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«Misántropo»: esencia clásica sin pelucas

Llega al Español la versión libre del texto de Molière escrita por Miguel del Arco para sus actores «kamikazes»

«Misántropo»: esencia clásica sin pelucas abc

JULIO BRAVO

Según el Diccionario de la RAE , un kamikaze es una «persona que se juega la vida realizando una acción temeraria». En la escena española reciente, sin embargo, un «kamikaze» es alguien perteneciente a una de las «familias» teatrales más respetadas: la que se ha creado en torno a Miguel del Arco. Con sus «kamikazes» puso el director en pie, hace ya cinco años, «La función por hacer» , un hito de nuestro teatro (y que sigue vivo: acaba de presentarse en el Festival de Teatro de Bogotá ), y «Veraneantes», una sugerente adaptación del texto de Máximo Gorki.

El propio Miguel del Arco forma, junto a Aitor Tejada (su media naranja creadora), el núcleo de Kamikaze Producciones . En torno a ellos se reunieron Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto y Cristóbal Suárez. Son los intérpretes de «La función por hacer». Para «Veraneantes» se sumaron al elenco Ernesto Arias, Miquel Fernández, Elisabet Gelabert, Chema Muñoz y Lidia Otón.

Ahora, esta compañía afronta su tercer montaje: «Misántropo», una versión libre del texto de Molière, que tras su estreno en octubre en el teatro Palacio Valdés de Avilés llega ahora al Teatro Español (uno de sus coproductores, junto con el teatro Calderón de Valladolid y Kamikaze). A los seis actores «fijos» se suma José Luis Martínez. Dice Del Arco que el proceso creativo ha sido «el más feliz hasta la fecha». Y la evolución de la compañía ha tenido mucho que ver con ello. Cuando decidió afrontar este título, tuvieron todos una primera reunión «para estudiar el texto original, desbrozarlo y analizarlo -cuenta el director-. Me interesaba ir a la esencia». Con las ideas que de allí surgieron se fue a escribir, un proceso que él hace en soledad, y después, con esta primera versión, se hizo un taller en el que participaron los creadores de la escenografía, la música, la iluminación, el vestuario.... Así, cuando el 1 de septiembre de 2013 empezaron los ensayos, «teníamos mucha información y complicidad sobre el producto, de modo que hemos podido jugar y perdernos mucho antes de encontrar el camino definitivo».

La adaptación de textos clásicos no es, dice, el único modo de hacérselos llegar a los espectadores de hoy. «Yo ignoro lo que quiere el público de hoy. Lo hago en primer lugar porque siento la necesidad de expresar; tengo empatía con el texto y siento la necesidad del aquí y ahora, y yo, en ese sentido, tengo la sensación de que si vistes de época a los actores , si les pones la peluca y los miriñaques, de algún modo me alejo de los textos. Pero es una sensación personal».

De «Misántropo» -sin «El», para diferenciarlo respecto de la obra de Molière- dice Miguel del Arco que «es una falsa comedia. Tiene momentos muy divertidos, pero su protagonista, Alcestes, es trágico. Tiene un dolor brutal, que es lo que me atrapó de él». Del Arco lleva la acción, en un tono agridulce -«en el que nos sentimos muy cómodos», dice-, a una fiesta de una corporación, «en un patio al que todos salen a fumar, a beber, a drogarse y a despotricar de la fiesta... A la que curiosamente todos quieren volver. «Alceste se convierte en misántropo porque anhela vivir en la verdad, con sus contradicciones, y no lo consigue».

Aunque asegura el director que es una función muy coral, todo gira en torno al personaje de Alcestes, al que interpreta Israel Elejalde. «Estos son tiempos en los que hay que hacer un gran esfuerzo para ceer en el ser humano, y eso hace muy vivo "Misántropo". Alcestes busca la verdad, que tiene que ver con la justicia, la belleza y el amor. Alcestes no rechaza a los demás por superioridad moral, sino por dolor. Si para seguir en el grupo tiene que dejar de lado la verdad, entonces no quiere, y eso le provoca el dolor. Y tal vez nosotros deberíamos ahora abandonar la indignación superficial por lo que está pasando y empecar a sentir dolor». E insiste Del Arco: «Lo auténtico, en este mundo, puede volverse incómodo , y rechazamos al que grita las verdades. Por eso la gente se ve reconocida en todos los personajes».

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