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II parte de la entrevista con oprah

Armstrong a su hijo: «Nunca más me defiendas»

El exciclista estadounidense reconoce entre lágrimas que confiesa porque vio a su primogénito de 13 años exculparle delante de sus compañeros de clase

Armstrong a su hijo: «Nunca más me defiendas» reuters

maría g. picatoste

A pesar de haberse dopado sistemáticamente durante la mayor parte de su carrera profesional, Lance Armstrong opinó ayer durante la segunda parte de su entrevista con Oprah Winfrey que el castigo de no volver a competir que le ha impuesto la Agencia Anti-doping de EE.UU. (USADA) es demasiado severo.

«Si me preguntas si quiero volver a competir, la respuesta es que claro que sí. Honestamente, creo que lo merezco», manifestó Armstrong. El ex ciclista dio a entender que a veces se arrepiente de no haber aceptado antes las acusaciones de la USADA, ya que la mayoría de sus compañeros que lo hicieron recibieron una sanción de 6 meses y no una prohibición de por vida para competir como en su caso.

Si la primera parte de la entrevista, emitida durante la noche del jueves, se había centrado en el dopaje -Armstrong reconoció por primera vez que durante sus competiciones consumió un «cóctel» de testosterona, cortisona y EPO, combinado con transfusiones de sangre-, la segunda parte indagó en las perspectivas de futuro del desprestigiado deportista y las consecuencias que las acusaciones de dopaje han tenido en su vida privada y su familia.

En diversos momentos Armstrong pareció desencajado. Se asemejó a un dios alejado del Olimpo, despojado de la veneración que una vez sus fieles le profesaron, y removido del pedestal desde el que creía controlar todo a su alrededor y mantenerlo a su gusto.

Lágrimas

Sin duda el trago más duro para el deportista fue hablar de su familia. En concreto, de su madre y de su hijo mayor, Luke. Entre discretas y comedidas lágrimas, Armstrong explicó que cuando hace unos meses resurgió el tema de su dopaje, Luke, de 13 años, defendía la honradez de su padre ante cualquiera que la pusiese en duda. «Vi a mi hijo defendiéndome y diciendo “Eso que dices de mi padre no es verdad”. En ese momento supe que tenía que decírselo», relató un Armstrong tembloroso y sollozante. Según el deportista, su hijo nunca le preguntó sobre el asunto porque confiaba en él y porque lo había visto negar y contraatacar cualquier acusación con vehemencia. «No me defiendas más», le pidió entonces el deportista, quien luego insistió en que una de las finalidades de esta extensa confesión es asegurar el bienestar futuro de sus hijos.

El ex ciclista, recientemente despojado de sus 7 Tours de Francia y de una medalla de Bronce en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, también se mostró preocupado por el efecto que la revelación ha tenido en su madre. «Hasta que no le vi la cara no comprendí realmente que esto le está pasando factura a su vida», explicó.

Oprah, acostumbrada a las extensas confesiones de famosos y a las entrevistas lacrimógenas, se mantuvo firme y no dudó en hacerle preguntas difíciles al ex ciclista. Una de ellas fue sobre la pérdida de patrocinadores, entre ellos, la fundación Livestrong. En el breve lapso de dos días, ante los ojos de Armstrong se esfumaron 75 millones de dólares en acuerdos con diferentes mecenas. «Ese fue el momento más humillante. Fue el punto más bajo», rememoró Armstrong sobre el instante en que Livestrong le llamó para retirarle sus responsabilidades en la fundación.

Tras airear sus trapos sucios, para el ex ciclista comienza ahora una nueva etapa. Su brújula para este purgatorio puede ser una frase que una vez le dijo su primera mujer, Kristin, y que Oprah quiso recordarle: «La verdad te hará libre».

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