MotoGP | GP de San Marino
Rossi prolonga su rencor
Lo que comenzó como una alegre amistad con Márquez es hoy una rivalidad irresoluble
Ganar un título de MotoGP era todavía un sueño recurrente para un Marc Márquez recién aterrizado en el Mundial, con 15 años. Entre sus ídolos, Valentino Rossi . Consciente de ello, el fotógrafo Jaime Olivares acercó al español al italiano e inmortalizó el momento en Montmeló: el presente abraza al futuro, maestro y pupilo, sonrientes, con un coche de scalextric como excusa. El tiempo y los caminos paralelos terminaron por desgastar la imagen. Se rompió en 2015, con aquella pelea escenificada en una patada en Sepang . Los trozos siguen sin pegarse. El jueves Rossi negó la mano de Márquez .
Una relación que fue brillante amistad en sus orígenes, cuando el español solo era «il piccolo bastardo» que le peleaba las victorias y le copiaba sus más célebres adelantamientos . Compartían adrenalina, competitividad y risas en el parque cerrado cuando se ganaban en el duelo del domingo. También barbacoas en el rancho que el italiano tiene muy cerca del circuito de San Marino, donde este fin de semana se disputa la decimotercera prueba. E incluso mantuvieron una relación económica: cuando Márquez entró en el Mundial fue Rossi, con su empresa VR46, quien le llevó las cuentas del merchandising.
Pero «il piccolo bastardo» dejó de ser pequeño y pasó a ser, simplemente, «il bastardo». A Rossi se le acababan las oportunidades de cazar su décima corona porque el español crecía demasiado rápido, a su estela, con sus armas, su agresividad , pero con mucho más porvenir. Con 25 años, el de Honda suma cuatro títulos de MotoGP (y dos de Moto2); con 39, al de Yamaha se le resiste la décima corona (séptima de MotoGP) desde 2009. Los roles han cambiado desde aquella foto de 2008: el maestro descuenta el número de oportunidades, el pupilo es presente y futuro en la misma sonrisa. Líder del Mundial , con cinco triunfos esta campaña y 59 puntos de ventaja sobre el segundo, el propio italiano.
Conforme el de Honda eclipsaba y mejoraba los números de «il Dottore», se apagaban las bromas, las felicitaciones y los diálogos . Y se encendieron los micrófonos, las no comparecencias si el otro estaba -Rossi dejó de ir a la reunión de seguridad-, las versiones irreconciliables, los ataques dialécticos, los bandos y las acciones.
Argentina 2015
En Argentina 2015, Márquez acaba en el suelo en una batalla con Rossi; en Assen el italiano adelantó al español, en la última curva y por la grava, como respuesta a lo que ocurrió, al revés, en Laguna Seca 2013 donde sí hubo risas; y finalizó el año con la patada más famosa del motociclismo, en Sepang, y el discurso del «biscotto»: «Márquez fue al límite, le está tocando los cojones a todos» , dijo Rossi. Para él estaba claro: Lorenzo y Márquez habían confabulado para hacerle perder el título. Una versión compartida por sus miles de seguidores y gran parte de la prensa italiana, posicionada a favor de su ídolo, al que aleccionó en una multitudinaria rueda de prensa, en una batalla que traspasó barreras deportivas.
En aquellos meses no era raro ver a periodistas italianos aplaudir alguna caída del español y corroborar el acuerdo Lorenzo-Márquez en el papel. También la afición, en la grada, le comenzó a regalar insultos, silbidos y carcajadas ante sus tropiezos o en el podio . Hubo una tregua, en junio de 2016, tras la muerte de Luis Salom. Otra instantánea rota.
En este 2018 fue el de Honda quien se mantuvo en pie en otro duelo en el que cayó Rossi. «Me da miedo compartir pista con él», espetó el italiano, que rehusó las disculpas del español, como declinó el jueves la mano tendida . En San Marino, Rossi es la estrella, juega en casa , y sabe cómo agitar al personal. Márquez no es bienvenido.
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