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Río 2016 | Piragüismo

Marcus Cooper Walz, el mallorquín nacido en Oxford

Hijo de padre inglés y madre alemana, vive desde bebé en las Islas. Su meta estaba en Tokio 2020, pero decidió probar y le ha salido la carrera de su vida

Laura Marta

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Marcus Cooper Walz , el nuevo campeón olímpico, quiere ser más conocido como Cooper que como Walz, como ha aparecido en las pantallas en las que se anunció su oro en K1 1000. De padre inglés y madre alemana, antes de cumplir el año ya estaba viviendo en Mallorca, su hogar, su casa y su lugar preferido en el mundo. Sus padres viajaban allí a menudo, así que fue cuestión de azar que naciera en Oxford.«Soy de corazón español».

Muy ordenado, introvertido, pero con mucho sentido del humor, según palabras de su madre, Cooper empezó en la piragua para soportar mejor los veranos en Mallorca. Las veía por las islas y decidió probar. «Cada día me veía mejor, y me ponía más fuerte que es otra cosa que me gustaba»», cuenta con un perfecto español a pesar de sus ojos azules y su flequillo rubísimo.

Cada día fue mejorando hasta que decidió hacerlo deporte de competición. Pronto sus resultados evidenciaron que tenía un nivel muy alto. Su entrenador de aquella época, de los 12 a los 16, Joel Badía, lo empujó al equipo nacional. Y de ahí, a ser campeón del mundo sub 23 en dos ocasiones y doble medallista abosluto en su distancia favorita, los 500 metros (plata en 2014 y bronce en 2015).

Siempre se ha sentido español, pero no fue hasta 2015 que por fin logró la nacionalidad. Un requisito imprescindible para disputar unos Juegos Olímpicos. Y aunque sus objetivos iban a Tokio 2020 decidió intentarlo para Río. Su clasificación fue de última hora, a mediados de mayo, pero se convenció de que podía y con 21 años se cuelga su primer oro olímpico. Era el más joven de los ocho finalistas, pero él está lejos de arrugarse por esas cosas. Es un chico «echao p'alante». «Voy a dar caña», decía tras clasificarse para la final.Su remontada antológica entra de lleno en el libro de oro del olimpismo español.

Estaba convencido de poder ganar. «He hecho la carrera de mi vida», decía nada más acabar la carrera. Eso para él significa dejarse el alma sobre el kayak. No entiende otra forma de competir este español de pura cepa. Pese a los que digan su nombre y apellidos.

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