ciudades del sur de España y zona centro). El resto del país tiene densidades de población inferiores a las de la UE. Aproximadamente, cuando la densidad de hogares está por debajo de los 30 por Km2, los servicios de telecomunicación son deficitarios. Por ello los operadores de mayor dimensión deben ofrecer servicios universales según recoge la ley. El futuro por tanto puede estar configurado por uno o dos operadores gestionando todo el territorio y mayor competencia en núcleos urbanos, concentrando su oferta en lo que se denomina triple-play: voz, datos y TV», dice Xavier Busquets, profesor del departamento de Sistemas de la Información de Esade.
Ventajas para el consumidor
La clave de la integración entre móvil y fijo es la gran reducción en cambios de operadora móvil que proporciona. «Esto –puntualiza Ricardo Pérez del IE–, aunque parezca poco importante, es crucial para aumentar la rentabilidad por cliente y huir de la lucha para dar un móvil mejor y más descuentos para captar clientes de la competencia. Conseguir mantener a un cliente unos meses más en el contrato después de que su período de permanencia finalice genera unos beneficios adicionales a la operadora muy altos. Además permite vender televisión, uno de los servicios de valor añadido que las telecos sí pueden comercializar con éxito frente a otros competidores».
Ante esta tendencia ya en marcha, el consumidor debería tener la opción de elegir entre más ofertas combinadas, personalizables y con servicios adicionales, sobre todo de contenidos. «Espero mejoras de precio y calidad. España sigue siendo en servicios de banda ancha uno de los países europeos con las tarifas más altas. Espero también que los operadores se centren más en oferta de contenidos televisivos. Creo que el experimento de la TDT irá dando paso a diversas formas de consumo de contenido audiovisual por internet», concluye Busquets.
¿Y el siguiente paso? Las miradas están centradas en Jazztel , operadora que en los últimos años ha registrado un fuerte crecimiento en la banda ancha y el móvil, además de dar un fuerte impulso al despliegue de la red de fibra óptica . El mercado descuenta ya una posible opa sobre la compañía, cuyo candidato principal sería Orange, para la que España es su segundo mercado tras el francés. Un baile de fusiones que podría afectar también a Yoigo –su principal accionista es la escandinava TeliaSonera– , el cuarto operador de telefonía móvil, que ya va de la mano de Telefónica en la comercialización de banca ancha fija.
El melón de las fusiones está abierto, solo queda por saber quiénes quedarán definitivamente.
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