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Xavier Gabriel, el «aprendedor» vital

El empresario lotero dueño de «La Bruja de Oro» se arriesga con su última aventura empresarial, una incursión en el mundo de la moda

Xavier Gabriel, el «aprendedor» vital efe

lucía dorronsoro

«Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco»... La frase, evidentemente, no es suya, pero bien podría haber encabezado la presentación d e la última aventura empresarial de Xavier Gabriel , un señor muy atrevido y transgresor -lo de truhán que lo decida él mismo- que ha sabido convertir en un gran negocio la capacidad de generar ilusiones numéricas, «algo que es incluso mejor que ganar cualquier premio».

Catalán pero sin ínfulas nacionalistas, el fundador y propietario de la administración de lotería más famosa del mundo, La Bruixa d’Or (La Bruja de Oro), presentó hace unos días su primera incursión en el mundo de la moda: una colección de ropa que puede aspirar a convertirse en el uniforme oficial de los excéntricos y millonarios tripulantes de la compañía aeroespacial Virgin Galactic , entre los que se encuentra él mismo. Lo hizo en Madrid, en uno de los salones del Hotel Westin Palace, «porque a cada producto hay que darle su sitio, y en este caso el mejor espacio era sin duda el de una ciudad tan cosmopolita como la capital española».

Las prendas de «El armario de la Bruja de Oro» han sido diseñadas por Rami Novell y David Farré , para quienes «trabajar con Xavier ha sido fantástico, porque deja hacer». Dominan el negro y el dorado, dos colores que, comenta Gabriel, son «como los momentos más brillantes y más oscuros que tenemos en la vida, pero con la certeza de que somos nosotros mismos los que podemos hacer cambiar esa suerte». Se trata de una colección muy funcional de 25 prendas reversibles que se fabricarán en Lérida y «que responden a las expectativas de aquellos que deseen impregnar su vida con un toque de mágica ilusión», señala destacando también la comodidad de unos tejidos que son nuevos para él: «Es la primera vez que me pongo unos pantalones de cuero», asegura.

Un «loco» creativo

Emprendedor disruptivo de los de caso práctico de escuela de negocios, prefiere definirse a sí mismo como un «aprendedor» de emprendedor. Suena casi a aprendiz de brujo. «Para mi lo de empresario tiene menos mérito, porque la mayoría son hijos de otros empresarios, es decir, que se encuentran el camino más o menos hecho. Pero esto de emprender te obliga a innovar y arriesgar continuamente». Algo que él mismo ha hecho, saltando entre proyectos tan diferentes como los deportes de aventura, la televisión, la publicidad, la restauración, la joyería o la moda : «Yo tengo que tener siempre alguna idea nueva entre manos. A veces me han tratado como a un loco, pero hay que vender sin miedo. Hay que atreverse, haciendo siempre las cosas con ilusión», aclara.

Esa actitud le ha llevado a arruinarse con alguno de sus proyectos. Un fracaso que le ha servido para ganar experiencia, pero que no le ha impedido salir adelante. « Ese es el gran problema de muchos emprendedores en España, que se arruinan en el intento» , critica sin demasiada acritud. E insiste: «El error que es fruto del esfuerzo debería ser premiado. La persona que fracasa significa que al menos estaba intentado hacer algo. Y eso debería valorarse. Es una de esas “costumbres” nuestras que no entiendo. Como lo de los homenajes a jubilados. ¿No sería más lógico premiarles antes, cuando todavía tienen fuerzas y ganas de crear algo?».

Gabriel comenta con un deje de ironía que recibe «más mails que cualquier oficina de empleo de España», pidiéndole ayuda o consejo, una actividad social que él ejerce con discreción en medio de la asfixiante situación económica. «Pero hay algo que me alucina -reflexiona-. Este año llevamos el arranque de la campaña de Navidad de lotería a Barbate (Cádiz), uno de los puntos más negros de la crisis. Y la gente nos recibió con una alegría contagiosa, sin hacer grandes dramas, todos dicen que van tirando... Los catalanes se pasan el día lamentándose, no hacen otra cosa».

Entre sus grandes inspiradores, Gabriel cita, como no podía ser de otra forma, a otro «loco con suerte», Richard Branson, el «papá de la Virgin». «Siempre he seguido su ejemplo, muchos de mis negocios han ido en paralelo a los suyos. Y eso fue lo que le conté cuando andaba persiguiendo el sueño de convertirme en turista espacial. Le envié la escoba de mi bruja de oro personalizada con el logotipo de Virgin, junto a una nota: “Si tú me dejas subir en tu nave, yo te dejará subir en mi escoba”. Parece que funcionó».

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