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Última llamada para Roger Federer

A punto de cumplir los 35, el suizo señala Río 2016 como su oportunidad para lograr el oro y poner el broche perfecto a una carrera de ensueño

Roger Federer, ejecutando un drive durante un partido.
Roger Federer, ejecutando un drive durante un partido. - efe

En estos tiempos de dominio absoluto de Novak Djokovic en el planeta tenis, Roger Federer resiste con su tenis de libro y sustentado por un palmarés que acecha el serbio. Al suizo le precede su leyenda en cada torneo, pero desde 2013 que no levanta un trofeo de entidad y sus 35 años han desgastado su aura. El helvético no para de repetir que le encanta competir y el trasiego que le obliga el circuito, pero el tiempo y tenistas más jóvenes que le han perdido el respeto y el miedo también marcan el camino. Perdió contra Zverev, fruto de la nueva generación a los 19 años, y trata de que los Juegos de Río sean su broche de oro a su excelsa carrera en la que hay 17 Grand Slams y una Copa Davis, entre sus 88 títulos.

Hijo de suizo y sudafricana, Roger Federer comenzó a golpear a la pelota con seis años en el Club de Tenis TC Old Boys de Basilea, donde nació en agosto de 1981. Su capacidad atlética le ayudó a compaginar varios deportes. Aunque bien podría haber sido una estrella del fútbol, eligió la raqueta para pasar a la historia. Ambicioso y rebelde, no siempre fue el tenista frío y contenido que se conoce. Su adolescencia, como todas, tuvo mucho de enfados, expulsiones de los entrenamientos y alguna raqueta rota por la frustración. La ayuda de un psicólogo deportivo serenó su carácter y focalizó su rabia en ganar torneos. El año 1998 fue determinante, el inicio de una fulgurante carrera. Con el pelo teñido de rubio y su cara salpicada de acné ganó la prestigiosa Orange Bowl, y levantó su primer Wimbledon, aunque en categoría júnior, tanto en individual como en dobles.

Con esa carta de presentación dio el salto al circuito profesional. Sin el pelo amarillo, pero con coleta, alcanzó en 2000 su primera final, en Marsella. En 2001, su primer título ATP: Milán. Un triunfo inicial que sumó a los cuartos de final de Roland Garros y también los cuartos de Wimbledon, derrotando en su camino a todo un número uno como Pete Sampras. A partir de ahí: siete títulos de Wimbledon, un Roland Garros, cuatro Abiertos de Australia y otros cinco US Open. Además, seis Copa de Maestros, una Copa Davis con Suiza y una medalla de oro olímpica, en Pekín 2008, pero en dobles.

Moderado por el tiempo, su mujer, Mirka, y sus cuatro hijos -las gemelas Myla y Charlene y los gemelos Leo y Lenny-, disfruta sobre la pista aunque cada vez más el cuerpo le recuerde su edad. La espalda ha mermado su temporada presente y se ha reservado en torneos como el Mutua Madrid Open o Roland Garros para atacar con ciertas garantías de éxito su último bastión. También, por edad y por desgaste, su última oportunidad. Después de hacer cuartos de final en Pekín 2008 y quedarse con la plata en Londres 2012, ambiciona el oro olímpico individual para culminar uno de los mejores palmarés de la historia del deporte. Río 2016 disfrutará de Roger Federer, de su tenis y de su clase con la raqueta. Quizá, para desgracia del deporte, el último escenario de la estrella suiza.

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