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El «boom» de los casinos en Asia

Siguiendo el éxito de Macao y Singapur, los países emergentes de Asia apuestan por el juego para dinamizar sus boyantes economías y fomentar el turismo

El «boom» de los casinos en Asia pablo m. díez

pablo m. díez

Nada más entrar en Macao por cualquiera de sus fronteras, una flota de autobuses con vistosos colores y emblemas recoge a los turistas y los lleva directamente, y gratis, a los más de 30 casinos repartidos por toda la ciudad : Venetian, Sands, Lisboa, MGM, Wynn, Galaxy, City of Dreams… Atraídos por sus ruletas y tragaperras, más que por sus monumentos Patrimonio de la Humanidad, a esta antigua colonia portuguesa llegaron 28 millones de viajeros en 2011. De ellos, 16 millones procedían de China continental, donde el juego está prohibido. En total, para finales de 2012 se esperaban 30 millones de visitantes, todo un éxito para una isla de 29 kilómetros cuadrados donde su única industria es el juego .

Tras la devolución a China en 1999, cuando apenas recibía nueve millones de turistas, Macao ha crecido al amparo del crecimiento del gigante asiático. Pero también gracias a la liberalización de los casinos que el régimen de Pekín llevó a cabo en 2001, cuando acabó con el monopolio que ostentaba desde hacía cuatro décadas el anciano magnate Stanley Ho, propietario de la Sociedade de Jogos de Macao. Una vez más, los jerarcas del Partido Comunista daban otra exitosa lección de economía de mercado invitando a los operadores de Las Vegas. El primero en desembarcar fue Sheldon Adelson, quien en 2004 abrió el Sands y cambió el sórdido concepto de juego puro y duro que se estilaba entonces por una fórmula basada en el «glamour», los espectáculos musicales, las tiendas de lujo, el ocio familiar y el turismo de congresos.

En 2005, Macao tenía 17 casinos que generaban cerca de 5.000 millones de euros anuales. 24 horas al día, hoy funcionan 35 -incluyendo los dos últimos abiertos por Adelson en septiembre- que reportaron 25.084 millones de euros en 2011. «Macao ha vivido una transformación milagrosa. El problema que tenemos es encontrar trabajadores, que debemos traer de fuera», explica un alto directivo de Sands, la compañía que quiere construir «Eurovegas» en Madrid . En una España azotada por el paro, sus palabras suenan a música celestial. Inmigrantes venidos de China continental, India, Nepal, Filipinas y Tailandia trabajan como recepcionistas, botones, limpiadores, conductores, camareros, músicos o guardias de seguridad en los gigantescos complejos de casinos, hoteles y galerías comerciales de lujo que pueblan la ciudad. Al margen de esos puestos poco cualificados, casi la mitad de los 50.000 empleados de los casinos se dedican a dirigir las mesas de juego y las ruletas. Para proteger el empleo local, todos los crupieres deben ser macaenses en esta ciudad sin apenas paro, donde trabajan 347.000 de sus 550.000 habitantes.

Su ejemplo ya ha cundido en otros países de Asia, que se ha convertido en la región más dinámica del mundo por el declive de Estados Unidos y Europa debido a la crisis. En 2010, Singapur levantó la prohibición que pesaba sobre el juego y permitió la apertura de dos casinos: el Sentosa y el Marina Bay Sands, que también pertenece a Adelson y es el modelo que su compañía quiere implantar en Madrid. En total, ambos costaron 7.700 millones de euros, pero en 2011 ya reportaron 4.600 millones y dispararon el turismo hasta los 13,2 millones de visitantes. Según PwC, los casinos de Asia desplazarán a los americanos al pasar de los 26.426 millones de euros facturados en 2010 a los 61.096 millones que se prevén para 2015. Por su parte, los americanos pasarán de 44.300 millones a 56.473 millones.

Desde Vietnam hasta Corea del Sur, el «boom» de los casinos ha estallado en las emergentes economías asiáticas . Con un presupuesto de más de 3.000 millones, en Filipinas pronto se levantará un enorme complejo de ocio, la Ciudad del Entretenimiento, en unos terrenos ganados al mar en plena bahía de Manila. Mientras tanto, la firma canadiense Asian Coast Development tiene previsto abrir en 2013 el primer casino de Vietnam por otros 3.000 millones de euros. En julio, la mayoría de la isla taiwanesa de Matsu, votó a favor de un casino que promete no sólo captar 4,5 millones de turistas, sino pagar mensualmente a cada uno de sus 7.000 residentes una compensación de 2.050 euros.

En Camboya, el único casino de Phnom Penh ha invertido 285 millones para ampliar sus instalaciones y trae a los turistas desde Vietnam en autobuses con asientos reclinables que hasta les masajean la espalda durante el viaje.

Tras años de debate, incluso Japón se está planteando legalizar el juego para incentivar la alicaída economía pese al extendido vicio de los «pachinko» (tragaperras). Siguiendo el ejemplo de Macao y Singapur, los casinos hacen saltar la banca en los países emergentes de Asia.

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