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Vela | Copa del Rey Mapfre

«No me quité el reloj por si me tenían que identificar»

Jacinto Rodríguez, de 84 años, pasó cuatro horas en el agua al caerse del barco durante la noche

«No me quité el reloj por si me tenían que identificar» EFE

pedro sardina

Navegar en un Tp 52 con más de 35 nudos de intensidad de viento es una temeridad, y mucho más si lo haces con 84 años, de noche y con tan solo tres tripulantes en el barco. Jacinto Rodríguez, el armador del Duende, barco mítico de la flota española , cayó al agua durante la noche del pasado viernes mientras su embarcación hacía el transporte desde Barcelona a Palma. Eran las cuatro de la madrugada cuando el Duende vislumbraba la isla de la Dragonera muy a lo lejos. El viento subía de intensidad y había que rizar la mayor porque era muy descabellado navegar así en este barco de competición pura y dura. Aunque está «capado» para navegar en la clase IRC, no deja de ser un TP 52.

De repente la botavara se trasluchó sola y alcanzó la cabeza del «viejo» armador tirándolo al mar . A pesar de que la noche tenía la famosa luna azul y no estaba el cielo tapado, el yerno y el nieto de Jacinto, que navegaban con él, no se dieron cuenta de que se había caído al mar. Pasó más de media hora cuando lo echaron en falta . El barco ya se había alejado demasiado para saber el punto exacto del naufragio.

Con el agua a 24 grados, Jacinto, que estaba malherido, tomó la decisión de mantener la calma y esperar acontecimientos. «El rato que estuve en el agua (cuatro horas y media) no sabía si iba a salir o no. Era de noche, al principio no había ningún barco porque los que me estaban buscando se encontraban a dos millas, puesto que ya me había llevado la corriente. Al final acabé a seis millas del sitio en que caí ».

El experimentado regatista sabía que estaba lejos de tierra, aunque la estaba viendo. «Yo veía tierra, pero sabía que estaba a doce millas de distancia y que por tanto no iba a llegar, pero pensaba: mientras el cuerpo aguante hay que seguir nadando. Lo que quería era no cansarme, porque estaba seguro de que la solución era que me recogiesen, no que yo llegase a la playa ».

En estos casos, además de mantener la calma, hay que confiar en tus fuerzas. A sus 84 años y con muchísimas millas a sus espaldas, Jacinto Rodríguez no perdió la esperanza. «Con moral, aguantando y no cansándose mucho. Nadando despacito y no a crawl o mariposa . Yo aguantaba pensando en que durante el día alguien pasaría por allí. Y entonces vi un velero. Les grité pidiendo auxilio, pero no me oían, así que pensé que estarían durmiendo. Luego vi que había muchos barcos buscándome, eso me animó. Estaba en un paso de barcos y sabía que alguno me cogería, pero al mismo tiempo pensaba en que no aguantaría todo el día en el agua… Sabía que era muy difícil que me viesen, y además yo veía los helicópteros que pasaban pero se volvían a ir».

Fue una acción de película. El sitio donde se cayó Jacinto es el canal entre Palma e Ibiza, por lo que hay muchos barcos navegando, y quizás eso fue lo que le salvó la vida. Si llega a caerse en pleno cruce desde Barcelona a Palma, ahora estaríamos aún buscándole. «Pensaba en sobrevivir y en hacer todo lo que pudiese por ello; ser positivo y pensar en que iba a poder salir y que no me había llegado la hora. A veces creía que no lo iba a poder contar, pero sabía que tenía que aguantar… ¡No había hecho testamento ni nada! ¡No puedo irme así en vacío! ... Me encuentro resucitado».

La ayuda que puede prestar la mar a una persona desesperada es inimaginable, y así lo relata Jacinto. «Es una lucha mental porque en ese momento te encuentras mal, cansado, y la ola… Cuando pensaba... voy a aguantar, venia una ola y ¡paf!, me pegaba . Parecía que me decía: idiota, ¿qué vas a aguantar tú aquí? Cuando me recogieron le pregunté al del helicóptero qué hora era: las 9.30. El reloj no se había parado. Pesaba, pero no me lo quité para que me identificasen cuando me cogiesen, en caso de que me hubiera ahogado».

Es la historia de la 34 Copa del Rey Mapfre. Una anécdota que pudo ser una tragedia. El armador del Duende ha vuelto a nacer a sus 84 años.

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