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Tenis

Toni Nadal: «Mi marcha no afectará a Rafael, le dejo en buenas manos»

El tío del campeón de 14 grandes desgrana los motivos que le llevan a tomar la decisión de abandonar el circuito la próxima temporada

Toni Nadal, durante un entrenamiento Belén Díaz

E. Yunta

Resueltos los saludos y las preguntas de rigor, Toni Nadal suelta la frase inmediatamente después de su «molt bé», a los cinco segundos de contestar al teléfono. «Lo que ha salido no es cierto, ¿eh?», sentencia, sorprendido porque corre como la pólvora el rumor de que va a dejar de trabajar con Rafael Nadal ya mismo, sin esperar al curso que viene tal y como confesó a un medio italiano el pasado fin de semana desde Budapest. El entrenador admite que eso sí lo dijo y que su decisión es firme , que quiere centrarse en la esplendorosa academia que se acaba de abrir en Manacor para volver a trabajar la base, pero tiene mucho que explicar. Considera que es el momento de dar un paso al lado precisamente porque ahora existe esa academia y porque su sobrino Rafael está en buenas manos, dando a entender que la entrada de Carlos Moyá tenía recorrido con vistas al futuro y recordando que Francis Roig , técnico que le ha acompañado media vida, sigue en el barco. Antes de empezar a grabar, es él quien suelta la pregunta. «¿Tiene un par de minutos para que le cuente lo que realmente ha pasado?».

- Sí, por favor. ¿Qué ha pasado?

- Es increíble porque quien lo ha dicho no ha entendido absolutamente nada. Le he dicho todo lo contrario, se ha equivocado totalmente. Le he explicado lo que le voy a explicar a usted.

- Adelante.

Estuve en una charla para entrenadores la pasada semana en Budapest, y ahí me piden que atienda a un medio italiano. Digo que sí y evidentemente me hacen una serie de preguntas. En un momento de la entrevista, yo digo que estoy cada día más involucrado en la academia. Porque me interesa, y porque es bueno para la academia. Digo eso hasta el punto de que le cuento que el año que viene estaré involucrado al 100% en la academia. «¡Ostras, no viajarás más con Rafael!», me dice (él pronuncia Rafel, con ese acento mallorquín tan suyo). Y le digo que no. Fallo mío decir eso porque yo a estas palabras no les doy tanta trascendencia. Cuando llegue el momento, el año que viene, ya hablaremos del tema y esas cosas…

- ¿Y la frase sobre su incidencia en el equipo mencionando a Carlos Costa o al padre de Rafael, diciendo que usted cada vez pinta menos?

Pues bien. Después se produce la charla de los entrenadores y nos hacen una pregunta a Magnus Norman (entrenador de Stan Wawrinka) y a mí. ¿Quién decide los temas de equipo? Magnus Norman dice que el jugador, que en su caso decide Wawrinka y que no le gusta estar rodeado de mucha gente. Muy bien. Entonces, cuando llega mi turno, respondo que evidentemente decide el jugador. Cuando Rafael era pequeño, pues lógicamente decidía yo. Porque es lo normal, porque con 12 años no puede decidir. Pero a medida que se hace grande, digo, va decidiendo el padre los temas económicos, solo faltaría. ¡No voy a decidir eso yo! ¿Y si firma por Nike o por Adidas? Pues lo deciden el padre y Carlos Costa, su mánager. Yo no. Y de ahí que dijera que cada vez decido menos. Y lo digo en este tono, así como hablo yo. Cuando digo eso es para darle menos trascendencia al papel de un entrenador, y eso es todo. Yo de ahí no interpreto que haya un notición o algo meramente destacable, no. Hago ese comentario como podría decir que voy a tomar una Coca-Cola. Yo lo que quiero en ese momento es potenciar la academia, porque estoy muy implicado. Nada más.

Hombre, usted no verá el notición, pero después de toda una vida con su sobrino, sí es impactante saber que no trabajará con él a partir del año que viene.

- Yo no he pensado nunca, en todos estos años, que mis palabras sean destacables. Nunca. Lo mismo que cuando dije no sé qué del Atlético de Madrid (cuestionó su dureza y recordó el episodio de Simeone con Julen Guerrero). Ostras, yo hablo a mi manera y no pienso que vaya a pasar nada. Estoy charlando, sin más. Pero ya iré más al tanto, estaré más pendiente. Imagine que hago un chiste que pueda molestar a un colectivo o a otro. ¡Joder! No creo que lo que yo diga sea destacable.

¿Pero usted ya había hablado con Rafael de que iba a dedicarse en exclusiva a la academia a partir de 2018?

Se lo había dicho en Australia a Carlos Moyá, no se lo dije a Rafael. Pero al volver se lo digo a su padre (Sebastià), y pensaba que su padre se lo había dicho a Rafael. Yo no quiero ningún problema, y hoy se lo he dicho repetidamente. Ahora bien, imagine que el año que viene Carlos Moyá tiene un problema o lo que sea, Dios no lo quiera. Oye, ¿puedes acompañarme aquí o allá? Encantado de la vida, solo faltaría. Lo único que digo es que no estaré viajando por el mundo. Pero si me dicen «tú, ¿te vienes a Montecarlo o a Roland Garros?». Pues encantado de la vida. Eso es.

- ¿Cómo se lo ha tomado Rafael?

- Pues Rafael se ha quedado un poco sorprendido, evidentemente. Pero es que yo me pensaba que lo sabía. Y pensaba también que se lo podría imaginar. Estoy a punto de cumplir 57 años y cada vez se me hace más duro esto de viajar. Al final, es mi sobrino, y lo seguirá siendo, pero visto lo visto, veo que está perfectamente y veo también que ha tenido la enorme suerte de encontrar a Carlos Moyá. ¡Coño, perfecto!, me digo.

- ¿Lo ha entendido?

- Sí, sí, claro. Del mismo modo que le ha sorprendido, lo comprende, y más después de tantos años.

- ¿Ha sido decisiva la entrada de Moyá en el equipo para que usted tomara esta decisión?

- Claro. Si Carlos fuera John McEnroe o uno de América, pues ya es diferente. Pero siendo Moyá un hombre de Mallorca, siendo tan fácil todo… Pues es lo que hay.

- ¿Le queda ilusión para este año?

- Absolutamente, del todo. Después de cómo ha comenzado el año, máxima ilusión. Tengo muchísima. Bueno, la principal ilusión la he de tener Rafael, claro, pero estamos al máximo.

- ¿Y cómo le ve?

Bien, muy bien. Es un año que ilusiona porque las cosas han empezado bien. La pretemporada que se hizo fue muy buena, hacía mucho que no conseguíamos entrenarnos sin dolor. Después de los problemas del año pasado, ha encontrado tranquilidad. Y la llegada de Carlos Moyá también ha sido muy positiva. Los resultados están ahí.

- ¿Cree que le afectará su salida del equipo?

- No, en absoluto. Si creyera que le fuera a perjudicar, no lo dejaría, seguiría viajando con él. Pero estoy convencido de que no, con Francis Roig y Carlos Moyá le dejo en muy buenas manos, son grandes entrenadores.

- ¿Y le apetece ahora volver a la base y meterse en la academia?

- Sí, sí, claro. Mire, ahora mismo le hablo desde aquí. Si no me apeteciera, no tendría ninguna necesidad porque esta misma mañana he estado entrenando con Rafael, porque acabamos de volver de Australia, porque mi hijo está jugando a fútbol… Y estoy aquí. Y tengo la suerte de estar en la academia, que es lo que me ha gustado toda la vida y nunca me he escondido. Me lo he pasado muy bien con Rafael, pero también me lo pasaba muy bien cuando era pequeño. Bien contento de estar aquí.

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