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Eurocopa 2016

Coleman, Gales y txakoli

El entrenador, que estuvo en la Real y protagonizó una curiosa anécdota con el exceso de vino, es la imagen de un equipo que enamora a Europa

Enrique Yunta

Los festejos hacen siempre más gracia cuando el equipo es inesperado, enamorada media Europa de Gales por su increíble viaje hacia la gloria. Empezó a andar en Francia en silencio, únicamente alterada la paz porque en ese equipo está Gareth Bale y provoca un ruido inevitable desde su condición de estrella mundial, y el miércoles estará en Lyon jugando contra Portugal, luchando por estar en la final de la Eurocopa . Hay vídeos en el vestuario de los chicos haciendo el ganso, bailes entre carcajadas y la afición celebra en la campiña los goles con chaparrones de cerveza. Cualquier festejo se queda en nada.

Se buscan historias estos días para poder argumentar el milagro, descartado el término por los protagonistas. «Es mucho trabajo», resume Bale, que viene a ser la voz autorizada de estos 23 héroes por el desconocimiento de la mayoría de los otros. Sí, Bale es la estrella, pero el director de la orquesta es Chris Coleman, entrenador orgulloso que tuvo la difícil papeleta de ocupar el vacío que dejó su íntimo amigo  Gary Speed tras su muerte en 2011 (apareció en su casa ahorcado). De momento, ya ha logrado la mayor hazaña futbolera del país y tiene asegurado su contrato hasta 2018, el Mundial de Rusia.

Coleman acaba de cumplir 46 años y está casado con una famosa periodista y presentadora. Lleva una vida normal, feliz en su cargo, aunque admite que en cierto modo añora la adrenalina del día a día en un club. Después de hacer carrera como jugador en el Swansea, Crystal Palace y retirarse en el Fulham, probó en los banquillos y se estrenó precisamente en el equipo en que dio sus últimas patadas. A partir de ahí, optó por salir de las islas, conocer otro mundo y, sobre todo, otro fútbol. Su destino fue San Sebastián .

Pelea con el vino

John Benjamin Toschack, ídolo del país, fue quien recomendó a la Real Sociedad la contratación de Coleman , que estuvo muy poco tiempo en Anoeta y se fue alegando diferencias con la presidencia (entonces, la Real vivía un proceso convulso con cambio de inquilino en la tribuna y, además, estaba en Segunda división). No le iban del todo mal las cosas, pero entendió que debía salir ya que no congeniaba con el presidente Iñaki Badiola. Se fue sin cobrar un euro de indemnización pese a tener dos años y medio más de vínculo con la entidad guipuzcoana.

En esos meses donostiarras, Coleman fue feliz, encantado con los chuletones y el vino, a gusto con la vida española. En una de esas noches, se le fue de las manos y al día siguiente llegó una hora y media tarde a una rueda de prensa porque se quedó en la cama negociando la resaca. Intentó explicar que tuvo una avería doméstica, que la lavadora y esas cosas que se le ocurren a uno en primera instancia, pero acabó reconociendo que se descontroló, delatado por una voz ronca que no era precisamente de catarro. «Una gran pelea con el txakoli», argumentó con cierta gracia. Regresó a las islas y dirigió al Coventry sin demasiada mano e hizo las maletas para irse al Larissa griego, su último equipo antes de aterrizar en la selección de Gales.

El primer éxito fue lograr la clasificación para la Eurocopa , algo que nunca había sucedido, y ahora llama a las puertas de la eternidad. «Ha sido realmente fantástico para el país», explica Bale. «Ha cambiado el fútbol galés, le ha dado otra identidad y tiene ideas para que sigamos mejorando. Es muy importante que siga en la selección», cuenta el jugador franquicia.

«¡Sueñen, no tengan miedo de soñar!» , exclamó Coleman en la sala de prensa de Lille, todavía eufórico por el triunfo ante Bélgica. «Si trabajan duro y no le temen al fracaso... Yo tengo más fracasos que éxitos, pero no tengo miedo de fracasar. Por eso hoy saboreo este momento tan dulce». No hay noticia de Gales en la historia del fútbol salvo los cuartos del Mundial de 1958, derrotados los dragones por Brasil y con gol de Pelé. «Todo esto es una locura, pero ahora queremos más». Portugal ya está avisada.

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