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Éder, el delantero oriundo que dividió a un país

De origen brasileño, su convocatoria para la Eurocopa provocó una rebelión contra él

Éder, en un entrenamiento de la selección italiana EFE

Javier Asprón

A finales de 2014, pocos meses después de la llegada de Antonio Conte al banquillo de la selección, un debate futbolístico polarizó la atención de los italianos. De golpe y porrazo, el nuevo inquilino del banquillo de la «Nazionale» llenó el equipo de jugadores nacionalizados. El alemán Roberto Soriano, el argentino Franco Vázquez y los brasileños Jorginho y Éder empezaron a acudir a la convocatorias en las que Italia se jugaba su clasificación para la Eurocopa . Hasta entonces, solo Thiago Motta, también brasileño, era asiduo de la selección, una presencia que nadie discutía. Pero la inclusión repentina de tanto jugador naturalizado no gustó a todos. Roberto Mancini, entrenador del Inter y exinternacional italiano, fue muy crítico con el asunto: «En Italia deben jugar italianos. Los no nacidos en Italia no se merecen jugar en el equipo nacional, aun cuando tengan parientes italianos». Arrigo Sacchi, leyenda de los banquillos, ahondó con unas declaraciones tildadas de racistas: «En las categorías inferiores de la selección hay demasiados negros. No puede estar bien ver a quince extranjeros en un equipo».

El asunto tenía que ver más con la calidad de los convocados que no con su procedencia, pero el debate caló. «Si Cristiano o Messi hubieran tenido abuelos italianos nadie habría cuestionado su presencia con Italia», respondió Conte ante las críticas.

El caso es que, de todos los debutantes nacionalizados de Conte, a la Eurocopa de Francia solo ha llegado Éder . Y el brasileño es mirado con lupa. Hasta hace un par de años no pasaba de ser un jugador del montón, curtido en equipos de Segunda (fue máximo goleador de la Serie B con el Émpoli) y de irregular rendimiento en la Sampdoria. Pero su explosión en el equipo genovés le llevó el invierno pasado a fichar por el Inter a las órdenes de Mancini. Desde entonces ha jugado poco y solo ha marcado un gol. Pero aun así Conte le ha mantenido en la selección, a la que pudo incorporarse gracias a un bisabuelo nacido en Nove, en el noroeste de Italia. No solo eso, el técnico le ha convertido en titular indiscutible, en el socio de Pellé en la delantera. Es uno de los hombres en los que más confía junto al trío que conforma su granítica defensa. Su caso recuerda, en cierto modo, al que protagonizó Diego Costa con España.

Con su gol ante Suecia clasificó a Italia para octavos, y Eder convirtió todas las críticas en elogios. «Hermano de Italia», tituló el día después Tuttosport. «La discusión de los oriundos nunca tendrá fin. De cada diez personas cinco estarán a favor y cinco en contra. Mejor no darle más vueltas», dice él. Aunque si marca ante España ya nadie le pedirá el pasaporte.

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