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CRÍTICA DE TEATRO

«Nada que perder» en la Cuarta Pared: historias encadenadas

La obra incluye ocho diálogos de Quique y Yeray Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe.

Una escena de la obra Cuarta Pared

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Cada uno de los ocho diálogos o interrogatorios sucesivos que componen « Nada que perder » –merecidamente de nuevo en Cuarta Pared tras su estreno a finales del año pasado– añaden una pieza al rompecabezas de una historia que las engloba a todas, una cadena de preguntas que van conformando la dirección de las respuestas. Como una pisada sucede a la anterior, los personajes que parecen no tener conexión se revelan unidos por progresivamente más perceptibles hilos, de tal modo que sus acciones, contempladas en su conjunto, adquieren una lógica desencadenante y hacen que emerjan los perfiles de una trama de corrupción política y empresarial con oscuras derivaciones.

«Nada que perder» (****) Dramaturgia: Quique y Yeray Bazo, Juanma Romero y Javier G. Yagüe. Dirección: Javier G. Yagüe. Escenografía: Silvia de Marta. Iluminación: Alfonso Ramos. Intérpretes: Marina Herranz, Javier Pérez-Acebrón y Pedro Ángel Roca. Sala Cuarta Pared. Madrid.

Este montaje, más allá de lo que tiene de teatro necesario por su contenido de denuncia social en una atmósfera de crisis y principios laxos, es una experiencia escénica de primer orden por la originalidad de su estructura y su inteligencia crítica . Cada uno de los tres actores que lo interpretan se hace cargo de nueve personajes y mientras dos dialogan, el tercero asume la voz narradora y al tiempo revela los pensamientos de los otros y actúa como conciencia; un mecanismo que si al principio puede producir extrañeza, luego se consolida como un formidable recurso lleno de sentido dramático y muy eficaz en la clarificación de texto y subtexto.

Un profesor de filosofía y su hijo detenido en una comisaría, una funcionaria inane y corrupta, un concejal suspendido, un cobrador de morosos vestido de don Quijote y el jefe que lo instruye y ajusta a sus intereses la ética cervantina, un psiquiatra y su paciente... Todos cumplen su papel en esta interesantísima pieza de creación colectiva que Javier G. Yagüe lleva a escena partiendo de presupuestos realistas para lanzarse a un imaginativo vuelo que combina sabiamente emoción, humor y distancia sobre un escenario sobre el que Silvia de Marta ha distribuido significativamente bolsas de basura y desperdicios, efectos visibles de una huelga de los encargados de recogerlos. Marina Herranz, Javier Pérez-Acebrón y Pedro Ángel Roca , multiplicados en diferentes papeles, realizan una interpretación sobria y ajustada, sin excesos, pura energía concentrada que va directa a su objetivo, interrogarse e interrogarnos sobre cuestiones que escuecen y avergüenzan.

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