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La economía, el discutido legado de Kennedy

Los republicanos reivindican el carácter conservador en los temas fiscales del presidente asesinado hace 50 años

La economía, el discutido legado de Kennedy robert knudsen

luis p. arechederra

Aunque a John F. Kennedy le gustaba contar que no sacó buenas notas en sus asignaturas económicas en Harvard , se mostró muy preocupado por la economía durante la campaña electoral de 1960. Lo narra el historiador francés André Kaspi , profesor en la Universidad de la Sorbona, en su biografía sobre el presidente de Estados Unidos asesinado hace 50 años .

Richard Nixon , su rival republicano, restó importancia al estancamiento económico. Pero la inflación seguía presente desde que acabó la Segunda Guerra Mundial , como reconocía el presidente saliente, Dwight D. Eisenhower . Otros indicadores, como la producción industrial o el desempleo, eran malos. El crecimiento, salvo la excepción de 1959, estaba bajo mínimos, con tasas que rondan el 2%. «A Kennedy le parece intolerable semejante situación. Considera que Estados Unidos sólo será grande con la condición de disponer de una sólida economía. Es una necesidad de la guerra fría », narra Kaspi en su libro.

Por ello, el presidente demócrata se tomó la economía muy en serio y se rodeó de expertos. Muchos, como Walter Heller o John K. Galbraith , eran partidarios de políticas keynesianas . Es decir, de elevar el gasto público para estimular la economía. Pero no todos. Kennedy nombró secretario del Tesoro a Douglas Dillon , republicano y banquero de Wall Street . Un nombramiento que Kaspi interpreta así: «Su presencia tranquiliza a los hombres de negocios y confirma la voluntad del nuevo presidente de seguir una política monetaria lo más ortodoxa posible».

¿Keynesiano y conservador?

Para acelerar la recuperación, JFK puso en marcha un ambicioso programa de gastos, a pesar de que creía en un presupuesto equlibrado. Marilyn Geewax , editora financiera de NPR , enumera en la radio lo que eso supuso: aumentó los beneficios de la Seguridad Social , elevó el salario mínimo y los subsidios por desempleo, gastó más en autopistas. «Empujó al Congreso a mover la economía a través del gasto».

El verdadero giro hacia políticas keynesianas se dio a mitad de su mandato. En un discurso en la Universidad de Yale en junio de 1962 , Kennedy criticó el «mito» de que había que evitar el déficit porque ello conducía a la inflación. Aquello no era una «posición conservadora», observa Larry L. Sabato , politólogo de la Universidad de Virginia y autor del libro «El medio siglo de Kennedy» . Aún así, el presidente «fue "estirado" y manejó un déficit relativamente pequeño», responde a ABC Empresa . Quien se lanzó a dispararlo fue su sucesor, Lyndon B. Johnson , el cual desarrolló costosas políticas sociales. Era la llamada «Gran Sociedad» , inspirada en algunas iniciativas de Kennedy, como su afán por combatir la desigualdad.

Su perfil «fiscalmente conservador» , como le recordó Dillon, aparece en su empeño por bajar los impuestos. En agosto de 1962, desveló su plan: reducir el impuesto a los más ricos del 91% al 65%; y el de las clases medias, del 20% al 14%. Unas intenciones que Johnson convirtió en leyes. Por ello, Alan Brinkley , de la Universidad de Columbia , cree que su legado económico «llegó después de su muerte».

Ahí es donde ambos partidos discuten el legado de Kennedy. Ronald Reagan , el último gran presidente republicano, invocó a JFK para vender su programa fiscal de bajada de impuestos. Cuando sus contrincantes le criticaron, Reagan citó literalmente a Camelot: «Una marea alta eleva a todos los barcos» . Es decir, liberar de la carga fiscal a los más ricos impulsaría toda la economía. Los demócratas , explica Sabato, replicaron que la reducción de impuestos de Kennedy se concentró en las clases medias, mientras que Reagan quería beneficiar a las grandes fortunas. O lo que es igual: que era un programa fiscal más progresista que conservador . El profesor, sin embargo, da la razón a Reagan. «La bajada de impuestos de JFK también hizo mucho más por los ricos».

Jeffrey Frankel , profesor de la Universidad de Harvard , cree que tienen más razón los que le sitúan como un keynesiano que quienes le acercan a la teoría de la «economía de la oferta» , apoyada por Reagan , que promulga que una presión fiscal alta recauda menos por desincentivar la actividad.

La realidad es que Kennedy no tuvo tiempo para dejar una importante huella económica, cuenta Kaspi. Pero en economía el cambio de ritmo fue rápido: su mejora del crecimiento abrió paso a la brillante década de los sesenta . Como expresa Sabato, «ya sea porque sus políticas fueron sabias o porque tuvo suerte, a Kennedy se le vincula en la historia con la prosperidad». «Y nada deja una mejor impresión en el pueblo americano que una economía fuerte».

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