Hazte premium Hazte premium

teatro

La realidad de las cosas

El «Don Carlo» de Verdi consigue alcanzar el máximo nivel en el Festival de Salzburgo

La realidad de las cosas abc

alberto gonzález lapuente

Cualquier espectador espera del Festival de Salzburgo el mejor espectáculo del mundo. Sobre el papel se promete y sobre el escenario se pretende. Este año, las posibilidades eran varias y entre todas destacaba « Don Carlo », repleto de grandes nombres y esperanzadores encuentros.

Seis representaciones y la transmisión en cines, medici.tv, ORF 2, Unitel Classica y canal Arte para Centroeurop a acabaron por agotar la petición de entradas con un buen número de aficionados en la puerta de la Grosses Festspielhaus apurando una última posibilidad para la función de cierre.

Pero la pantalla es una emoción dirigida y la realidad una inquietud sin trampa. Matti Salminen lo sabe. Imponente su figura del rey Felipe II, soberbia su hierática actuación, llena de veteranos recovecos para una voz de comedida grandeza.

Con todo es soberbio su circunloquio en el estudio real y el encuentro con el muy robusto inquisidor Eric Halfvarson . Como grande es el dúo con Rodrigo en el jardín, donde Thomas Hampson , que nada tiene que envidiar en apostura al rey, logró máximos que no fue capaz de recuperar en su implacable «Io morrò, ma lieto in core». Al final, el cantante fue muy aplaudido. En Salzburgo tiene pedigrí.

Agudos implacables

Lo fue también Ekaterina Semenchuk porque demostró ser un lugar de referencia en el reparto, sin merma en la «Canción del velo» y «O don fatale». Y también entre los principales Anja Harteros y Jonas Kaufmann , Elisabetta y Don Carlo . La primera no siempre certera en la afinación, los agudos implacables, la voz penetrante, el timbre sin especial atractivo; el segundo de presencia más comedida, torpe como actor, con gusto en la línea y una mayor tendencia a hacer gutural la emisión.

Las medias voces que ambos obtuvieron en el dúo de cierre ante la tumba del gran Carlos V hicieron olvidar anteriores desigualdades.

Sobre todo porque les mimó Antonio Pappano , sin duda el gran intérprete de este «Don Carlo», capaz de hacer grande la obra y recogerla en sutiles efectos, de cuidar las voces y sacar lo mejor de la Wiener Philharmoniker . Él hizo corta la versión en cinco actos, aun siendo musicalmente excesiva, estructuralmente irregular y teatralmente aprovechable según demuestra el veterano Peter Stein, ideólogo para una producción de mínimos, esquemática, ausente de sicologismos y de eficaz consecuencia cinematográfica.

En el teatro la sola visión del acto de Fontainebleau , abierto a los cinemascópicos 30 metros de boca de escenario de Salzburgo, ha sido toda una experiencia.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación