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El Real Madrid se complica el camino en la Euroliga tras caer con el Panathinaikos

El Real Madrid se complica el camino en la Euroliga tras caer con el Panathinaikos afp

emilio v. escudero

Venía el Real Madrid de dos derrotas seguidas y eso siempre crea dudas. Se notó desde el principio que el equipo de Laso no estaba cómodo y en esa tesitura, cuando el partido está enredado, Diamantidis es el número uno a la hora de sacar beneficio. El base griego, duda hasta última hora por un esguince de tobillo, manejó el encuentro a su antojo. Templó, buscó y ejecutó, todo con la elegancia que le caracteriza. Con esa mueca del que parece que no está, pero que te va matando lentamente.

Los primeros compases del encuentro anticiparon la batalla en la que se iba a convertir el partido. Un duelo muy trabado, sin espacio para maniobrar y en el que cada canasta conseguida se celebraba con énfasis. Más que nunca. Cada punto era oro en un partido llevado a unos guarismos bajos por parte de Pedoulakis, consciente de que esa era una de sus armas para poder ganar en Madrid.

Volvió Rudy Fernández y lo dejó claro en la primera acción del partido. Un robo de balón culminado con un mate que evidenciaba su mejoría física. El Real Madrid trató de imponer esa fórmula de defender y correr al contragolpe, pero le fue imposible. Las trampas griegas evitaban las carreras y el choque se jugó en posesiones largas y muy trabajadas.

Con Schortsanitis esperando su oportunidad en el banquillo, el Panathinaikos se acomodó en las manos de Diamantidis y Ukic. Un parcial de 9-0 le dio al PAO sus primeras ventajas en el marcador y obligó a Laso a buscar el revulsivo en el banquillo. Para entonces, los problemas en el lanzamiento exterior y en la línea de tiros libres eran ya un lastre para el Madrid, que se veía impotente ante la defensa griega.

Tuvo que salir Sergio Rodríguez para ayudar a desatascarla, aunque con eso también encontró alivio Diamantidis. El segundo cuarto del base griego fue para enmarcar (10 puntos al descanso) y eso se reflejó en el marcador (33-38, min. 20). Atascado en el exterior y con el grifo interior cerrado por “Big Sofo”, el Real Madrid llegó a los vestuarios pidiendo oxigeno.

No es que hubiera transformación brutal tras el intermedio, pero sí que se notó un cambio de actitud en el equipo blanco. El triple de Sergio Llull nada más comenzar ese tercer período fue una prueba de ello. El primero en todo el partido. Una losa de liberación que dejó paso a los mejores minutos del Real Madrid.

Rudy Fernández emuló a Llull, mientras el PAO se apoyaba en Sofo para mantenerse en el partido. Parecía que iba a romperse el duelo definitivamente (53-46, min. 29), pero un triple de Ukic reenganchó al Panathinaikos de nuevo.

Todo quedó listo para definirse en el último cuarto, al que el Real Madrid llegó con una ventaja mínima. De nuevo rozó el triunfo el equipo blanco, con una renta de cinco puntos a cinco minutos del final (63-58). Tocaba imponer el basket control, una suerte que no comparte este Real Madrid, acostumbrado a las idas y venidas. A dar y encajar golpes.

Esa ausencia de manija llevó el partido a un cara o cruz, del que salieron mejor parados los griegos. El Madrid se empeñó en ganar con acciones individuales y eso le costó la derrota, la tercera consecutiva, que no complica el pase a cuartos de final, pero sí el factor cancha en esa eliminatoria crucial.

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