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¿Debe un club de fútbol fichar a un jugador condenado por agresión sexual?

La contratación de Paul Abásolo por el Club Portugalete, de Tercera, provoca un encendido debate

Paul Abásolo, primero por la derecha, en su presentación con el Club Portugalete TWITTER CLUB PORTUGALETE
Pablo Pazos Seoane

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La polémica está servida. El fichaje del futbolista Paul Abásolo por el Club Portugalete, de la localidad vizcaína de la que toma su nombre, y que milita en Tercera División, ha provocado un profundo debate y hasta una declaración institucional del Ayuntamiento por la contratación de un jugador que fue condenado en su día a más de tres años de cárcel por otros tantos delitos de agresión sexual.

El Portugalete anunciaba a principios del pasado mes de junio la contratación de Abásolo, procedente del Zamudio, club también vizcaíno, junto a otros dos futbolistas. Con una trayectoria, desde 2002, en escuadras de Segunda, Segunda B y Tercera, como Éibar, Logroñés, Oviedo y Sestao , entre otros, la incorporación del mediocentro ofensivo de 32 años recién cumplidos no habría ido más allá de las páginas de información deportiva locales y regionales de no ser por su pasado judicial.

Abásolo (Durango, Guipúzcoa, 1984) fue condenado en 2010 por la Audiencia Provincial de Vizcaya a tres años y tres meses de cárcel por sendos delitos de índole sexual contra tres jóvenes durante 2006 y 2007 en Guernica. En 2011, sin embargo, un indulto del Gobierno redujo su pena a dos años, el período máximo para evitar la prisión en caso de no tener antecedentes. Bajo una condición: participar en un programa de reeducación sexual.

El Movimiento Feminista de Portugalete, tras tener conocimiento del fichaje, inició una campaña para que le fuera rescindido el contrato . Recordaban que «fue indultado pero nunca declarado inocente» y que «nunca ha dado muestras de arrepentimiento, ni ha pedido disculpas por lo cual caben serias dudas de su rehabilitación».

La reclamación encontró eco en Bildu, que este pasado jueves llevó una moción al pleno del Ayuntamiento para tratar de forzar al club a que se desprendiera de Abásolo. La moción, sin embargo, fue rechazada. En su lugar, se aprobó una declaración institucional de la Comisión Mixta de Igualdad, respaldada por unanimidad por todos los grupos, que, sin nombrar al futbolista, insta al Club Portugalete a revisar «su política de fichajes», después del «rechazo social» generado.

En la declaración también se recuerda al club que «posee una proyección pública, que le corresponde una responsabilidad social y una obligación de ejemplaridad y que se ha comprometido públicamente con la defensa de valores como la igualdad de oportunidades».

Respuesta del club

Antes de que la polémica alcanzara rango institucional, el club ya emitió la semana pasada un comunicado donde indicaba que Abásolo «cumplió una condena (…) de conformidad con todos los requisitos y exigencias que impone nuestra legislación», y que tras cumplirla, « quedó extinguida la responsabilidad penal en la que el jugador había incurrido». El futbolista, aseguraban, «se encuentra totalmente reinsertado en la sociedad, tanto a nivel humano como a nivel deportivo, ámbito en el que ha venido desarrollando su carrera de futbolista, a lo largo de los últimos años, en equipos como el Amurrio y el Zamudio, con absoluta normalidad».

«Dispone de los mismos derechos y de las mismas obligaciones que el resto de la ciudadanía, entre los que se encuentra, obviamente, el de jugar al fútbol en tercera división», añadía el club, que considera que «ningún organismo, asociación o partido político está legitimado para negar derechos a un ciudadano, competencia esta que le corresponde exclusivamente a las instituciones judiciales», pues «lo contrario supone discriminar a una persona por el mero de hecho de tener antecedentes judiciales ». Por su parte, el club vizcaíno «nunca discriminará a ninguna persona por su raza, ideología, orientación sexual, ni tampoco, por tener antecedentes judiciales».

Si bien aseguraban compartir «el derecho que otorga nuestra legislación a la reeducación y a la reinserción social», no así «iniciativas que tratan de limitar los derechos de un ciudadano, dificultando su integración en la sociedad». «No es justo impedir la práctica del fútbol a personas que ya cumplieron su deuda con la sociedad y que han dado muestras fehacientes de su reeducación y reinserción en la misma», incidían desde el club. «Es lo mínimo que una Entidad Deportiva debe aportar a la Sociedad, donde queremos destacar que el Club Portugalete se encuentra absolutamente comprometido con los valores de la tolerancia, la igualdad, el respeto a los demás y el cumplimiento de la más estricta legalidad».

El comunicado concluía así: «El Club Portugalete condena toda forma de discriminación hacia cualquier persona, incluyendo prioritariamente aquella ejercida hacia las personas que se encuentran en situación de desventaja social. Por ello, realiza una apuesta por la reinserción laboral de Paul Abásolo Amantegui y a su vez, se compromete a asumir una actitud de vigilancia activa para que en su entorno no se produzca ningún hecho ni expresión que menoscabe la libertad sexual ni que ampare, justifique o aliente la violencia contra las mujeres».

Palabras que no contentaron a cierto sector de Portugalete y convirtieron el asunto en cuestión de debate municipal. Por el momento Abásolo sigue integrado en la primera plantilla del club vasco , con el que el próximo año jugará en la cuarta categoría del fútbo español. Su pasado fuera del césped, sin embargo, le persigue una década después. El debate sigue abierto.

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