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Abierto de Australia

Kyrgios, el nuevo chico malo del tenis

El australiano, de 19 años, es osado y desafiante, pero tiene un saque muy poderoso y Melbourne enloquece con su carisma

Kyrgios, el nuevo chico malo del tenis EFE

E. Yunta

Mientras el tenis se cansa de hablar de promesas, tan recurrentes los piropos a los jóvenes que se quedan a mitad de camino, Nick Kyrgios rompe los esquemas en Melbourne, clasificado para los cuartos de final de un torneo en donde es el ídolo. Es australiano y recibe trato de héroe ahora que faltan referencias en un deporte en donde fueron los mejores. Kyrgios va en serio.

Tiene 19 años y es el 53 del mundo, temible para cualquiera porque cuando tiene el día es complicadísimo frenarle. Tiene, principalmente, saque y mucha osadía, tanto que se le ve como el nuevo chico malo del tenis. Hereda los galones de Lleyton Hewitt y acostumbra a repetir muchos de los gestos que realizaba su compatriota cuando estaba en la cima.

Silencia a los rivales, estimula a la grada, se mueve con cierta chulería y le pega durísimo. Lleva un peinado de autor, lució un llamativo tatuaje de henna en Wimbledon y utiliza pendiente y cadena de oro, estrella emergente con aires de grandeza que se pone música rap antes de salir a jugar. El tenis, acostumbrado al respeto mutuo y a las buenas palabras, recibe a un antihéroe.

Se mide en los cuartos del Abierto de Australia a Andy Murray, reservado el primer turno de la tarde de la central para el partido estrella de la jornada. Se llenará la Rod Laver para seguir de cerca al chico, que reconoce su predilección por Roger Federer y que escoge a Rafa Nadal antes que a Novak Djokovic. Contra Nadal, precisamente, logró el triunfo de su vida en el pasado Wimbledon.

Poseído por la arrogancia de su juventud, es el primero en admitir que debe templar y controlar sus emociones en la pista. Su madre es de Malasia y su padre griego, le encanta el baloncesto y los Celtics en la NBA y sigue al Tottenham en la Premier. Fue el número uno en categoría junior y sueña con serlo entre los mayores.

Junto a Thanasi Kokkinakis es la gran esperanza australiana, con permiso de Bernard Tomic. Los tres son talentos impresionantes, aunque falta por ver si son capaces de controlar sus entornos y de serenarse a la hora de jugar. Kyrgios ha demostrado que puede y que, si quiere, le funciona la cabeza. Tuvo que remontar ante Andreas Seppi dos sets en octavos y se impuso en el quinto después de salvar dos pelotas de partido.

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