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Entrevista

Tony Podesta: «Europa debería ser más dura al regular los "lobbies"»

«No conozco a nadie en Estados Unidos que no tenga su propio "lobbista": desde enfermeras hasta profesores», asegura este experto internacional en actividades de lobby y asuntos públicos

Tony Podesta: «Europa debería ser más dura al regular los "lobbies"» ernesto agudo

javier tahiri

En EE.UU. la esclavitud se abolió entre pasillos. Como refleja la película «Lincoln», cuando el presidente de los EE.UU. comenzó a buscar votos para abolir la servidumbre obligatoria en 1865, no las tuvo todas consigo. Con la Guerra Civil aún abierta, la conocida como Decimotercera Enmienda languidecía pendiente de que la validara el Congreso norteamericano. Hasta que el secretario de Estado William Seward contrató a varios «lobbistas» para hacer presión sobre los congresistas indecisos. Y la Cámara Baja aprobó la enmienda.

«El "lobby" (traducido como vestíbulo en inglés) tiene una larga historia en Washington pero ha cambiado mucho: ahora es más transparente que antes y está muy regulado», señala casi una centuria y media después Tony Podesta (Chicago, 1943), reconocido como uno de los principales «lobbistas» de Estados Unidos.

Agradable en el trato y rodeado de colaboradores, este norteamericano fundó junto a su hermano John el grupo de presión que lleva su apellido en 1989. Ahora, Podesta Group es el tercer mayor «lobby» de EE.UU. y factura más de 27 millones de dólares al año. Y su hermano ha sido nombrado asesor político del presidente norteamericano Barack Obama, razón por la que abandonó la empresa para evitar conflictos de intereses como obliga la ley norteamericana. El propio Tony Podesta es un gran donante demócrata y ha trabajado con políticos de la talla de Bill Clinton pero niega que ahora se mezclen negocios y política en la mesa. «Sigo yendo a comer todos los domingos a casa de mi hermano pero no hablamos de trabajo. No hay conflicto de intereses: él cocina muy bien (risas)».

Porque el negocio de influir sigue muy vivo. El pasado año hubo un gasto en la industria del lobby de hasta 3.209 millones de dólares entre los 12.279 lobbistas registrados en EE.UU., según recoge el Center for Responsive Politics. ¿Cuál es el día a día de Tony Podesta? «Mi rol es dar información favorable a nuestros clientes a miembros del Congreso y ayudarles a tomar decisiones aportando más datos al debate».

El objetivo de todo "lobbista", por tanto, es influir. «Lo más importante para convencer es ser honesto y preciso. Si le dices a un congresista datos o argumentos falsos y él te cree, esa puede ser la última vez que hables con él porque ya nunca más confiará en ti. La credibilidad es fundamental entre los "lobbies"», reseña. Y pone de ejemplo un caso reciente en representación de la industria cárnica del pollo californiano, en el que consiguieron un cambio regulatorio después de que el famoso chef norteamericano Wolfgang Puck testificase a su favor. «Podríamos haber presentado a un catedrático agrícola, pero lo buscamos a él porque atraería más atención. Elegimos al testigo correcto», detalla ufano.

Cuando se le pregunta por la evolución de la industria, este descendiente de italianos y griegos afirma que las campañas de lobby son mayores ahora de lo que eran cuando comenzó en 1989. «Las relaciones públicas juegan un papel mayor que nunca». Y destaca la pérdida de influencia del movimiento laboral. «Los sindicatos antes eran grupos de presión con más poder que ahora. Cada vez tienen menos militantes, pero creo que es un cambio sociológico», señala.

Pero, ¿existe el interés general? ¿Es igual a la suma de los intereses particulares? Y en ese caso, ¿los lobbies representan bien esta función? «Todo el mundo tiene un lobbista: no conozco a nadie que no lo tenga desde enfermeras hasta profesores. Hay una ONG llamada Center of Budget and Policy Priorities en Washington que representa a las rentas más bajas que no se pueden permitir tener un lobby. Ellos pelean por programas sociales, hacen muy buenas investigaciones y a veces, tienen éxito. De acuerdo, las grandes empresas y los grandes "lobbies" pueden tener más personal y más presupuesto, pero en el sistema lo que cuentan son los argumentos que presentes, no el dinero». Entre los clientes de Podesta, eso sí, figuran Bank of America , que ha centrado parte de las discusiones sobre el endurecimiento de la regulación bancaria en EE.UU. tras la quiebra de Lehman Brothers, o la petrolera BP, que en 2010 fue culpable del derrame de miles de toneladas de crudo en el Golfo de México.

En este sentido, Podesta recuerda la dureza de la ley norteamericana frente a la que hay en Bruselas, la otra gran capital del «lobby» en el mundo. «En Estados Unidos es bastante más estricta que en Europa ya que hay una ley que obliga a todos los "lobbies" a inscribirse en el registro público. En Europa es voluntario. Yo creo que la regulación debería ser más estricta en Bruselas. En EE.UU. toda la información sobre los grupos de presión es pública. Los grupos de presión deben ser transparentes. Tenemos la obligación de publicar la lista de nuestros clientes, cuánto nos paga cada uno de ellos y los asuntos que tratamos. Es un sistema muy controlado que ayuda a su buen funcionamiento. No es algo oculto en el cuarto de atrás», incide.

Frente a esta imagen de transparencia, cuando se le pregunta si en las inmediaciones de la Casa Blanca observa situaciones propias de la serie norteamericana House of Cards sonríe: «¡Hace mucho tiempo que no muere nadie en el Congreso! (risas). No, en serio, es una gran serie, me encanta Kevin Spacey y he visto la primera temporada. Pero no, el "lobby" no funciona así: la realidad es más aburrida. Desgraciadamente (risas)».

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