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«Negro, basura, tu piel no tiene cura» y otros cánticos bochornosos del fútbol español

Entre las medidas que el Consejo Superior de Deportes ha decidido implantar para acabar con los grupos ultras, destaca el cerco a la violencia verbal dentro de los estadios

«Negro, basura, tu piel no tiene cura» y otros cánticos bochornosos del fútbol español EFE

A. S. MOYA

«Hemos exigido que en todos los encuentros que se disputen los informadores de la Federación Española de Fútbol estén apoyados por la creación de la figura de oficiales especializados y coordinadores de seguridad, que colmen la laguna que existe sobre la falta de información de los órganos sancionadores. Toda la violencia verbal que no se ha reflejado hasta ahora va a ser suministrada», así de rotundo se mostraba el presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), Miguel Cardenal, días después de la trágica reyerta entre radicales del Frente Atlético y Riazor Blues que terminó con la vida de Francisco Javier Romero Taboada, alias «Jimmy», de 43 años, perteneciente a «Los Suaves», facción más dura de los ultras gallegos.

Tras la reunión del CSD, la Liga y la Federación, a partir del próximo 15 de diciembre entrarán en vigor una serie de medidas drásticas: cierre parcial y total de estadios, retirada de puntos y descenso de categoría para los clubes que colaboren con grupos de seguidores violentos, además de un listado oficial de ultras en España y la implantación de un sistema de reconocimiento facial en el acceso a las zonas de riesgo de los estadios. En esta batería de normas se incluye por primera vez la figura de un oficial de partido que tendrá por misión elaborar un informe sobre cualquier altercado verbal o físico que se produzca dentro del recinto deportivo.

Hasta ahora esa tarea venía recayendo en el árbitro, desbordado en numerosas ocasiones por ejercer el control tanto dentro como fuera del terreno de juego. Aunque en determinados casos el colegiado correspondiente ha parado e incluso suspendido el partido, no son pocas las ocasiones que las cámaras han captado lamentables y vergonzosos cánticos mientras seguía desarrollándose el juego.

Durante la década de los 90, adquirió gran repercusión una proclama totalmente fuera de lugar. El serbio Pedja Mijatovic, convertido ya en toda una estrella, protagonizó un sonado traspaso desde el Valencia al Real Madrid, lo que le costó una ristra de antipatías en varios campos de España. Sin embargo, los límites se traspasaron después de que saliera a la luz que uno de sus hijos estaba gravemente enfermo. «¡Se va a morir, el hijo de Mijatovic!» retumbó en varias gradas, aprovechando que por aquel entonces había una gran impunidad ante este tipo de ataques.

Cuando el 8 de diciembre de 1998 Aitor Zabaleta era asesinado a las puertas del Vicente Calderón , nadie podía imaginar la humillación posterior que se pregonaría durante años desde un sector del coliseo rojiblanco. «Por eso yo voy a pinchar al guarro de la Real, no nos engañáis, Aitor Zabaleta era de Jarrai», solo dejó de escucharse hasta hace relativamente poco, a raíz de que la Comisión antiviolencia endureciera las sanciones en relación a esta serie de ultrajes.

Entre los grupos ultras de extrema derecha, los vascos han estado casi siempre en el centro de la diana. «Vascos, vascos, vascos, hemos venido a acuchillaros, y el resultado nos da igual» o «Euskal presoak, cámara de gas», han sido algunas de los mensajes vociferados a escasos metros de los mejores futbolistas del mundo. Por su parte, feudos con radicales de extrema izquierda como Balaídos, San Mamés o El Sadar han tenido que soportar vergonzantes gritos indignos como «ETA, mátalos» o «españoles hijos de puta». Cuando en febrero de 2013, el Celta fichó a Abel Resino como primer entrenador, que a su vez iba a conformar tándem con Salva Ballesta como segundo, el club vigués decidió finalmente vetar a este último ante la presión ejercida por sus ultras , que en un partido frente al Albacete le habían vociferado: «Salva Ballesta, tiro en la testa».

Racismo en las gradas

La deplorable moda de simular ruidos simiescos cada vez que un jugador de raza negra tocaba el balón alcanzó su punto álgido un 25 de febrero de 2006, durante el transcurso de un encuentro que enfrentaba al Zaragoza con el Barcelona. Mediada la segunda parte el delantero camerunés, Samuel Eto'o, decidía retirarse del campo harto de la impunidad que un reducido sector de La Romareda gozaba para lanzar insultos racistas hacia su persona. «No más, no juego más», eran sus palabras mientras se alejaba hacia los vestuarios. A pesar de la insólita situación, compañeros, rivales y árbitro consiguieron convencerle de que siguiera jugando para no dar el gusto a los cuatro intolerables de turno de ver a la estrella culé abandonar el choque.

La moda de simular ruidos simiescos llegó a España hace una década

No fueron pocos los ecos de aquel desagradable «¡uh!, ¡uh!, ¡uh!» que todavía hoy florecen de vez en cuando. El racismo, una lacra que aún no se ha extirpado del fútbol , ha dejado cánticos dantescos que levantaron la voz de la indignación durante mucho tiempo. «Negro, basura, tu piel no tiene cura» o el extendido «eres un mono, Alves (Marcerlo, Eto'o o cualquier jugador discriminado por su raza), ¡eres un mono!», han resonado en varios rincones de la geografía española.

El Sevilla amenaza con no jugar

Durante un Atlético-Sevilla de 2011, cuatro años más tarde de la muerte del jugador del Sevilla, Antonio Puerta, el Vicente Calderón fue el escenario de la intolerancia de unos pocos que utilizan el altavoz del fútbol para hacerse notar. Un reducido grupo del fondo sur cantó «ea, ea, ea, Puerta se marea», un acto que provocó la amenaza del equipo hispalense de retirarse del partido si se volvía a escuchar algo así. Al término del choque, el club rojiblanco emitió un comunicado expresando su repulsa , «el Atlético de Madrid lamenta profundamente los cánticos vertidos contra la figura de Antonio Puerta. Nuestro club expresa su profunda repulsa por dichos cánticos y se disculpa ante la familia del desaparecido futbolista, ante el Sevilla y ante el fútbol en general».

No obstante, este no es el único bramido relacionado con la muerte que ha salido de una grada. «Milan muérete», en alusión al hijo de Piqué, de una parte de Cornellá; o «Cristiano (u otra figura de primer nivel) muérete», que suele acompañarles allá por donde juegan, son dos ejemplos flagrantes. Y esto, por difícil que resulte asimilar, abarca un dantesco repertorio mucho más amplio del aquí expuesto. En teoría, hasta ahora. La «barra libre» que rodea al mundo del deporte rey parece tener los días contados.

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