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tour de francia

Valverde vuela sin presión por el Tour

Al dejar la responsabilidad a Quintana, se ha liberado y acaricia al fin el podio de la ronda que peor le ha tratado

Valverde vuela sin presión por el Tour reuters

J. Gómez Peña

Alejandro Valverde no caduca. Aunque pierda pelo, no envejece. Está como al principio. No hay ciclista como él. Siempre en forma. Y con 35 años, al fin parece que puede con el Tour , la única carrera que se le negaba. Hace un año, cuando perdió la tercera plaza en la contrarreloj final, dejó entrever que iba a olvidarse del Tour. «El cuerpo no me ha respondido. Quizá sea un cambio de ciclo», dijo en aquella meta. Le acababan de sacar del cajón de París dos franceses, Peraud y Pinot , un veterano y un joven que casi nunca están a la altura del murciano. Cuarto al final. De nuevo, fuera al podio. El Tour le había cerrado definitivamente esa puerta. Si no pudo con rivales así, cómo iba a pugnar este año con Froome , Nibali y Contador , tres vencedores del Tour. No valía la pena ni intentarlo. Así que se recicló en gregario de Quintana. «El objetivo es ganar el Tour con Nairo», repite cada vez que le preguntan. Con esa respuesta se quita sacos de presión. Y sin esa carga, al fin, Valverde vuela en el Tour, la carrera que más le ha dañado y, también, la que más quiere, la que le hizo desear ser ciclista.

Valverde parecía historia en el Tour. Las cuatro etapas que tiene y sus cuatro plazas entre los diez primeros le han costado caro. Por la ronda gala dejó de ganar clásicas, vueltas, tantas carreras. Eso no iba a pasarle más. En el Movistar , su plaza la ocupa ya Nairo Quitana, «capaz de todo en la montaña», reconoce Valverde. Para Quintana el Tour y para Valverde la Vuelta . Y así, en la pasada primavera el murciano desplegó su mejor versión: ganó la Flecha Valona y la Lieja-Bastogne-Lieja , la clásica a la que no llegó Induráin . En el Tour sólo tenía que ocuparse de guiar a Quintana. Eso hizo en el viento de Zelanda, el peor día, cuando cedieron más de un minuto entre tropezones y abanicos. No han tenido más fallos. Ni en el pavés. Valverde disfrutó de los adoquines. Si fuera belga, ya tendría el Tour de Flandes en su currículo. Es español: el Tour lo es todo.

Y justo el año que acude al servicio de otro es el de su eclosión. Tardía. Merecida. «Como tiene que estar todo el día pendiente de Quintana y de que no le pase nada, ha estado siempre delante», cuentan en el Movistar. Más atento por Nairo que por sí mismo. «Para mí sería un honor ganar el Tour con Quintana», insiste cada día. ¿Y subir al podio con él? «Ufff. Todavía no sé si está la tercera plaza muy consolidada. Yo me encuentro bien», señaló ayer. Al cuarto, a Thomas , le lleva minuto y medio. El galés tiene el mismo trabajo que Valverde en este Tour: es gregario. Pero distinto jefe: el suyo es Froome , el rival a batir para el Movistar. «A Froome le veo muy fuerte. Va a ser complicado batirle. Pero lo vamos a seguir intentando», anuncia Valverde, que ayer alejó a uno de sus rivales más íntimos, Contador, caído en el descenso de Allos .

Hubo ayer un momento clave en la etapa, cuando a 70 kilómetros de la meta Contador soltó una ráfaga. Eso hizo temblar al grupo. Y fue Valverde el que le cazó. «Alberto es muy peligroso. No se le puede dejar ni un metro», zanjó Valverde. Defendió su plaza en el podio y también la candidatura de Quintana. Su líder. No lo duda. No quiere esos galones que tanto le ha pesado. «Sin presión todo parece más fácil», comenta. Se nota más ligero. De ganar el Tour se ocupa Quintana; él le ayuda. Le gusta esta nueva ocupación. Desde la segunda fila se acerca a lo que hasta ahora parecía inalcanzable, el podio de los Campos Elíseos .

El Movistar lo copa. Tiene a Quintana y Valverde entre los tres primeros; el colombiano es el mejor joven, y las escuadra española encabeza con mucho la clasificación por equipos. Valverde está en su mejor Tour cuando hace un año pasó por su cabeza que el «ciclo» de la Grande Boucle se le había cerrado. «Ojalá subamos los dos al podio, pero lo primero es Nairo, que gane el Tour», insiste. Y Quintana, que le escucha, asiente. «A Froome tendremos que atacarle de lejos para poder con él», dice. Habla en plural, en su nombre y en el de su mejor gregario, el que con 35 años y tras tantas decepciones disfruta al fin del Tour.

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