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La lucha del toro y el cóndor, la «corrida» que despierta furor en los Andes

Los indígenas ofrecen a sus dioses la sangre de los combatientes

La lucha del toro y el cóndor, la «corrida» que despierta furor en los Andes abc

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La polvareda es gigantesca. Un ser alado imponente galopa, mientras levanta las manos y los cuartos traseros, revolviéndose por lo que tiene sobre él. Es un cóndor andino, grande y negro, con un plumaje blanco que adorna su cuello a modo de collar. Este ave casi sagrada se ha posado sobre otro animal mitológico, el toro. Es la fiesta de la sangre, la «corrida» de los Andes peruanos , que despierta gran entusiasmo entre los indígenas.

Al cóndor le dan de beber cerveza y aguardiente

Según cuenta Antoinette Molinié en el libro «Ritos y símbolos en la tauromaquia» (Bellaterra), estos llamativos festejos se llaman en la sierra peruana «turupukllay» (juego del toro, en quechua). Los cazadores van a compañados de chamanes, que atraen al a ve a una trampa con carroña de caballo en una tarea que puede durar hasta dos semanas. Cuando el majestuoso pájaro llega, por ejemplo, al pueblo de Cotabambas es recibido con todos los honores: «Lo cuidan como un huésped prestigioso: lo alojan en un cuarto especial de la casa del gobernador. Le ofrecen de comer lo mejor y le dan de beber vaso de cerveza y aguardiente».

Explica la autora que «mientras los poderosos brindan como el ave celestial, los indios han ido a por el toro con sus ponchos y sus borracheras».

Nacimiento del Sol

Se estima que el toro lleva en los Andes cinco siglos, a pesar de que que los indígenas lo consideran autóctono «e incluso le otorgan una ancestralidad anterior a la humanidad actual (aparece con el nacimiento del Sol, asimilado a la conquista inca o al advenimiento de Cristo)». Para ellos el toro vive en las profundidades y en el fondo de la lagunas, por lo que creen que el bravo ya existía en sus cordilleras antes de la llegada de los españoles.

Algunos creen que el toro es el mismísimo dios Cerro

Las teorías nativas, según se explica en el libro, van desde los que creen que los toros pertenecen a los dioses de las cumbres hasta los que dicen que es el mismísimo dios Cerro.

Mientras el toro pisa con firmeza la cordillera, el cóndor vuela por los cielos. Son la pareja opuesta, del ser que ayuda a arar y del depredador de ganado. Pero no siempre el rol de uno es positivo y el del otro negativo. Al final los ven complementarios, como si ambos encarnasen a los dioses.

Un combate, dos culturas

Allí la leyenda y la película adquiere distintas versiones. «Lo primero que a uno se le cuenta es que el toro representa a los españoles y el cóndor a los indios. El combate entre las dos fieras sería el que opone las dos culturas que se enfrentan en los Andes desde hace cuatro siglos, de tal manera que el toro alado no representaría ni más ni menos que una imagen del mestizo... Sin embargo, esta especie de totetismo nacional es ajena a la cultura indígena tradicional...

Hay que saber que en este tipo de corridas tan sui generis en general ni toro ni cóndor mueren, pese a posibles aletazos y cornadas, aunque sí muchas veces mueren los combatientes «toreadores» . La sangre de esta fiesta se le ofrece al dios Cerro para que ayude a que la tierra sea fértil y la cosecha buena. El sacrificio, tan presente aquí y allá.

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