tribuna
Michael Pettis: «La crisis mundial entra en su tercera etapa»
El catedrático de Finanzas en la universidad de Pekín alerta de los riesgos económicos en los países emergentes
michael pettis
La crisis económica de Estados Unidos de 2007 fue tan solo la primera fase de una crisis mundial provocada por el exceso de ahorros en algunas partes de la economía, emparejado a una acumulación de deuda en otras. Dos años después nos sumergimos en la ... segunda fase, con los inversores abandonando países como España por la crisis de deuda europea, resultado de las distorsiones de Alemania que provocaron que los ahorros germanos aumentaran hasta niveles insostenibles y mientras los inversores huían de España. Durante el mes pasado hemos visto bruscas depreciaciones monetarias y caídas en picado en mercados de valores y de bonos de los países en vías en vías de desarrollo. Esta es la tercera etapa de la crisis , y es probable que las condiciones empeoren antes de una mejora porque aún carecemos de una demanda sostenible.
En los últimos 20 años la desigualdad de ingresos ha crecido a niveles apenas vistos antes. Además, durante este mismo período algunos países, en particular China y Alemania , han potenciado el empleo en sus propias fronteras reduciendo los salarios. Estos dos factores –el crecimiento de la desigualdad de ingresos y la reducción del porcentaje de PIB en manos de los hogares– tienen el mismo efecto sobre la demanda: los ricos y el Estado cada vez gastan un menor porcentaje de sus ingresos lo que provoca una caída en el consumo en proporción al PIB o, en otras palabras, hace que los ahorros en relación con el conjunto de la economía, crezcan.
Durante muchos años esto se pudo ocultar. A medida que los ahorros mundiales crecían a mayor velocidad que las oportunidades de inversión productiva, el exceso de renta se destinó a los mercados de valores e inmobiliario de todo el mundo haciendo que estos prosperaran. Los mercados al alza nos hacen sentir más ricos y así los hogares de clase media, especialmente en Estados Unidos y el sur de Europa, se volcaron en una ola de consumo que les hizo endeudarse.
Así es como el mundo ajustaba la oferta y la demanda antes de la crisis. El aumento del ahorro y la caída del consumo, que se producía automáticamente al decrecer el PIB en manos de los hogares, se contrarrestaban con un atracón de consumo que fomentaba la deuda, un fenómeno potenciado por los desorbitados precios de los activos.
Pero no podía durar. Para 2007 y 2008 la deuda en sí se había convertido en el problema . En todo el planeta, los consumidores ya no querían (o no podían) comprar todo lo que las fábricas producían. Y con el grifo del crédito cerrado para continuar consumiendo, la única manera de equilibrar oferta y demanda fue producir menos, lo que provocó el cierre de empresas y el despido de trabajadores.
Y esto es exactamente lo que ocurrió en Occidente, pero no en los países en vías de desarrollo. Al principio los países pobres parecían inmunes a la crisis , pero resultó que esto era debido a que se encontraban en su propio periodo de consumo compulsivo. El capital barato y el enorme exceso de ahorro provocaron un aumento de inversión local en países como China y Brasil. El dinero estaba destinado a financiar astilleros, capacidad productiva e instalaciones mineras pero, allá donde se mirase, también aparecían filas y filas de edificios residenciales vacíos .
Esto generó empleo, pero lo hizo creando incluso más capacidad desaprovechada. Los países en vías de desarrollo pidieron enormes préstamos para incrementar la inversión, especialmente en materias primas y, al estar aún débil el consumo mundial, dicha inversión se ha traducido en demasiada capacidad de fabricación, minería e infraestructuras desaprovechadas. Los países en vías de desarrollo se enfrentan ahora a la mortal combinación de un consumo más bajo en los países ricos y una deuda propia disparada.
Para que el mundo vuelva a un crecimiento sólido es necesario que cambien dos cosas. Primero, países como Alemania y China deben tomar medidas para incrementar la renta de sus hogares . Segundo, la comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, Alemania y China, debe adoptar medidas para corregir la desigualdad de ingreso s. Estos dos pasos reducirá el ahorro y aumentarán el consumo.
La reducción del ahorro disminuirá la cantidad de capital especulativo, sobre todo cuando no se quiere usar para financiar inversiones con poco rendimiento en un mundo con un consumo en declive. Ello provoca un aumento de la deuda y un debilitamiento de los balances. El incremento del consumo no solo hará crecer la demanda directa, sino que también impulsará la indirecta aumentando la rentabilidad de la inversión productiva.
El problema, obviamente, es político. Los banqueros estadounidenses, los «princelings» chinos (hijos de dirigentes históricos del Partido Comunista Chino ), los empresarios alemanes y los ricos en general se han beneficiado enormemente de años y años de crecimiento desequilibrado. Son lo suficientemente poderosos como para evitar el reajuste necesario y es probable que lo hagan. Sin embargo, sin este reajuste de ingresos, el mundo solo puede combinar oferta y demanda o bien manteniendo un elevado desempleo mundial o bien reactivando el crecimiento del crédito al consumo.
Es posible que presenciemos una recuperación de divisas y mercados de los países en vías de desarrollo en los próximos meses, pero sin cambios estructurales serios esta recuperación no se podrá mantener. La crisis económica mundial sigue causando estragos, pero ahora son los países en vías de desarrollo los que comenzarán a pagar el precio de la desigualdad mundial de ingresos.
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