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«Celestina», un instante de libertad

Vuelve al teatro Infanta Isabel de Madrid el montaje de la compañía Atalaya y Ricardo Iniesta de la obra de Fernando de Rojas

Carmen Gallardo es Celestina Atalaya

ABC

Confiesa Ricardo Iniesta , director de la compañía andaluza Atalaya, que leyó por vez primera « La Celestina » «en plena adolescencia, cuando por aquél entonces no había posibilidad de encontrar ni en librerías, ni kioskos, ni en cines ni teatros -por no decir del único canal televisivo- obra alguna con la carga de erotismo que posee la obra de Fernando de Rojas . Esa fue mi primera sorpresa. Pero si el texto quedó indeleble en mi memoria, fue sin duda no ya por lo que narraba, sino por cómo».

Tardó Iniesta varias décadas en meterle el diente al que él califica como « el gran personaje del teatro en lengua castellana , y uno de los grandes personajes femeninos de la historia del teatro universal. Fernando de Rojas, hace más de quinientos años, escribió un texto totalmente actual, que trata de la corrupción, el dinero, el individualismo, la lucha de clases…una serie de conceptos que parecen escritos en el siglo XXI , totalmente extrapolable a la actualidad».

El montaje, que cuenta con Carmen Gallardo como Celestina, Raúl Vera como Calisto y Silvia Garzón como Melibea, se estrenó en Valladolid en 2012, y ha girado desde entonces por toda España y varias plazas internacionales. Ahora regresan a Madrid, donde ya estuvieron la pasada temporada dentro de la programación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico; en esta ocasión los acoge el teatro Infanta Isabel.

«“La Celestina” -sigue Iniesta- representa un instante de libertad , de laicismo, propio de los momentos de grandes transformaciones históricas, donde los personajes viven intensamente cada instante: el “aquí y ahora”. Por algo fue acusada en la Inquisición y en la dictadura franquista de “ateísmo, nihilismo y materialismo”. Resulta terriblemente contemporáneo que los personajes aparezcan dominados por el presente, por la prisa y la impaciencia de vivir , y lo que es más importante, de vivir intensamente. Todos ellos se plantean dilemas constantes ante encrucijadas peligrosas, lo que le transmite al espectador una constante tensión dramática y sorpresa. Son hasta siete conflictos que se plantean, muy diversos entre sí, lo que aumenta la riqueza y el valor de esta obra única ».

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