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La última llamada de Paquirri a Isabel Pantoja antes de la tarde mortal en Pozoblanco

El torero ya pensaba en la retirada e iba a irse a América con su mujer

La última llamada de Paquirri a Isabel Pantoja antes de la tarde mortal en Pozoblanco abc

abc.es

Las horas previas a la corrida fatal de Pozoblanco fueron como tantas otras tardes. En medio de esa soledad de la habitación, Paquirri telefoneó a la centralita para que llamasen a su mujer, Isabel Pantoja, pero no la localizó. «Tal era su interés en hablar con su esposa que, incluso vestido de luces y a punto de salir del hotel, ya en la recepción, volvió a llamar a su casa -contó a ABC Godofredo Jurado en una entrevista en 2009-. Pero no contestó nadie y, al abandonar el hotel, nos comentó que si llamaba su mujer le dijésemos que ya se había ido a la plaza. Al cabo de unos minutos llamó Isabel preguntando por Paco». No podrían hablar ya, entonces no había móviles.

A las seis de la tarde, Paquirri hacía su último paseíllo , junto a José Cubero «Yiyo» y Vicente Ruiz «El Soro», en un cartel bautizado como «maldito» tras la muerte del «príncipe» en Colmenar Viejo. Pisó primero la arena Juan Fernández, alguacilillo de la plaza pozoalbense, que estaba llena hasta la bandera.

Pasión del público

Años atrás recordaba el festejo y colmó de elogios a su admirado Francisco Rivera: «Era un torero muy poderoso y tenía al público encandilado, sobre todo al sector femenino. En el primer toro, después de poner un par de banderillas, tuvo que saltar al callejón, se volvió hacia los tendidos y dijo algo así: "Véis cómo no me pasa nada". La gente se volvió loca con él. Al anterior le cortó una oreja y cuando se la entregué me dio un abrazo. Se le notaba feliz, rebosaba alegría».

Era su compromiso zaguero de la temporada española. Cuenta su gente que tenía previsto irse a las Américas con Isabel Pantoja y que por su mente ya rondaba la retirada. «Quería disfrutar de lo que había ganado». Soñó desde niño ser el número uno de la Fiesta. Forjó sus primeros muletazos en el matadero de Barbate, donde trabajaba su padre, y cuajó faenas inolvidables, como la del «Buenasuerte» en Madrid, se entrenaba intensamente en «Cantora». Torero todopoderoso un toro acabó con su vida. Fue un adiós torero y de romance.

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