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Fútbol hasta en la sopa: un empacho de 23 jornadas consecutivas de partidos oficiales

Las televisiones imponen 23 días consecutivos de partidos oficiales

Fútbol hasta en la sopa: un empacho de 23 jornadas consecutivas de partidos oficiales

MIGUEL ÁNGEL BARROSO

Hoy se cumple el decimosexto día de fútbol consecutivo con clubes españoles implicados (si se suman la Liga BBVA y las competiciones europeas) y todavía queda toda la semana próxima para culminar un atracón de récord: 23 fechas sin que el balón haya parado de rodar. Mañana acaba una racha de 11 días seguidos de torneo doméstico en los que se han disputado tres jornadas , una circunstancia que termina por desconcertar hasta al seguidor más devoto. El maratón concluye el 6 de octubre porque la selección española debe concentrarse para jugar dos partidos clasificatorios para el Mundial de Brasil, el 11 y el 15 de ese mes, ante Bielorrusia y Georgia.

Hasta esa interrupción los adictos al balompié y con tiempo y dinero para gastar en las plataformas televisivas se habrán podido dar un homenaje no sólo de fútbol nacional, sino internacional (Premier League, Serie A italiana…). Solo este fin de semana el menú ha estado compuesto de 25 platos. ¿Peligro de hartazgo? La Liga de Fútbol Profesional (LFP) dice que no; los aficionados lo desmienten desertando de los estadios , con casos dramáticos: el Getafe-Celta del pasado jueves, a las 22.00 horas, aglutinó a cinco mil espectadores en las gradas del Coliseum Alfonso Pérez, que dejaron unos 11.000 euros en taquilla; abrir el campo (gastos de luz, de personal, etcétera) le costó al club madrileño 35.000 euros.

Altos precios, malos horarios

Hay dos factores que se unen a la sobrecarga: los precios más altos de Europa y los malos horarios , con partidos que se programan los viernes y los lunes a horas intempestivas. Según la LFP, la asistencia de espectadores a los estadios la pasada temporada en la Liga BBVA y la Liga Adelante bajó un 2,4% con relación a la campaña anterior. A los estadios de Primera acudieron 9.676.244 espectadores, un 2,2% menos; en Segunda el descenso fue del 2,99% para un total de 2.935.634 asistentes. Este organismo aseguró a ABC que no hará públicas las cifras correspondientes a este curso hasta que no se haya completado la primera vuelta.

Pensar en la época en que la mayoría de los partidos se disputaban de forma simultánea el domingo a primera hora de la tarde, para solaz de los aficionados y de los carruseles radiofónicos, conduce a la melancolía. En un deporte quebrado económicamente, el oxígeno está en los derechos televisivos. Los clubes de fútbol que son sociedades anónimas deportivas deben a Hacienda 663,876 millones de euros , según reveló el Gobierno en julio pasado. Más de 500 millones corresponden a equipos de Primera división.

El Ejecutivo no facilitó el pasivo de los clubes que no son sociedades anónimas (Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao y Osasuna), ya que se podría vulnerar la confidencialidad que impone la ley. Las penurias son un hecho para la inmensa mayoría , pero los dirigentes del fútbol español se enganchan a la teta audiovisual antes que bajar los precios. El penúltimo capítulo de esta locura: Elche-Real Madrid, un miércoles a las diez de la noche, localidades entre 110 y 180 euros.

Abrir nuevos mercados

Javier Tebas, presidente de la LFP , asegura que le interesa un equilibrio entre el «fútbol presencial» y el «fútbol de abonados televisivos», aunque los esfuerzos se centran más en el segundo caladero. Una de las obsesiones de Tebas es acabar con el partido en abierto. También está empeñado en aumentar los ingresos de la Liga a través de su expansión internacional. Recientemente ha estado en Dubai buscando patrocinadores. La LFP va a abrir una oficina en la freezone del Aeropuerto de Dubai para potenciar su estrategia en el norte de África y Oriente Medio.

La apertura de ese mercado y, sobre todo, del asiático, podría poner algo de cordura. El modelo de la Premier causa envidia entre los sufridos aficionados: ayer, por ejemplo, se disputó a las dos de la tarde el derbi londinense entre el Tottenham y el Chelsea. A la hora española del vermú, con promesa de tarde libre y de conciliación de vida laboral y familiar para ciertos profesionales (ahora que nuestros legisladores se plantean acoplarnos al huso horario de Greenwich, no estaría de más reflexionar sobre los horarios del fútbol). El derbi madrileño se jugó ayer, naturalmente, a las 22.00. Y las entradas más baratas, en el gallinero, costaban 70 euros.

Esta panzada de fútbol ni siquiera satisface a la hostelería. Un portavoz de la asociación madrileña La Viña comenta a ABC que «excepto los partidos importantes, los demás no mueven a la gente a los bares. Lo que sí hacen es perjudicar a la restauración, que cuando hay fútbol ve reducida considerablemente la afluencia de clientes a los locales».

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