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giro italia -etapa 12

Contador se aferra al rosa

Segundo en el Monte Berico, aventaja a Aru en 17 segundos después de una etapa tremenda. Gran victoria de Gilbert

Contador se aferra al rosa

j. c. carabias

Llegó Fabio Aru al Monte Berico con la cara tiznada como los mineros y dibujó una mueca desabrida entre la lluvia que caía a plomo y el jolgorio del gentío en la meta, dichoso por haber presenciado un desenlace soberbio entre paraguas, cazadoras y otros aperos contra el agua. Aru, el italiano impetuoso que alienta a su país ciclista, divisó nubarrones en su futuro pese a su sólido soporte. Un equipo, el Astana, de corte imperial: tres ciclistas entre los cuatro primeros de la general. Aru y su guardia celeste conocen el problema: Alberto Contador se ha empeñado en ganar el Giro. Ayer, en una réplica maravillosa de cualquier clásica de primavera, el español respondió con la fiereza que acostumbra a la pujanza del conjunto kazajo. Fue segundo –seis segundos al morral– en la cima de Vicenza después de una jornada de trabajos forzados por la región del Veneto y un descenso criminal del Crosara. Un excampeón del mundo, el mejor clasicómano hace unos años, Phillippe Gilbert, redondeó el magnífico aura del jueves italiano con un gran triunfo.

En un momento del ascenso al Crosara, tremendo tercera con rampas del 13 por ciento, se vio a Contador solo con su túnica rosa y una ola de cuerpos celestes a su alrededor. Estaba el juvenil Aru, el silente y astuto vitoriano Mikel Landa, el veterano exgregario del madrileño Paolo Tiralongo y la antigua promesa Dario Cataldo. Todos, del Astana. Todos, escrutando la manera de hincar el diente en la moral de Contador.

Pero nadie dijo esta boca es mía. Atacó Intxausti, el vizcaíno líder de la montaña y resquebrajó el grupo que subía unido por el impulso de Michael Rogers. El descenso de Crosara convirtió la etapa en una clásica. Rampas inclinadas como paredes cuesta abajo y ciclistas equilibristas sobre los pedales y el agua fina.

Se fue Pellizotti y a su vera acudió, como no, un Astana, una bola de músculos llamado Kangert. Astana se aplicó en su ejercicio colectivo, desgastar a Contador y ganar la etapa, pues gente le sobraba para ello.

A la hora de laverdad, en el reparto de las nueces, brotaron dos campeones en la neblina de Berico. Gilbert exprimió su tremenda pegada en los finales con desnivel para ganar brillante. Y Contador, extraordinario en su empuje, solvente frente a un enemigo de cuidado, ambicioso en su plan de vencer atacando, hizo segundo en la meta. Seis segundos más el retraso de Aru le otorgan 17 segundos antes del tramo decisivo: el sábado la contrarreloj y el domingo, el arranque de la montaña.

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