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Patinaje Artístico

Javier Fernández: «No ha habido tanta dificultad en la historia de este deporte»

El bicampeón del mundo explica para ABC sus sensaciones después de haber firmado el ejercicio perfecto que le hizo revalidar el oro mundial

EFE

LAURA MARTA

Si Frank Sinatra era «La voz», Javier Fernández es «El Patinaje». Una espléndida actuación del programa libre en el Mundial de Boston corroboró la maestría del patinador español. Después de superar un mes con dolores y remontar doce puntos de desventaja, logró una puntuación récord en su brillante historial para conquistar el oro , por segundo año consecutivo.

Sinatra cantaba, Fernández deleitó. Los aplausos del City Garden enmudecieron al cantante estadounidense en los últimos segundos de la actuación del español, tanto había gustado su interpretación. Exhausto y emocionado al terminar, con las manos cubriendo su rostro, Fernández sabía que había rozado la perfección . Su entrenador, Brian Orser, dejó escapar un «Oh, my God, wow» mientras se abrazaba a su pupilo. El otro que tiene en Canadá, el japonés Yuzuru Hanyu, lideraba la clasificación después del programa corto, pero no tuvo su mejor actuación en el baile definitivo y Fernández brilló como nunca : 314.93 puntos con dos dieces, en coreografía y en interpretación.

Calmado, recuperado del esfuerzo y de las alegrías de la noche, el madrileño explicaba para ABC la dificultad de esta hazaña. «Estamos en un nivel tan alto que en cualquier momento puedes cometer un pequeño fallo. No ha habido tanta dificultad en la historia de este deporte. Conseguir un oro en este nivel es muy emocionante. Y que gente muy importante del patinaje te diga que han visto el mejor programa de la historia es memorable». Confiado en hacerlo lo mejor posible, en olvidar por fin la lesión en el tobillo que mermó su preparación, Fernández encadenó un salto perfecto tras otro, en un programa en el que acumulaba hasta tres cuádruples. Una exigencia máxima para un deportista que se supera en cada paso para seguir siendo el mejor.

Así analizaba su ejercicio: «El programa se divide en saltos, piruetas y secuencia de pasos que unen todos los elementos. En la primera parte incluí todos los saltos, porque estás más fresco y tienes la energía suficiente para conseguir que salgan perfectos. Y además, añadí dificultad técnica. Es la parte que más me gusta entrenar. Me lo paso bien. A partir del tercero, me he empezado a encontrar más suelto . Me he dicho: “Me queda mucho programa, pero esto va bien”. La gente lo ha visto y también los jueces, así que me he soltado más». A partir de ahí la sonrisa apareció en su rostro, disfrutó e hizo disfrutar. «Las series de pasos también me divierten mucho. Que es lo que sigue en el programa. Ahí he podido interpretar más, expresarme mejor. En un programa como este se valora todo: la cara, las manos, el ritmo, la coreografía...»

Eligió a Sinatra y su «Guys and Dolls», una banda sonora que, reconoce, pudo ayudar a conseguir la complicidad con el público. «Te lo puedes esperar de tu país, pero en una ciudad como Boston, que todo el mundo se levante, los aplausos... Ha sonado muy, muy bien desde dentro». Recordará este ejercicio siempre, por el resultado y por el camino. «Creo que de esta coreografía y de este programa he sacado lo máximo. Terminar la temporada así... no se puede pedir más . Me daba cuenta de que lo estaba haciendo bien, pero no me esperaba mejorar en tanto mi propio récord».

¿Ha sido el ejercicio perfecto? «Sí. Me entreno en la perfección cada día, y este ha salido tal y como lo había ensayado tantas veces. En todo momento estaba en el punto de la música y de la pista adecuado». También por el premio, su segundo oro mundial, consecutivo. «Sabe un poco mejor que el primero por el mes tan duro que he tenido, con tres y cuatro días a la semana en el fisioterapeuta, sin poder entrenarme por la mañana, y también por la remontada».

Han pasado apenas unas horas y ya piensa en mejorar para el próximo curso. ¿Se puede? «Claro, intentar no cometer ningún fallo, y entrenar la constancia. Pero sí, tanto Hanyu como yo estamos en un nivel que, dicen, nunca se había visto en la historia de este deporte ». ¿Ha podido dormir bien? «Sí, completamente», sentencia el madrileño de 24 años. Se marchó de casa a los 17 para perseguir un sueño, y ha conseguido vivir en él: es el más grande de Europa, por cuarto año consecutivo. Y el más grande del mundo por segunda vez. «Sí, un final perfecto».

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