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Andrés Amorós

Por nuestra libertad, ¡sí a los toros!

Por fin se han unido los profesionales del toreo con los aficionados para reclamar un espectáculo tan arraigado en España

La plaza de San Agustín colgó el no hay billetes MIKEL PONCE

ANDRÉS AMORÓS

Ya era hora! Por fin, se han unido los profesionales del toreo con los aficionados para reclamar que podamos disfrutar libremente de este espectáculo, tan arraigado en la historia de España. Una auténtica marea de banderas españolas, con el toro negro en el centro, ha supuesto la pacífica, emocionante respuesta a tantas provocaciones que sufren los aficionados y a tantos intentos de prohibir la Fiesta, precisamente por ser española: algo que, en el mundo entero, se reconoce como seña de identidad de la cultura hispánica, un arte que España ha ofrecido al mundo.

La emoción auténtica se ha desbordado en varios momentos, en los que, de modo espontáneo, la multitud ha prorrumpido en un clamor: «¡Libertad!» ¿Cómo puede ser necesario reclamar esto en un país democrático? Pero, más allá de la disparidad de gustos, ésta es la auténtica clave: la libertad de ir a los toros el que lo desee. (Éste fue exactamente el lema del acto que organizó ABC, en el Liceo de Barcelona).

En el manifiesto que lee Enrique Ponce se acumulan razones bien conocidas por cualquiera que quiera informarse. La Tauromaquia posee un indiscutible valor ecológico , mantiene las dehesas y es la causa de que exista el toro bravo, una especie única. Su trascendencia económica es indudable: es el segundo espectáculo de masas español, crea puestos de trabajo, da mucho dinero a las arcas públicas y favorece enormemente el turismo. La Fiesta forma parte de la cultura popular española, impregna nuestro lenguaje y ha dado lugar a multitud de obras artísticas. Es un hecho, además, que se trata de un espectáculo legal, reconocido oficialmente como parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial . (¿Para cuándo el fallo del Tribunal Constitucional?).

Las conclusiones son evidentes: exigimos el respeto que merecemos. Nos sentimos orgullosos de ser taurinos. Lo ha leído Enrique Ponce: «¿Quién ama al toro más que nosotros? ¡Por nuestra libertad, sí a los toros! » Añado sólo un verso de Miguel Hernández: «Alza, toro de España, levántate, despierta... Sálvate, denso toro de emoción y de España». Ya ha comenzado a alzarse.

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