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Real Madrid

Cristiano, un lamento premeditado

Tenía preparado el discurso de queja. El vestuario le llamó al orden por la falta de respeto y el club está molesto por su desprecio al récord de títulos

Los motivos del enfado de Cristiano Ronaldo

Los planes de Florentino Pérez para reforzar al Real Madrid

La plantilla y los aficionados hacen piña: «¡Cristiano quédate!»

Vídeo: Cristiano y el dilema de su futuro

TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN

Los responsables del Real Madrid sabían desde hace un año que Cristiano está molesto por su diferencia de salario respecto a Messi y Neymar. Lo que no esperaban es que demostrara su egoísmo innato de forma tan poco elegante. Todos le conocen bien y los técnicos han sabido históricamente dirigir ese ego en beneficio del equipo. Pero esta vez su corta visión de la realidad, esa que utiliza para mirarse el ombligo y no observar más allá, ha roto todos los moldes. Ha conseguido molestar a todos los segmentos del madridismo, desde la junta directiva al aficionado más sencillo, pasando por el cuerpo técnico y sus compañeros de la plantilla, enojados por la total carencia de sensibilidad de su líder futbolístico, que es obvio que nunca lo será como defensor «sindicado» de sus compañeros. Sencillamente, porque no piensa más que en sí mismo.

Los dirigentes conocen bien a Cristiano, pero en Kiev sobrepasó los límites y fue inelegante y falto de respeto con sus compañeros campeones

La verdad es que la institución madridista ha soportado periódicamente los envites públicos de Ronaldo en su objetivo de cobrar más dinero, lanzados por medio de Jorge Mendes, por medio de Pepe en la selección portuguesa o por su propia actuación. Pero nunca le perdonarán el momento elegido. El Balón de Oro se ha ganado cierta antipatía del madridismo con su amenaza de marcharse. Por muchas palabras de cerrar filas y tapar boquetes que escuchen, la Junta directiva considera considera inaceptable que menospreciara la importancia del récord de tres Champions consecutivas, de cuatro Copas de Europa conseguidas en un lustro, con unas manifestaciones que dejaban entrever un adiós que además es una ilusión mental, pues ha firmado desde hace nueve años una cláusula de mil millones de euros y ese dinero no lo abonará ni el PSG de Nasser Al-Khelaifi, que tiene el dinero por castigo petrolífero y gasístico.

Los mensajes lanzados por Cristiano en la jornada dominical de fiestas intentaron rebajar la crudeza de una advertencia dialéctica expresada en Kiev que cortó la digestión triunfal del madridismo en Ucrania. Pero su mensaje era claro. Y no fue un calentón de la estrella por no marcar un gol en la final y presenciar cómo Bale se llevaba los reconocimientos. Su misiva estaba meditada desde hace tiempo.

Dinero, fisco, primacía

Tres argumentos fundamentan el sentimiento de Ronaldo para romper el gran ambiente disfrutado en Kiev y desviar el foco hacia su persona: su ficha, su situación fiscal y su preocupación por escuchar que Neymar puede venir al Real Madrid sin que le hayan mejorado su contrato. El madeirense logró que los aficionados madridistas hablaran más del futuro del delantero que del éxito histórico de su equipo. Le dio un respiro al barcelonismo en el día más duro para el universo azulgrana, que comprobó por unas horas el antagonismo entre Ronaldo y el campeón de Europa.

El primer razonamiento subjetivo del jugador es ser elegido como el mejor futbolista del mundo, ganador de los premios «The Best» y el Balón de Oro, y percibir menos dinero que Messi y Neymar. El ariete blanco renovó en noviembre de 2016 con una ficha de 21 millones de euros. Neymar pasó a recibir 36 en su salto al PSG. Y el Barcelona renovó a Messi con 46 millones anuales.

El «siete» mostró su queja en la preparación veraniega de la Copa Confederaciones, el 6 de julio del pasado año, cuando Pepe filtró el malestar del líder de la selección rojiverde y su pensamiento de abandonar el Real Madrid si no se le mejoraba el contrato, acorde a la subida de los emolumentos de las otras dos figuras.

Lo que más le molesta al Real Madrid es la exposición pública de un problema, porque esa acción demuestra que el futbolista desea poner su petición en conocimiento de los seguidores para suscitar la polémica y la división de opiniones.

El segundo capítulo que denuncia Ronaldo es la presión fiscal que soporta. Es una realidad judicial que nada tiene que ver con el club que le paga, pero el goleador quiere que el Real Madrid se implique. Y el tercer punto que riega este enfado de la figura madridista es escuchar que Neymar puede venir al equipo. Se siente segundo plato. El club ha manifestado al artillero que no ha dialogado con Nasser Al-Khelaifi para intentar la adquisición del brasileño, pero los celos son una sensación humana, particular, y contra eso no hay medicina ni palabras que sirvan para tranquilizarse.

Lo cierto es que los dirigentes del club han comprobado en las últimas semanas que la actitud de Cristiano para exigir su aumento ha ido «in crescendo» hasta llegar a ser cortante. La relación se ha enfriado, es gélida, porque es el ambiente que Ronaldo ha querido generar. «Ha estado un poco chulo en las últimas semanas, muy pesado, con el asunto del dinero de su ficha», comentaba coloquialmente una persona cercana a la directiva.

Tapar el boquete

El vestuario se encontraba molesto en Kiev por la metedura de pata, la derecha y la izquierda, de su goleador, que rompió la fiesta. Florentino Pérez tuvo que dedicar toda la noche a responder preguntas sobre su buque insignia, que había encallado en plena celebración de la decimotercera Copa de Europa. El presidente tuvo que apagar el fuego durante tres horas. Fue una labor del dirigente y del equipo.

Sergio Ramos le llamó al orden en nombre del plantel . El ejemplo de la actitud positiva de Lucas Vázquez, radiante con sus compañeros sin disputar ni un minuto de la final, era el polo opuesto a la actuación pública del Balón de Oro. Hay que decirlo claro: la plantilla le obligó a salir a la palestra en Kiev y decir que donde dije digo, digo Diego. Se cubrió en el burladero ante las críticas que se apelotonaban. Fue solo una respuesta obligada. No se la creía ni la sentía.

«No me arrepiento de nada»

Tras el recurso manido de echar la culpa al mensajero, «se han interpretado mal mis palabras», al final resurgió de nuevo ese egoísmo interno que le define y rompió el falso intento con esta frase: «No me arrepiento de nada». Eso molestó todavía más a los directivos, al cuerpo técnico y a los futbolistas. No tiene solución.

En el desastre organizativo del aeropuerto de Kiev, con miles de seguidores esperando su avión con cinco horas de retraso, algunos de ellos cancelados, el desayuno de los incondicionales blanco se atragantaba con las palabras del portugués escuchadas con tranquilidad, en la larga espera. En vez de celebrar la Champions con alegría, había caras de enfado. «Obrigado, Cristiano », decían dos hermanos madridistas, Mariana y Tomás Alarcón de Castro, que se habían gastado «cinco mil euros en tres días» para vivir esta Copa de Europa. «Si llega a marcar un gol no dice eso», señalaba Tomás, que acusaba a Ronaldo de «ser como un niño mimado y consentido, que llora cuando no es el protagonista». Esa era, en efecto, la sensación mayoritaria del seguidor de a pie que se ha dejado el sueldo del mes y parte de la paga extra de julio en esta aventura.

«En ningún sitio estará mejor que aquí y ganará títulos como aquí y él lo sabe» , subraya un directivo. Por eso, su reacción ha sido «inadmisible».

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