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Kayak

Una aventura a la deriva

El periodista Quico Taronjí narra en «Aislado» su naufragio en Túnez en 2013 y su milagrosa salvación

Quico Taronjí posa para ABC José Ramón Ladra
Luis Herrero-Tejedor

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Tuvo que ser después de dos meses de travesía por el Mediterráneo, cerca de las costas de Túnez, cuando el periodista Quico Taronjí volvió la vista atrás para recordar qué le había llevado a iniciar una aventura que en ese momento le hacía enfrentarse a su última gran prueba. A medida que la «ola descomunal» se acercaba imparable hacia «Aislado», el kayak trimarán en el que navegaba sin asistencia y con el que acabó naufragando, fue recordando cada una de las vicisitudes que le atormentaron incluso antes de zarpar, a finales de agosto de 2013. «Tenía que descubrir qué diablos quería de mi vida », reconoce ahora, cuatro años después, en la cafetería del Hotel Las Letras con motivo de la presentación del libro (que comparte nombre con su kayak) en el que narra sus vivencias de aquellos «meses maravillosos». «Antes lo tenía todo para ser feliz, pero me sentía muy extraviado. Por eso necesitaba pegar un puñetazo en la mesa. Al final, en el mar es donde podía estar conmigo , hablar con Dios, llevarme al límite tanto en lo físico como en lo mental. Conocerme profundamente, a fin de cuentas». La ola, sin embargo, le acabó alcanzando, de lleno, y un rotundo muro de agua le empujó por primera vez hacia el fondo del mar, aunque no consiguió derribar su determinación. Vivió muchos naufragios, enlazados en poco tiempo, antes de ser arrancado definitivamente de su embarcación, el 10 de noviembre de 2013 .

«Es curioso, enfrentarte de pronto a la posibilidad de morir. Aprendí muchas cosas de aquello. Yo, en ese momento, estaba muy tranquilo conmigo mismo y con Dios. No sufría, ni siquiera por lo mal que lo pudieran pasar mis seres queridos si me ocurría algo. Estaba buscando mi felicidad, y es mucho más valiente morir tratando de ser feliz que vivir siendo infeliz o sin saber muy bien por donde pisas». Taronjí habla con ABC rotundamente, con una sonrisa en la boca , y lanza una máxima: «Estamos obligados a buscar nuestra felicidad, es nuestra única obligación en esta vida». Incluso ahora, varios años después de aquel susto, le resulta difícil concretar el tiempo que pasó a la deriva (casi 24 horas). Una eternidad, en su mente, antes de tocar tierra y sentir la redención. « Se mezclaron muchas sensaciones contradictorias en mi cabeza . Estaba feliz de estar vivo, pero también triste. Estaba siendo arrebatado del lugar en el que quería estar en esos momentos».

Taronjí navega desde que es un niño. Entonces nació y creció su pasión por el mar, casi sin que él se diese cuenta, y acabó marcando para siempre su existencia. « No entiendo la vida sin el mar . Me llama. Por eso, cuando alguien me pregunta que por qué me propuse realizar la locura de cruzar el Mediterráneo en un kayak, le respondo que por la misma razón por la que el montañista regresa siempre y trata de coronar un ochomil. También hay miles de deportes de riesgo aparentemente inexplicables, pero es evidente que a la gente que los practica les compensa en su vida, porque si no no los harían».

«El éxito está en la partida»

A él, esa compensación le llegó desde la primera etapa del trayecto, Sotogrande-Ceuta, mientras cruzaba el siempre complicado estrecho de Gibraltar. « Experimenté mejoría emocional desde el minuto uno , que era lo que buscaba, y en ese sentido noté que el proyecto que estaba realizando era exitoso desde el principio. A partir de ahí, continuar, para mejorar vitalmente todo lo que pudiese, y tratar de llegar a la meta que me había propuesto: Estambul». No llegó, pero tampoco fracasó : «Porque el éxito siempre está en la partida. En esta sociedad tan artificial en la que vivimos la gente sólo valora al que llega. Pero no, ojo. No valoremos únicamente al que llega, que a veces llegar es cuestión de azar. Valoremos la determinación de las personas, que eso sí que no es azar, eso sí que hay que trabajarlo. El tío que intenta coronar una montaña diecisiete veces con toda su fuerza, su pasión y su grandeza, pero no lo consigue, está teniendo éxito en la vida también ».

Una vez en tierra, y con la misma terquedad con la que se lanzó a la mar, Taronjí rumió la idea de escribir sus vivencias, algo que no se había planteado cuando planeó su viaje. « Lo viví todo con tanta intensidad que al final necesitaba sacarlo, era algo terapéutico. Y también, me pareció muy injusto no compartirlo con nadie. Porque al final "Aislado" no es un libro de navegación , es una aventura vital que puede resultar útil a mucha gente. Estoy convencido de que la gente que lo lea, aunque no tenga ni idea de barcos , podrá sentirse identificada con el momento vital que atravesaba en esos momentos. Bien porque esté viviéndolo ahora, o bien porque ya lo haya pasado».

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