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Feria del Pilar: ni a la cuarta ni a La Quinta

Una desigual corrida de Santa Coloma defrauda en una tarde sin trofeos

Rafaelillo, en el inicio de un pase de pecho Fabián Simón

ÁNGEL G. ABAD

La corrida de La Quinta defraudó de pitón a rabo. Ni por presentación ni por juego fue una corrida imponente. Demasiado desigual, en todo. En el mal conjunto destacó el quinto, muy serio el precioso cárdeno y bravo en el caballo. Ahí se acabó la corrida que daba carácter «torista» a esta Feria del Pilar . Y se acabó porque los santacolomas de La Quinta tuvieron poco del denominador común de un encaste con la casta por bandera. Los hubo con malas intenciones, y también noblotes, pero de ir y venir, sin celo ni chispa.

Y con ese material los toreros estuvieron como pudieron, estrellados unas veces, sin acierto otras, entusiastas también. Así, Rafaelillo toreó sobre las piernas al primero, que esperaba y buscaba con descaro. Al cuarto lo toreó muy templado en un buen saludo capotero y se empleó no con mal aire con la muleta en la derecha, que por ahí el de La Quinta se los tragaba.

Ricardo Torres enfadó a los paisanos al pasaportar al segundo con excesiva premura. Ni por aquí ni por allá metía la cabeza, a por la espada y a otra cosa. No se acopló con el referido quinto, que cuando hubo mando en la muleta respondía.

Esfuerzo sin recompensa para el otro aragonés de la terna . Alberto Álvarez recibió a sus dos enemigos con largas y faroles de rodillas. Toreó variado y airoso de capa en una actuación muy dispuesta que si tuvo alguna opción de triunfo se le esfumó con la espada.

La corrida no fue, ni a la cuarta ni a La Quinta.

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