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boxeo

Márquez sella con un K.O. su revancha ante Pacquiao

El mexicano tumba al filipino con un demoledor derechazo en el sexto asalto

Márquez sella con un K.O. su revancha ante Pacquiao REUTERS

MANUEL M. CASCANTE

Juan Manuel Márquez acalló las bocas. Disipó las dudas. El cuarto capítulo de su particular duelo con Manny Pacquiao se cerró con un punto final, un “knock out” ante el que no caben ni las opiniones ni las filias ni las fobias. [Fotogalería: el fulminante KO de Pacquiao en imágenes]

Sin título en juego , excepción hecha de ese cinturón al “boxeador de la década” que la OMB se sacó de la manga, era el combate del año. Tan importante como para detener un país y tenerlo pendiente de que un compatriota se sacara la espina de tres discutibles decisiones anteriores (un nulo y dos derrotas a los puntos). De que un mexicano se cobrara venganza ante un filipino. Dos de los mejores púgiles libra por libra del momento , frente a frente en un MGM de Las Vegas que, todo voces y banderas tricolores, aparentaba el mercado de La Lagunilla en mañana de domingo.

Sin límite en la romana, ambos púgiles estiraron su peso hasta las 148 libras de “Dinamita” por las 151 de “Pacman”. Mucho músculo para, desde el primer round, salir al cuadrilátero a darse con todo , a pegarse hasta en la madre, a terminar el combate por la vía rápida y no dar opción a que las cartulinas de los jueces permitieran una nueva polémica. Nada de tanteos, nada de tonterías. Lidiando en los medios, ayunos de abrazos amortiguadores y ajenos a la querencia protectora de las cuerdas. Boxeo del bueno. Boxeo del de antes .

Pacquiao, que le reza a Dios por sus rivales antes de cada combate , repartió como un demonio desde el primer toque de campana. El ritmo y el tiempo de la pelea eran suyos. Los 39 años del defeño pesaban para frenar al de Kibawa, más rápido y esquivo a sus 33 y con la vista fija en la mandíbula del rival. Los puntos eran para Manny, pero, vísteme despacio que tengo prisa, un derechazo de Márquez en el tercer asalto se abrió camino sobre el rostro descubierto de Pacquiao y daba con él en la lona.

Desde ese instante las dudas del filipino se convirtieron en certezas para el mexicano , que lanzaba su izquierda, la mala, y encontraba el hígado y los pómulos del contrario. Igualada la justa, el quinto asalto devino en pelea callejera con Márquez y Pacquiao soltando guantazos sin tino: pim-pan, pim-pan, pim-pan... Como si midieran su capacidad de aguante. Como si trataran de comprobar quién los tenía mejor puestos y era capaz de mantenerse en pie. Parecían los últimos minutos de “Rocky” y “Dinamita” terminaba con el tabique nasal hecho puré y el careto como un cromo.

Márquez respiraba por las orejas y, ensangrentado, miraba por el ojo del calzón. Pero el mexicano no estaba dispuesto a tirar la toalla. Corría el último segundo del sexto asalto y era un “ecce homo” condenado al patíbulo. Pero surgió una derecha terrible al mentón. Una derecha demoledora. Fulminante. Terminal. Pacquiao cayó a plomo. No hizo falta cuenta regresiva: Márquez sabía que “Pacman” estaba para el tiro de mulillas y que le había infligido la quinta derrota de su espectacular la carrera , la tercera antes de tiempo.

Juan Manuel comenzó a celebrar su victoria. A despejar las incógnitas. A saborear su venganza. A sugerir que esa tantas veces postergada Pacquiao versus Mayweather quizá no sea la mejor pelea que puedan disfrutar nuestros ojos .

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